Decisión de sentido común cuando hay más para perder que para ganar

En el marco de un contexto global, regional y nacional en el que la pandemia se lleva la mayor porción de la torta informativa, lo bueno es que los sectores productivos y otras actividades siguen en marcha y que, sobre todo, como todos esperamos, en poco tiempo el COVID-19 quedará como una parte de la historia de la humanidad no deseada, pero superada al fin, como tantos otros avatares, y que se retomarán con todo vigor y esplendor muchas actividades que han quedado relegadas entre las prioridades del momento.
En nuestro país, precisamente, de economía agrodependiente, felizmente las tareas rurales en general, las agrícolas, las ganaderas, las forestales, los tambos, entre otros, han seguido adelante, no sin dificultades, y que sobre todo, pese al contexto que señalábamos, deben seguirse los ciclos biológicos para no perder rueda de la producción y seguir con el motor en marcha.
Entre otras instancias que se llevan adelante para la preservación de la riqueza ganadera, por ejemplo, figura el combate preventivo de epizootias que en otros tiempos han devastado la producción y han contribuido por ejemplo a generar crisis como la de 2001-2002, caso concreto de la fiebre aftosa, un mal endémico regional que mucho nos ha dañado, y que debe seguir preocupándonos y ocupándonos.
Así, recientemente el director general de los Servicios Ganaderos del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP), Eduardo Barre, definió la inoculación contra la fiebre aftosa como una forma de preservar la situación sanitaria del país y mantener los importantes logros obtenidos en relación con la sólida inmunidad del rodeo nacional contra la enfermedad.
El médico veterinario explicó que la primera vacunación, que en condiciones normales se realizaba entre febrero y marzo, en este 2021 se efectivizará un mes después, debido a la pandemia de COVID-19 y a la emergencia agropecuaria. Sostuvo que “vamos a seguir la campaña con vacunación. Estamos inmersos en un programa hemisférico que ha servido muchísimo, teniendo en cuenta que, desde 2011, la región Cono Sur no tiene focos de aftosa. En Uruguay, no hay aparición de la enfermedad desde 2001”.
El director del MGAP agregó que “es una seguridad para la exportación cárnica, porque la sanidad de Uruguay es reconocida a nivel mundial. Somos el primer país que obtuvo la categoría ‘libre con vacunación’ en la Organización Mundial de Sanidad Animal, y eso nos permitió conquistar los más de 100 mercados que tenemos, añadido a la trazabilidad individual”.
En esta oportunidad se distribuirán 12 millones de vacunas para inmunizar a más de 11 millones de animales. “Es una seguridad para exportar carne, porque la sanidad de Uruguay es reconocida internacionalmente”, destacó.
El punto es que cuando el mundo, la región y el país están en plena lucha para impedir el avance del COVID- 19, en nuestro subcontinente subsiste en forma endémica y/o oculta una zoonosis como la aftosa, que ha causado históricamente estragos en los rodeos y en las economías de los países productores, en claro ejemplo de lo que ocurre cuando se bajan los brazos y no se cumple con las protocolos sanitarios, por encima de fronteras.
Es inevitable un paralelo entre la problemática inherente a patologías cuando más allá de que ataquen al ser humano o a los animales –a veces a los dos, de una forma u otra– el agente causante no conoce fronteras y supera los obstáculos políticos y naturales para manifestarse más allá de las delimitaciones de países y regiones, y de ahí la facilidad en la transmisión y las consecuencias tan impactantes de su difusión.
En el caso de la aftosa, como la catástrofe económica del 2001, tenemos lamentablemente que Brasil ha avanzado en su política de suspensión de la vacunación contra la fiebre aftosa y el Ministerio de Agricultura, Pecuaria y Abastecimiento (MAPA) resolvió la prohibición de comercializar y aplicar la vacuna contra la aftosa en el bloque conformado por los estados de Acre, Rondonia y algunos municipios de Amazonas y Mato Grosso (noroeste de Brasil), pero añadió el estado de Río Grande del Sur, que limita con Uruguay.
El año pasado, el director general de Servicios Ganaderos del Uruguay, Dr. Eduardo Barre, al ser consultado al respecto, dijo que “Brasil ha hecho un cronograma de levantamiento de vacunación (contra la aftosa) por bloque y que Rio Grande del Sur (RS) entraba en el último bloque del levantamiento de la vacuna”, pero hubo “presiones de los productores” para revisar ese cronograma y poder levantar la vacunación antes de lo planificado.
En nuestro país y los demás países de la región, ante los estragos por el brote de aftosa en 2001, es absolutamente justificado que se mire con recelo y se siga de cerca esta situación, porque además ya se ha evaluado exhaustivamente el costo-beneficio de dejar de vacunar contra esta zoonosis, y hay prácticamente consenso entre gobernantes, técnicos y productores de que los beneficios serían muy relativos en comparación con los serios problemas que podrían devenir de nuevos brotes de la enfermedad.
Debe tenerse presente además que nuestro país hizo modificación del test serológico para poder cumplir con el mercado de China, ya que en el protocolo de este país asiático se nos pedía serología en cada embarque que va a frigorífico. “Nosotros cambiamos y tomamos área de 5 kilómetros de establecimiento. Chequeamos 1.400 establecimientos al año” lo que “excede bastante a lo que se nos pide pero nos da la tranquilidad que en Uruguay tanto en inmunidad como circulación viral estamos bien cubiertos”, subrayó el Dr. Barre, para dar una idea de la seriedad con que se toma el tema en nuestro país.
Y no es para menos, al punto que anunció que Uruguay monitorea las acciones de Brasil. El jerarca dijo en la oportunidad que si no se vacuna se mejora el acceso a los mercados, pero con buen criterio acotó que esa mejora sería limitada y “hay que ver el contexto de Uruguay y en la región” y cómo influiría que en esta zona algún país pase a ser libre sin vacunación, para señalar que a su juicio hoy no estamos preparados para levantar la vacunación.
El titular del MGAP, Carlos María Uriarte, por su parte, entiende que “Uruguay no tiene que dejar de vacunar”, pues es la forma de evitar “cualquier error que, por desgracia, los hemos vivido en el pasado y nos han costado carísimo”.
Opiniones que se deben compartir en general y en particular, porque hay mucho más para perder que para ganar a partir de los riesgos de perder en menos de lo que canta un gallo el estatus sanitario y el escenario que ha costado tanto trabajo lograr en una región siempre complicada por esta problemática.