En los últimos días, Vinícius Pinheiro, director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe, comentó la reciente nota técnica de la Oficina Regional de la OIT, la cual contiene los últimos datos disponibles sobre el impacto de la COVID-19 durante el último año. El título de dicha publicación es “Transitando la crisis laboral por la pandemia: hacia una recuperación del empleo centrada en las personas”.
1. Líneas generales
De acuerdo con el documento, “a un año de iniciada la pandemia por COVID-19 la crisis en los mercados de trabajo puso en evidencia los importantes déficits de trabajo decente que ya experimentaba América Latina y el Caribe. La crisis ha provocado transiciones importantes e inéditas de salida de la fuerza de trabajo, lo que ha determinado un impacto más moderado de lo esperado en la tasa de desocupación. El panorama resulta aún más preocupante al considerar que los impactos han sido desiguales y que el sendero de recuperación está siendo acompañado de una amplificación de brechas laborales y de ingresos, donde la recuperación del empleo ha estado liderada por las ocupaciones informales. En este contexto, las políticas productivas deben estar en sintonía con las políticas que estimulen la demanda de empleo, que son determinantes para transitar un sendero de crecimiento centrado en las personas”.
2. Contexto
Según la OIT, “la irrupción de la COVID-19 en la región se verificó en un contexto caracterizado por la desaceleración económica y la ralentización o reversión de las mejoras laborales logradas en los años previos, pero donde también persisten características estructurales presentes antes de la pandemia asociadas con la elevada informalidad laboral, rezagos en la productividad, bajos ingresos laborales, significativas brechas salariales y debilidades en los sistemas de protección social y de salud en cuanto a cobertura y suficiencia de las prestaciones. No sorprende, por lo tanto, que el colapso macroeconómico haya impactado de manera desproporcionada sobre algunos segmentos de la población, amplificando las brechas laborales y sociales que caracterizan la región”.
3. Crisis
En cuanto a la crisis causada por la pandemia de la COVID-19, el informe advierte que la misma “ha generado en América Latina una recesión económica de una magnitud y extensión sin precedentes. Las últimas proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) correspondientes al mes de abril de 2021 estiman para 2020 una contracción del PBI regional de -7%. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estima un descenso del PBI regional del orden del -7,7 por ciento mientras que la proyección del Banco Mundial es de -6,9 por ciento. De acuerdo a la Cepal, esta contracción económica es la más elevada desde que se tienen registros en 1900. A su vez, estas cifras se comparan con caídas del PBI mundial del orden de -3,3 por ciento (FMI) y -4,4 por ciento (Cepal). (…) De acuerdo al Observatorio de la OIT, América Latina y el Caribe ha sido la región con mayor contracción en las horas de trabajo en todo el mundo, con una pérdida estimada del orden del 16,2 por ciento durante 2020 en comparación con 2019. Esta cifra casi duplica la estimada a nivel mundial, 8,8 por ciento”.
4. Recuperación
Para este organismo internacional, “las perspectivas de recuperación económica para 2021 son modestas y aún muy inciertas, por lo que las expectativas acerca de una posible reversión de la situación crítica del mercado de trabajo deberían ser muy cautelosas. Ello se vuelve más crítico con la aparición de nuevas olas de contagio y frente a las dificultades para avanzar rápidamente en procesos de vacunación masivos de la población observadas durante el primer trimestre de 2021. Las nuevas medidas de confinamiento, el cierre de fronteras y las restricciones a ciertas actividades económicas no sólo pueden ralentizar y complejizar el sendero de recuperación, sino que pueden amplificar aún más las brechas laborales y sociales en la región.
Si bien la coyuntura macroeconómica de inicio de 2021 ha mostrado un avance en los precios de las materias primas y del comercio internacional que pueden dar un impulso alentador al proceso de recuperación, persisten las incertidumbres de qué tan sostenibles pueden ser y si pudieran iniciar un período que vuelva a sesgar la producción regional hacia los productos primarios basados en recursos naturales y por lo tanto ralentizar la transición hacia una estructura productiva con mayor contenido tecnológico, basado en conocimiento, más integrada a las cadenas mundiales de producción con mayor valor agregado y demandante de mano de obra calificada”.