Criollos continúan marchando por caminos de Salto

Hasta el domingo 15 los criollistas continúan marchando por los caminos de Salto.

Prosigue la 50ª Marcha de Caballos Criollos, que se desarrolla por los caminos del departamento de Salto y con epicentro en las instalaciones de la Agropecuaria local. Mañana tendrán el día de descanso para reiniciar la prueba el martes y el jueves 12 será la primera instancia libre de la actividad que pone en evidencia la resistencia, poder de recuperación y la rusticidad de la raza.
La competencia que se realiza cumpliendo todos los protocolos sanitarios exigidos, se inició con 89 ejemplares al camino, aunque este domingo son 83 los que continúan marchando. Iniciaron la prueba 9 binomios de Artigas, 2 de Canelones, 12 de Cerro Largo, 1 de Colonia, 1 de Durazno, 3 de Flores, 2 de Florida, 6 de Lavalleja, 4 de Paysandú, 2 de Rivera, 1 de Rocha, 19 de Salto, 1 de Soriano y 6 de Tacuarembó.

Como es habitual, la marcha es de 750 kilómetros que se cumplen en 15 días. Pero este año y tal como fue anunciado previamente, debido a los protocolos sanitarios, únicamente se permite el acceso a las instalaciones de la Agropecuaria a los organizadores y jinetes. No está permitido el ingreso de acompañantes y tampoco estará habilitada la cantina para el almuerzo o cena. Para evitar aglomeraciones, los jinetes se alojan fuera del predio.

Historia de marchas

Las 50 marchas se han realizado a lo largo de 75 años. La primera que se llamó “Raid” y se realizó en 1946. A solo 4 años de su fundación los directivos de la época se preocuparon por brindarle a los criadores una herramienta que les proporcionara información objetiva de la funcionalidad de sus reproductores. Se pretendió hacerlo básicamente en tres aspectos esenciales: resistencia, rusticidad y el poder de recuperación luego de un esfuerzo importante.
En ese sentido, se encargó de su estudio, diagramación, reglamentación, y de la organización necesaria durante su realización al ingeniero agrónomo Julio Ponce de León y a Eduardo Ibarra. Asombra el dominio de conceptos técnicos que manejaron al diagramar la marcha, primero porque la prueba se planifica en el mismo ambiente en que los reproductores participantes deben de realizar su función habitualmente en un establecimiento, principio básico y esencial de cualquier prueba de comportamiento que pretenda aportar información para mejorar una raza, que en este caso particular resultaba ser una herramienta de trabajo fundamental.

Además, la prueba intenta reflejar el esfuerzo de ese trabajo, tal cual sucede en su realización con altos y bajos que dependen, obviamente, del tipo de trabajo, su duración y el terreno propio donde se desarrolla tal cual ocurre en la realidad. La prueba tiene un período de nivelación previa al inicio de la misma y durante el comienzo de la prueba, para que la información que se recoja de la comparación entre los participantes de la prueba sea el más fiel reflejo posible de las diferencias congénitas.
Es importante tener en cuenta que en ese momento no eran de uso corriente entre los productores agropecuarios y tampoco las pruebas de comportamiento objetivas en la selección de las distintas razas y especies. Estos conceptos se empezaron a manejar en el país como 20 años después, entrada la década del 60.
Luego de la marcha del 46 se corrió en el 47, 48, 52 ,53 y 54 y entramos en un período de 22 años que no se realizó. ¿Por qué?, se pregunta Pedro M. Dartayete, responsable del artículo que se puede leer en el catálogo de la presente marcha. “Realmente no lo sé, pero pienso que la principal razón fue porque la prueba estaba 20 años adelantada a la época y los criadores no valoraron la información que podían recoger. Pensaban que simplemente con la observación en el trabajo alcanzaba para realizar la selección funcional”, dice.

En el año 1976 los arachanes se fueron a las cuchillas y la Agremiación de Criadores de Cerro Largo organizó una prueba de 4 días sobre 250 kilómetros que denominó marcha (no raid), “para que no hubiera confusión, por la de ellos, sin preguntarle nada a nadie, bajo su total responsabilidad. Técnicamente la prueba distaba mucho de la original, pero ese no fue su real valor, lo importante, lo que trascendió hasta nuestros días es que sacó el carro del barro en el que estaba empantanado”.
Explicó que la prueba se realizó en dos categorías: criollos de pedrigrí y caballos sin pedrigrí pero con tipo criollo. “En la categoría de pedrigrí fueron muy pocos los que participaron, casi el único fue un criador precisamente de Salto, que cruzó el país de oeste a este con 4 yeguas de pedrigrí, Don Diego Landa Dondo. Y así, el carro salió del pantano. En el 77 se corren 500 kilómetros en una semana y en el año 78, 550 kilómetros en 10 días, ya con una estructura general inspirada en las marchas originales, respetando todos sus principios excepto los días y los kilómetros”, detalla Dartayete.

En el año 1979 bajo la dirección total de la comisión de marchas de la directiva de la Scccu, la prueba vuelve a los 750 kilómetros que se habían corrido 5 veces de las 6 pruebas originales, se vuelve a los 15 días con una reglamentación promedio. Resulta obligado en este momento, sostiene Dartayete, reconocer la colaboración de la Sociedad Agropecuaria de Lavalleja en lo que hace a la infraestructura y a la propia organización, colaborando incluso con su personal para hacer posible la realización.
La marcha se consolidó y del 79 para acá no se ha corrido sólo en 2 años: En 2001 por la aftosa y 2020 por el coronavirus. “En estos 43 años la prueba ha tomado mucha fuerza en la vida de sociedad y se ha actualizado realizando los cambios necesarios para adaptarse a las mejores condiciones en que se crían y se preparan hoy los caballos para la prueba, a modo de ejemplo les voy a contar que en 1979 las yeguas de Miguel Larriera llegaron por tierra a la concentración”, cierra Dartayete.