En el día de ayer el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dio a conocer la octava serie del informe titulado “El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe”. Sin duda estamos en una región con graves problemas, ya que como señala el informe América Latina y el Caribe, junto con África subsahariana, es la región más desigual del mundo, según estimaciones de las Naciones Unidas.
1. Desigualdad
De acuerdo con el BID, “los países de América Latina y el Caribe se caracterizan por una marcada desigualdad social y económica en comparación con otros países del mundo. Desde la década de los noventa, la desigualdad en la distribución de ingresos ha tenido una tendencia a la baja en la región. Sin embargo, todavía sigue siendo un obstáculo para el desarrollo y el crecimiento en la región. (…) En los últimos 20 años hemos evidenciado un crecimiento de los ingresos de los trabajadores en la región. Incluso, se puede comprobar que los ingresos de las personas que menos ganan han crecido más que los de aquellos que reciben salarios más altos. Además, hemos visto cómo se han reducido las brechas de ingreso entre las zonas rurales y urbanas, entre hombres y mujeres, entre trabajadores formales e informales y según el nivel de educación. Estas tendencias son comunes para todos los países de la región. No obstante, algunas brechas todavía son grandes. Por ejemplo, se observan grandes diferencias en los salarios de los jóvenes, de trabajadores informales o de las mujeres jefas de hogar y con bajos niveles de educación. (…) Aunque la brecha salarial por zona se reduce en la región, todavía sigue habiendo una diferencia salarial entre las personas que viven en zonas urbanas y en zonas rurales. En el año 2000, una persona que vivía en una zona urbana ganaba cerca de un 60% más que en una zona rural. Diez años después, esta brecha salarial disminuyó a un 45%. Pero no fue hasta el año 2019 cuando la brecha se redujo por debajo del 40%. En ese momento, un trabajador en zona urbana ganaba un 36% más que un trabajador en zona rural. Además, cada vez hay más trabajadores en las zonas urbanas en los países analizados de la región. En el año 2000, el 32% de los trabajadores se encontraba en zonas rurales, mientras que en el año 2019 ese porcentaje se había disminuido hasta el 23%. (…) En resumen, la desigualdad de ingresos laborales ha disminuido en América Latina y el Caribe en las últimas dos décadas, y los trabajadores de la región perciben mayores salarios reales que hace 20 años”.
2. Pandemia
Según el informe, “a principios del 2020 llegó la pandemia del COVID-19 y, con ella, una serie de medidas que buscaban contener los contagios pero que, a su vez, frenaron la actividad económica y tuvieron un fuerte impacto sobre el empleo. Muchos trabajadores de la región perdieron su trabajo, los salarios disminuyeron y las horas trabajadas fueron menos tras el choque del COVID-19. Los más afectados fueron los trabajadores informales e independientes, aquellos con menores niveles de educación, los jóvenes y las mujeres. (…) La situación no es fácil. La pandemia revirtió la tendencia creciente de los ingresos en la región y, por tanto, el ritmo al que se estaba reduciendo la desigualdad de ingresos. Los retos para el futuro incluyen una recuperación económica con un enfoque inclusivo, en donde se favorezca la creación de empleo formal, la protección social y la ampliación de programas sociales”.
3. Perspectivas y reformas
El documento expresa, asimismo, que “la perspectiva positiva que se tenía para la década 2020-2030 en los países de la región, siguiendo su tendencia en la lucha contra la desigualdad de las últimas décadas, se vio alterada por una pandemia que afectó al mundo entero. Como consecuencia de este choque externo inesperado, se espera un retroceso fuerte en las condiciones de vida de los trabajadores y sus familias, especialmente entre las poblaciones más vulnerables. Además, esta crisis ha significado un reto para los gobiernos, pues se necesitó la instalación y reorientación de políticas para prevenir la propagación de los contagios, preparar y adecuar la infraestructura hospitalaria y mitigar la pérdida de ingresos de los hogares. (…) Recuperar la senda de crecimiento de los ingresos laborales de las personas en la región, así como la reducción de la desigualdad que se observaba para las últimas dos décadas no será tarea fácil. La recuperación económica, además, estará limitada por los recursos fiscales, por lo que las medidas de los gobiernos deben apuntar hacia el crecimiento inclusivo en donde se incentiven la actividad económica y el emprendimiento. En este contexto, la pandemia representa un reto para los países de la región, pero implica también una oportunidad hacia el futuro para impulsar reformas en el mercado laboral y en las condiciones de los trabajadores y los hogares”.
Dr. Rodrigo Deleón