Para “que no falte el agua”: empatía y trabajo en equipo

En la noche del 30 de enero, cuando las llamas se volvían incontrolables.

La solidaridad, la empatía, el trabajo en equipo y un gran orgullo de lo que se puede lograr cuando se mancomunan esfuerzos en pos de un objetivo común, fueron destacados por Martín Bercianos y Yair Villavicencio, como lo más sobresaliente de los días que vivieron en las poblaciones en riesgo durante los incendios iniciados el 29 de diciembre y que afectó grandes extensiones de los departamentos de Paysandú y Río Negro.

Desde ese primer día permanecieron prácticamente 85 horas sin dormir con el firme objetivo fijado de mantener el suministro de agua, “para generar tranquilidad al menos en eso”, explicaron a EL TELEGRAFO. Bercianos y Villavicencio trabajan en una empresa contratista para Forestal Oriental –Rucks Ltda.–, y su labor consistió en proporcionar el agua a través de tres camiones cisterna con 25.000 litros de capacidad.

Cuando se inició todo, cargaron las cisternas en el arroyo Sacra y partieron primero para Algorta, donde se demandó su presencia en primer lugar y luego, “a medida que se fueron liberando se llevaron camiones para la Ruta 24, para Tres Bocas”, indicaron.

“Los camioneros estaban de licencia y salió todo de apuro, Yair se subió a un camión, el muchacho de mantenimiento de camiones también y salimos para allá”, contó Bercianos. “Nosotros pensamos que era para esa tarde y esa noche, fuimos con lo puesto, imaginábamos que nos volvíamos a la noche o a la madrugada”, agregó.

Sin embargo, “estuvimos hasta el 1º de noche de corrido, prácticamente 85 horas sin dormir. Nunca habíamos visto algo tan grande y la gente de la zona tampoco”, observó Bercianos.

“Se juntaron dos fenómenos, el fuego y el viento y este cambiaba hacia todos los puntos cardinales. Es impresionante cómo se propagó de un lado al otro”, dijo. Frente a ese escenario, “nos pusimos como meta que no falte el agua; organizarnos para ello y así generar tranquilidad para que al menos no tengan que preocuparse por eso; que venga un camión bombero a abastecerse y tenga agua”, precisó.

Para ello, “Yair empezó a controlar cada cuánto venían los camiones bomberos, cuánta agua se llevaba, dónde íbamos a cargar, cuánto tiempo demorábamos en hacerlo y empezamos a cronometrar para no tener tiempos muertos. Empezamos con dos camiones y luego trajimos uno más”, indicó Bercianos.

GRACIAS A LA COLABORACIÓN DE LA GENTE

El objetivo trazado se cumplió, pero “no lo hubiéramos logrado si no fuera por toda la gente que nos dio una mano; no fue un logro nuestro, fue una meta cumplida gracias a la colaboración de toda la gente”, remarcaron.

En ese sentido Yair destacó que “no faltó agua porque hubo cantidad de gente que venía en un camioncito con tanques que no tenían bomba para cargar y, empleando la bomba nuestra ellos mismos, nos iban abasteciendo para que no tuviéramos que viajar tan lejos o a Almirón, donde fuimos tantas veces para abastecer”.

“El período más complicado en cuanto a consumo de agua y desesperación fue del 30 al 31, en Orgoroso y Piedras Coloradas; adentro había cientos de personas tratando de combatir el fuego, que no era en un foco, sino en varios y que abarcó grandes extensiones de Montes del Plata, Rivermol, UPM, Caja Bancaria. Llegó un momento en que el fuego estaba tan peligroso que Bomberos decide evacuar a los civiles y les piden por favor que cuiden el pueblo de las resacas prendidas fuego que podían caer en cualquier lugar; formaron cuadrillas de cuidado del pueblo con mochilas con agua.

Ahí, también, empezaron a abastecernos ellos a nosotros, para no tener que desanclarnos –estábamos en Orgoroso–, nos dieron una mano muy grande. Logramos tener agua siempre gracias a la colaboración de toda la gente”, reconoció.

Villavicencio destacó la solidaridad de la gente expresada de muchas formas. “Me consta que hubo gente que sacó de su propias cosas para acercar refuerzos de milanesas, refuerzos de fiambre, botellas de hielo. Se acercaban para preguntarte ¿comió?, ¿precisa agua fría, fruta?, recordó conmovido. Además, una vez que abrieron la escuela y el salón comunal de Orgoroso y el de Piedras Coloradas, en todo momento quienes trabajaban allí, recibían en forma permanente de agua, fruta y comida”, detalló.

Se mezclaban “las ganas de ayudar y la desesperación; todos querían hacer algo. Los gurises sin camisa, de short, con chinelas o alpargatas, ¡cómo corrían a apagar el fuego! Afortunadamente no pasó nada, no hubo que lamentar ni una intoxicación”, destacó Bercianos.

“EL FUEGO ERA INCONTROLABLE”

“Nosotros nos fuimos el 29, pasamos la noche en la ruta 25, seguimos al otro día donde se trataba de controlar esos focos en la zona que se venían muy rápido y, hablando con gente de la zona, vimos que estaban todos muy preocupados. El 30 en Orgoroso, vimos gente que corría para la ruta, otros cargaban en un camión la mudanza”, son imágenes movilizadoras y mientras “el fuego no cedía, era incontrolable”, contó Bercianos.

“El 30 llego al acopio, donde se estaba llenando un camión por la 25, y en determinado momento uno de los muchachos dice ‘avisen que no voy a terminar el turno porque el fuego está llegando a Orgoroso’. Le dije ‘vení, subí conmigo y vamos a ver’. Cuando voy llegando a Orgoroso, veo la gente disparando, cargando cosas; dejé al muchacho y me fui a la entrada de La Merced, que es el campo que está detrás del pueblo, y se veía el resplandor, hasta que vi el mismo fuego. Ahí es cuando decidimos traer todo para Orgoroso. El fuego no se vino para el pueblo, no llegó al aserradero; laburaron de una manera impresionante haciendo cortafuegos. El fuego saltó por la 90 para el otro lado. Ese 30 dijimos ‘no parás con nada este incendio’”, relató Bercianos, quien significó que desde un primer momento “no importaba cuánto se quemara de producción, la prioridad era que no llegara a los poblados”.

“VIMOS COSAS DE PELÍCULA”

“El 1º de enero fue el día que se venía para Orgoroso por segunda vez. Ese día vimos cosas de película, como cuando venía el fuego a una altura determinada y de repente tomó oxígeno y se fue para arriba, el camión de los bomberos y las máquinas quedan adentro y por allá se ve el camión de bomberos saliendo, se acerca a cargar agua y me dice ‘Yair si no llueve, no lo apagamos más’. En eso cambia el viento y agarra rumbo a Pandule”, relató.

LLANTO DE ALEGRÍA

“Salimos rumbo a Pandule, a mitad de camino me cruza el fuego por delante, que pasó la ruta 90 de un lado a otro, me quedo esperando, me llama el camionero y me dice ‘no puedo pasar por el humo’, miro para atrás y no lo veo; fuego adelante, fuego atrás, en la desesperación pienso qué hacer, y, finalmente, en un momento que el humo se disipa, seguimos camino. Cuando llegamos empieza a chispear. Veo autos en la ruta de la gente que vive en la zona y había gurises en la vía, en la escuela, todos desparramados esperando. ¡Cómo se me caían las lágrimas cuando empezó a llover! Qué bendición, dije ‘Ay Diosito nunca tan contento con vos como ahora’; esa desesperación que calmaba”, revivió Bercianos.

Pese a la lluvia, la tarea aún no había terminado, pues “viene el famoso enfriado que es apagar cada foquito. Hasta Reyes aparecían focos por todos lados y siguió habiendo viento, eran focos en La Merced, en Piedras Coloradas, y ahí fue cuando en una reunión con el jefe de los Bomberos Riaño y la gente de la Intendencia, se llegó a la conclusión que en ciertos lugares no podría haber habido un foco, y ahí es cuando declaran que habría casos que estarían siendo intencionales. Ahí sentís impotencia, son cosas que no entendés. Esa tarea de enfriado grande fue hasta el 16 de enero”, refirió Bercianos.

Destacaron especialmente “la colaboración de la Intendencia, los municipios, la buena predisposición para cargarnos los camiones en Almirón a cualquier hora, en Piedras Coloradas donde se tuvo que sacar de la piscina, CARU y CTM. También la labor de Bomberos, Policía y Policía Caminera; bomberos voluntarios jovencitos, gurises y gurisas, con muchas ganas de ayudar. Acá no había masculino o femenino, las mujeres trabajaban a la par”.

“También hay que mencionar a todas las empresas contratistas que estuvieron combatiendo el incendio, poniendo maquinaria y gente, y luego durante el enfriado trabajaban en turnos de 12 horas. Hasta el 16 de enero se trabajó sin parar 24 horas en 2 turnos de 12. Llegaron a estar controlando el enfriado entre contratistas y funcionarios de UPM de todos los escalafones, entre 50 a 80 personas por turno en diferentes focos. A la vez debemos agradecer a los colegas transportistas contratados por la Intendencia que fue fundamental su apoyo también para el suministro de agua”, señaló.

UN 1º DISTINTO

Lejos de sus respectivas familias, “fue un Año Nuevo totalmente atípico, pero por algo estábamos ahí. Si lo razonás fue un feliz Año Nuevo, no volaba una mosca, la gente tirando agua, tratando de apagar el fuego con ramas, pero logramos que no hubieran víctimas. Estábamos cansados, pero sabiendo que estás en el lugar justo, en el momento justo y que por algo te tocó vivirlo ahí”, reflexionó Bercianos.

A unos cuantos días de este suceso, “me queda el orgullo de ver que, cuando todos nos centramos y peleamos por una cosa en común, trabajando en equipo, las cosas que podemos lograr son increíbles, porque lo único que ves es el corazón de la gente, de todos los que participaron, gurisitos, una mujer embarazada con un balde, gente durmiendo en la vía. Me llevo el orgullo de lo que es capaz la gente no solo de los pueblos afectados, porque vinieron a ayudar de todos lados”, concluyó.