Estrategia preventiva

La importancia de la vacunación ha quedado mundialmente demostrada en la actual pandemia y las vacunas contra la COVID-19 han sido fundamentales en el combate a esta enfermedad. No obstante, en dos años de pandemia y con la atención puesta para controlarla, con profesionales y sistemas de salud desbordados, América Latina y el Caribe ha retrocedido casi tres décadas de progreso en la lucha contra otras graves enfermedades, como la poliomielitis y el sarampión, según estimaciones de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El fenómeno también se registra en nuestro país y en una jornada académica la Sociedad Uruguaya de Pediatría recientemente llamó la atención sobre la existencia de atrasos en otras vacunas, incluso las integradas al carné obligatorio.

El problema, que se reitera en el mundo, es el responsable que 2,7 millones de niños de las Américas quedaran sin vacunar o con esquemas incompletos en 2020 volviéndolos susceptibles a contraer enfermedades como el sarampión, la polio y la difteria (las dos primeras eliminadas de la región), según informó la OPS.
Mientras la tasa de cobertura con las tres dosis de la vacuna contra la polio se ubicó en el 82% en 2020 –la más baja desde 1994–, la tasa de cobertura regional contra el sarampión, la parotiditis y la rubéola (con la vacuna triple viral SRP1) fue del 87%, seis puntos porcentuales menos que el 93% registrado en 2016. Por su parte, la cobertura regional para la difteria, el tétanos y la tos ferina (con la vacuna DTP3) también cayó de un 91% en 2016 a un 85% en 2020. Todas estas tasas se ubicaron por debajo del 95% recomendado por la OPS para prevenir brotes.

En tanto, con aproximadamente 1.800 millones de dosis aplicadas en la región en solo 16 meses, la vacunación contra la COVID-19 es el mayor programa de inmunización de la historia. Catorce países en la región de las Américas han alcanzado la meta de la OMS de vacunar al 70% de su población antes de julio de 2022, 26 han logrado una cobertura de entre el 40% y el 69%, y 11 permanecen por debajo del 40%.
Con el objetivo de concientizar sobre la importancia de la vacunación como estrategia preventiva, en esta semana y hasta el sábado 30 se están realizando diferentes acciones en el marco de la 20ª Semana de Vacunación en las Américas, que se desarrolla bajo la consigna “Date las vacunas” en todos los países de las Américas.

“Mientras trabajábamos arduamente para proteger a nuestras poblaciones contra la COVID-19, nuestros programas de inmunización de rutina se vieron gravemente afectados”, afirmó la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), doctora Carissa Etienne, al realizar un llamado a cerrar todas las brechas en la cobertura de vacunación, incluyendo las de COVID-19. En este sentido, dijo que “incluso antes de que la COVID-19 paralizara el mundo, la cobertura de vacunas de rutina había caído por debajo de niveles óptimos” y agregó que los dos últimos años han hecho retroceder casi tres décadas de progreso en la vacunación contra la polio y el sarampión, generándose un riesgo real para su reintroducción.
“Hoy volvemos a estar en los mismos niveles de cobertura de vacunación que en 1994, cuando estas enfermedades todavía suponían una grave amenaza para nuestros niños, familias y comunidades”, lamentó.

Al respecto advirtió que “si esta situación continúa, pagaremos un precio muy alto en pérdidas de vidas, aumento de discapacidades y enormes costes financieros”.
En Uruguay desde 1982, mediante la Ley 15.272, se desarrolla el actual Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI), de alcance nacional y que incluye la obligatoriedad de las principales vacunas contra enfermedades infecciosas e inmuno prevenibles.
Son vacunas que en nuestro país se administran de forma gratuita y universal en todos los puestos de vacunación del país, tanto estatales como privados, independientemente del prestador del que la persona sea usuaria, lo que facilita y promueve la accesibilidad y el cumplimiento de la obligatoriedad.

En nuestra historia reciente, las altas tasas de cobertura en administración de las vacunas, superiores al 95%, han colocado a nuestro país a la vanguardia en materia de cobertura de vacunas y se han traducido en un alto grado de control de enfermedades prevenibles significando muy importantes logros sanitarios como la erradicación de la polio, el tétanos del recién nacido y la difteria.
El Certificado Esquema de Vacunación fue implementado por el Ministerio de Salud Pública en 1982 con ocho vacunas contra las principales enfermedades inmuno prevenibles en la infancia (tuberculosis, poliomielitis, difteria, tétanos, tos ferina, sarampión, rubéola y paperas). No obstante, en la actualidad muchas de las vacunas deben administrarse en diversas dosis y a lo largo de toda la vida, siendo ofrecidas en forma gratuita a la población. Un ejemplo de ello es la vacunación anual contra la gripe que está comenzando en estos días con el arribo de 700.000 dosis.

Por otra parte, también se cuenta con un esquema aparte, específico y puntual, de vacunación para situaciones especiales organizado por condición médica y dirigido a distintos grupos de riesgo, tales como embarazadas, personal de la salud, personas que padecen enfermedad renal o hepática crónica, cardíaca pulmonar, diabetes, VIH o cualquier otra enfermedad que se trate con medicamento inmunosupresor. Dicho esquema de vacunación por condición médica detalla tanto las vacunas que deben administrarse estas poblaciones como aquellas que, prescripción médica mediante, con base en la condición de cada persona, estén contraindicadas.

La vacunación constituye una de las estrategias de prevención primaria de salud pública más eficientes y de mayor beneficio ya que previenen enfermedades que, en ausencia de la inmunización, podrían causar graves problemas de salud, discapacidad o incluso la muerte.
En América Latina y el Caribe la cobertura de las vacunas contra la COVID-19 alcanza un promedio de 66%, por lo que aún queda un largo camino para lograr que todas las poblaciones de riesgo de los diferentes países reciban las dosis necesarias. En Uruguay, si bien no es obligatoria, está al alcance de todos y eso es algo que debemos reconocer y celebrar. Lo mismo pasa con el resto de las vacunas obligatorias y la amplia mayoría de las recomendadas.

No obstante, para optimizar la protección y asegurar la efectividad de la estrategia de vacunación, es fundamental no solo que los niños y los adultos reciban las vacunas sino que además lo hagan en el momento indicado, es decir, no registrando atrasos. Es algo simple que debemos recordar y alcanza con acercarse al puesto de vacunación más cercano para vacunarse y proteger a nuestros hijos y nosotros mismos. Vacunarse es, pues, un derecho de cada ciudadano pero también parte de nuestra responsabilidad social para evitar la propagación de enfermedades, además de una oportunidad que en otros países no todos tienen.