“Los Auténticos Decadentes”, el baile no se detiene

Hay shows que se definen con un solo momento. El de Los Auténticos Decadentes, sin dudarlo, con la demoledora versión de “Los viejos vinagres”, un inolvidable éxito de Sumo, banda a la que precisamente con este tema en la voz de Cucho Parisi le rinden homenaje, desde que sostienen su influencia ha sido muy fuerte. De paso el tema no habla de viejos en edad, sino en realidad critica a la juventud “hueca”. Por eso la letra sostiene “no te olvides de posar/en la disco o en el bar” o cita irónicamente al final a Rubén Darío, “juventud divino tesoro”. “Los viejos vinagres” integra el primer disco de la trilogía “ADN”, de los Decadentes.
¿Y qué decir de Los Auténticos Decadentes en su show en el anfiteatro? Una “banda” de músicos, un montón de cincuentones que parecen tener veinte, que se divierten como locos con la música que les encanta, y que transmiten esa energía hacia las gradas, donde cada tema se canta y baila, donde nadie permanece sentado.

Es que la música de “Los Auténticos Decadentes” no falta en casi ninguna fiesta que se precie de tal. Una formación que tiene como prioridad divertir y bailar, darle alegría a los espectadores, a ritmo de ska, rock, reggae, un poco de cumbia, otro de candombe y metiendo por allí alguna balada. A esta altura de la trayectoria de los Decadentes, 35 años, resulta muy conveniente tener varios vocalistas, lo que le sirve de descanso a Cucho, que deja abierto el juego para alguno de sus compañeros.

La situación no deja de ser curiosa, verlos divertirse como el primer día, ante una audiencia que mezcla a los cincuentones que los siguen desde el comienzo, a fines de los ochenta, con jóvenes que se han sumado atrapados por la alegría, la diversión y la permanencia de éxitos o himnos fiesteros como “Pendejo”, “La guitarra” o “El murguero”. Y dejándolo todo arriba del escenario.
Obviamente también interpretan otros éxitos que se bailan en fiestas o encuentros de amigos, como “Un osito de peluche de Taiwán”, “Vení Raquel”, “Los Piratas” y hasta “Siga el baile”, de Alberto Castillo. Un show que cumplió con lo esperado, que movió las gradas, que dejó a todos felices. Es que en realidad el público fue porque “la banda sigue (tocando), la banda sigue (cantando)”. Y seguirán, como “cincuentones veinteañeros”.
Después de todo, en esto de la edad, si bien la biológica no se puede obviar, la que vale es la del alma. Pues, que siga el baile. E.J.S.