El divorcio que históricamente ha sido planteado en cuanto a conceptos sobre la educación y la capacitación para el trabajo en el Uruguay aparece como un desafío que ha sido abordado hasta ahora solo tangencialmente, porque no se ha encarado con la contundencia y decisión necesaria el adaptar la capacitación a la evolución del mercado de trabajo. Ello determina que buena parte de los egresados de la educación secundaria y terciaria se encuentren con un notorio déficit en capacitación para los puestos laborales disponibles que se van creando en el país.
Es decir, hay desempleo importante pero a la vez hay sectores que tienen gran demanda insatisfecha por falta de generación de personas con la formación que requieren por ejemplo en el área de las TIC, es decir las tecnologías de la información y la comunicación, entre otras áreas en las que inversiones focales, como es el caso de la forestal, por ejemplo, han creado polos de desarrollo donde hay necesidad de formación específica.
A ello debe agregarse un porcentaje creciente de deserción a medida que se avanza en el sistema educativo, en parte porque hay desestímulo para la juventud en seguir los estudios, que puede deberse a hogares problemáticos en cierta medida, a falta de información sobre como canalizar aptitudes o inclinaciones para traducirlo en el área del empleo a través del estudio, y también a déficit en la oferta educativa para insertarse en la demanda laboral de las empresas.
Una problemática compleja, diversa y con muchas puntas para atender, en tanto los gremios docentes que reclaman participar en la gobernanza de la educación, en realidad no aportan respuestas, sino que son parte del problema, y por supuesto, solo apuestan a obtener mejoras laborales –es en esencia el objetivo para la formación de un gremio– pero además sumar poder extorsivo por motivaciones ideológicas.
Es pertinente por lo tanto, entre otros deberes, atender el divorcio entre educación formal y trabajo, según acertada evaluación que formula el economista Juan Felipe Migues, consultor en temas de educación, formación profesional y mercado de trabajo.
En reflexiones que aporta al suplemento Economía y Mercado, del diario El País, el profesional expone que la desconexión entre el sistema educativo y el mercado de trabajo se comenzará a atender, entre otras modalidades, a través de la formación dual. El recientemente presentado Plan de Política Educativa incluye esta dinámica, escasamente desarrollada en Uruguay, y respecto a este tema el Ec. Migues por encargo de Unicef elaboró un documento donde analiza el marco legal y relevamiento de experiencias locales sobre formación dual, asegurando que el diseño propuesto es potente y advierte sobre los desafíos que se presentan: la captación de empresas, la formación de tutores y la certificación final para los estudiantes.
Evalúa en este sentido que es una herramienta “muy potente, porque no solo dice para donde va, que ya es importante, sino que además asigna metas cuantificables y señala quién está a cargo de llevar adelante esas metas o alcanzar esa meta de formación. Pero además involucra a Inefop (Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional) y ANEP, lo que representa una interacción importante entre educación formal y no formal, que son hasta ahora dos mundos a veces paralelos, cuando es necesario que tengan más puntos de contacto”.
Considera que para empezar es fundamental preguntarnos por qué los jóvenes abandonan el sistema educativo y entre otros aspectos reflexionó que los estudiantes “están tomando decisiones de manera racional frente a la información con que cuentan”, en tanto las respuestas que ofrecen a través de encuestas refieren a que su decisión obedece a que “no me interesaba lo que estaba aprendiendo”, o “me interesaba aprender otras cosas”, en tanto una buena parte expresa que abandonó el estudio porque empezó a trabajar, por lo que pierden el interés al seducirlos en lo inmediato el mercado de trabajo, ante necesidades propias o familiares de contar con ingresos en esta etapa de la vida.
Es una realidad que con matices pasa por la problemática propia de un país donde los ingresos de los hogares promedialmente están por debajo de las aspiraciones o necesidades de los integrantes del núcleo y el joven se encuentra con el imperativo de la inmediatez, cuando además lo que aprenden no colma sus expectativas de ingreso al mercado de trabajo, orientación y/o capacidad. Hay diversos factores que inciden para ir alejando al joven de esta etapa clave de la educación, y entre otras menciona el profesional si “es pertinente tener a un chiquilín sentado ocho horas frente a un pizarrón en una clase; ¿por qué lo obligamos a estar ahí? A veces no le prestamos atención, porque consideramos que son jóvenes, que no se dan cuenta de que les va el futuro en eso. Lo que sucede dentro de clase, las materias que se le proponen, cómo se los evalúa, todo lleva a que pierden el interés muy rápido”.
También hay factores que influyen, más allá del sistema educativo, naturalmente, pero en síntesis hay un esquema multicausal que refiere fundamentalmente a que se desacoplan las expectativas y la realidad, porque el educando pone en tela de juicio constantemente si realmente lo que estudia, la oferta en la que participa, le servirá para su futuro y si vale la pena postergar urgencias de ingresos e incluso otros intereses, para una formación que percibe –muchas veces con razón– como de dudosa utilidad.
La propuesta que menciona el Ec. Migues pasa por una formación “dual” que “habilita a acercar dos espacios donde aprendemos trabajando y estudiando. Un elemento clave de la formación es ‘yo aprendo haciendo’ en estos programas que acercan la formación y el mundo del trabajo –la formación dual es uno de ellos– cuando voy a una empresa y aplico los conocimientos, me doy cuenta de cuáles son los problemas en la realidad. Eso termina, a mi juicio, captando la atención del estudiante”.
“Pero además, ese alumno vuelve a clase y enriquece lo que pasa en el aula, volcando su experiencia. Hay una retroalimentación que tiene al aprendiz como foco. Sale de clase, implementa lo que hace, le pagan un sueldo por hacer lo que está haciendo y vuelve a clase a compartir y buscar más conocimientos”, añade.
Lo que señala el economista es precisamente un ideal en el concepto de la educación dual, pero aplicable por esencia en países donde está muy desarrollada la institucionalidad entre la educación y las empresas, para beneficio general. Pero en Uruguay esta ventana es muy reducida, aunque se implementa ya en un esquema muy acotado y que realmente no mueve la aguja en el contexto general.
Pero sí es un rumbo en el que hay que profundizar, porque es la llave para promover un circuito virtuoso entre la teoría y la realidad, y generar una reforma educativa en serio, para que se le dé sentido práctico a la educación entre las urgencias y lo importante, apuntando a la formación para el trabajo, en el área que sea, por acuerdos entre empresas y el sistema educativo, como centro de esta innovación, para potenciar aprendizajes e ir incorporando además experiencia como valor agregado en un país que mucho lo necesita. → Leer más