Con la educación como punto de partida

Desde este lunes se realizarán las pruebas PISA en Uruguay, con el fin de evaluar el desempeño educativo de unos 7.500 jóvenes de 15 años en centros públicos y privados. Evaluarán las competencias en lectura, matemática, ciencias y pensamiento creativo, que se agregó este año.
Las autoridades de la ANEP consideran que allí se reflejarán los efectos de la pandemia en la educación. Sin embargo, a fines de 2021 Uruguay seguía complicado en los resultados educativos que arrojan estas pruebas. Y venía igual desde años anteriores, con pandemia o sin ella.
De acuerdo a los últimos resultados, seis de cada diez jóvenes no lograba terminar la educación media superior y un 70 por ciento finalizaba la educación media básica.
No obstante, eran insistentes las lecturas que señalaban igualdad en los resultados en matemática, ciencia y lengua entre los adolescentes uruguayos hasta 15 años. El punto en cuestión es que el país no lograba mantener la escolarización por encima de esa edad y cualquier otro en la región lo superaba incluso por veinte puntos.
Y, tal como ocurría en otras mediciones, las condiciones socio-económicas de los estudiantes eran –y aún son–determinantes en los resultados académicos.
En el informe correspondiente al año pasado, el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) señala que “no cabe duda de que la pandemia afectó de manera importante y especialmente a los más desfavorecidos. La distribución desigual de recursos para mantener el vínculo con el centro educativo da cuenta de la dificultad enfrentada por dichos sectores”.
Es que la educación a distancia y el uso de plataformas digitales fueron un cambio sustancial en la relación con los estudiantes y desnudó algunos aspectos que hoy se discuten en torno a la llegada de Internet a los hogares.
Casi la mitad de la población vulnerable no tenía acceso a Internet y un 30 por ciento de los alumnos en educación media provenientes de contextos muy desfavorables, tampoco tenía una computadora en su casa. Un panorama desalentador, que no se ajusta al relato político sino que arroja un dato de aquella realidad. Ni siquiera los centros educativos estaban preparados para que una clase completa se conectara a Internet y que cada estudiante trabajara a distancia.
De acuerdo a las estadísticas, al menos la mitad de los docentes de Primaria no estaba preparado en el 2020 para la enseñanza virtual. Ese aspecto ya había sido reclamado durante 2018, cuando casi un 40 por ciento pedía una formación en educación con las nuevas tecnologías de la información. Así como un 60 por ciento solicitaba una mayor formación para trabajar con la discapacidad y dificultades en el aprendizaje.
Nada nuevo para sociedades que evolucionan con el paso de las nuevas generaciones, solo que la pandemia aceleró esos tiempos y en Uruguay aún nos encuentra discutiendo sobre la pertinencia de la fibra óptica en determinados barrios. O quién llegó antes a los más vulnerables.
Por eso, los desafíos siguen allí. Porque los resultados varían según el contexto socio-cultural en el que se encuentran los centros educativos y las expectativas están centradas en los cambios de currícula o el aumento de la jornada extendida para estudiantes que pertenecen a esos contextos críticos.
Los resultados de Aristas 2020, correspondientes a Primaria, tampoco fueron muy diferentes en cuanto a los desempeños por contexto, con una diferencia de 30 puntos entre los muy favorables y muy desfavorables. Tal como lo indica el documento: “el desafío para revertir esta situación es muy grande”.
Y el rezago, que aumenta con la edad, es visible en los resultados tanto en lectura –un 20 por ciento se ubica en los dos niveles más bajos–, como en matemática que alcanza al 34 por ciento.
Incluso, es posible comparar los resultados de esta prueba en 2019, último año antes de la pandemia. En ciencias, Uruguay quedaba en el lugar 51 del mundo y en lectura, en el lugar 48, de un total de 79 países. En matemática quedaba en la cabeza de la región, en el lugar 54 y por debajo de la media de OCDE.
Durante aquel período se incorporaron más estudiantes de 15 años y era un objetivo planteado por las autoridades educativas. Ahora se esperan luces y sombras, como resultado de una etapa compleja. Ahora, con el agregado de pensamiento creativo, se evaluarán las capacidades para solucionar problemas sociales, aportar ideas o mejorar los planteos de otros.
Todo esto, bajo la premisa que asegura que uno de cada dos estudiantes de 15 años no tiene competencias para insertarse en la sociedad. Por lo tanto, las habilidades emocionales cumplirán un rol fundamental en esos resultados pospandemia.
En esta ocasión se evaluará a unos 7.500 estudiantes de unos 230 centros educativos elegidos en forma aleatoria entre liceos –públicos y privados–, escuelas técnicas y escuelas rurales con séptimo, octavo y noveno. Comenzarán este lunes y se extenderán hasta el 24 de setiembre, con el objetivo de planificar sobre resultados evidentes en vez de percepciones obvias.
Así como las pruebas PISA trascienden a los gobiernos, sus resultados y prioridades también están por encima de las gestiones. Son insumos para adoptar decisiones en políticas educativas, en vez de insistir en los discursos. Porque no es posible que un lugar de nacimiento condicione a una persona en su trayectoria educativa. Sin embargo, ocurrió bajo una contingencia sanitaria, así como en la denominada “década ganada” y aún persiste.
Es decir, el sistema educativo no pudo incluir ni establecer una equidad interna que ahora Uruguay no puede permitirse. Porque –en el mundo y en el país– se genera conocimiento como nunca antes y es imprescindible estar a la altura de esta circunstancia para hacer los cambios sociales que urgen, con punto de partida en la educación.