Escribe el Ing. Ramón Appratto Lorenzo (Nota I): La previsión social y la vejez del futuro

Ramón Appratto Lorenzo.

El tema de la demografía uruguaya siempre atrajo mi atención. Primero fue la observación del macrocefalismo montevideano causando la despoblación gradual del medio rural. Luego siguió en los estudios terciarios. En la Facultad de Ingeniería mi carpeta para el curso de Planificación Urbana, Regional y Estatal versó sobre la organización, ejecución y análisis de resultados del IV Censo de Población y II Censo de Viviendas realizados en 1962. El último Censo se había hecho en 1908. Después de 54 años empezamos a salir “del país del más o menos” y a encarar soluciones a problemas concretos con datos precisos. (*)

Un censo es la fotografía de un país, tomada el día de su realización.
Más adelante extendí mi interés a nivel regional y mundial. Incorporando las teorías socio económicas (Malthus, con sus pro y sus contras y el neo maltusianismo etc.).
Hoy, en nuestra región, bajando a tierra, la realidad muestra que la población de América Latina está envejecida. Y sigue envejeciendo aceleradamente por razones sociales, culturales, científicas y económicas, que afectan directamente a la baja de la tasa de natalidad y el aumento de la esperanza de vida.
No nacen niños y los viejos demoran mucho más que antes en morir.

Porque digámoslo como más nos guste: los adelantos científico-técnicos en la medicina, hicieron que aumentara la esperanza de vida. En la década de los años 60 del siglo XX la esperanza de vida en general rondaba los 60 años. Hoy paso los 75. Y los viejos aumentan en las gráficas de las pirámides etarias. Y han empezado a resultar, para gran parte de la población de aquí y del mundo, un conjunto de humanos molestos. Entre esa “gran parte” la molestia no es pareja. Los más molestos parecen ser la mayoría de los analistas, técnicos, científicos, políticos y periodistas del Progresismo “en marcha atrás” (EMA por su sigla en idioma español), que por su información percibieron eso antes que muchos otros. Y que llevan la delantera en el estudio de los medios para liberarse de ellos.

Todo eso se presenta al público como irreversible. Aunque quizás no lo sea tanto. ¿Qué dirá un nuevo Censo que nuestro gobierno actual adelantó que va a hacer? Ninguna novedad al respecto. Menos niños y más viejos.
Basta observar detenidamente los avisos fúnebres que aparecen en la prensa diaria. Surge de ese estudio primario que lo común, es que aquellos fallecidos en cuyos avisos fúnebres figuran nietos, bisnietos y hasta tataranietos, todos esos, están precedidos de entre 5, 6 y hasta 12 hijos. De esa frondosa descendencia inicial se va pasando a los últimos, que son los que figuran con el “hijo único”, “el casal” y los más osados, tres o cuatro descendientes.

La tasa de natalidad uruguaya: 1,4.
La tasa de natalidad del Uruguay de hoy, es de 1,4 hijos por pareja. Los estudios científicos irreversibles dicen que para que la población crezca naturalmente debe tener como mínimo esa tasa en 2,1. Eso para un crecimiento lentísimo. A muy largo plazo.
Un crecimiento vigoroso demanda una tasa de natalidad entre 3 y 4. La que teníamos en la década del 40 del siglo XX.
De seguir como vamos, con ese 1,4, según algunas cuentas, se estima que para el año 2.100 nuestra población sería de alrededor de 2:400.000 habitantes. O sea que habría un millón de habitantes menos que ahora.

Salvo que se diera un alud de inmigrantes que vinieran a compartir nuestro país. Sería una solución extrema. Pero si llegáramos a la situación crítica de que nuestras mujeres no quieran más ser madres y nuestros varones no quieran más ser padres, y prefieren adoptar una mascota porque “un hijo es caro”, no habría otra salida. Y en ese caso deberíamos abordar el estudio del cual resulte captar inmigrantes del tenor de los que en fines del siglo XIX principios del XX se asentaron en el departamento de Colonia o arribaron luego de las revoluciones y Guerras Mundiales. Que se establezca un equilibrio simbiótico en el cual nosotros los ayudemos y recíprocamente ellos nos ayudaran a reconquistar el nivel socio cultural y laboral del “hombre medio” uruguayo, salido de la educación pública igualitaria que nos distinguió hasta principios del siglo XXI a nivel continental.
Pero ¿a dónde se fue la plata de la seguridad social? Finalmente a todos nos preocupa saber el por qué falta plata para cubrir financieramente la seguridad social del Estado y la paraestatal (Cajas Notarial, Bancaria, Profesional, Policial y Militar). Me voy a referir a la que conozco. La Caja de Jubilaciones y Pensiones de los Profesionales Universitarios. Quizás haya otra que se le parezca. No lo sé.

En la Caja Profesional los máximos beneficiados sin lugar a dudas, son sus propios funcionarios, fruto de acuerdos laborales pactados entre su sindicato y Directorios mediocres, contemplativos y demagógicos cuyas mayorías donde debemos incluir a los dos delegados de los Poderes Ejecutivos de turno, en los últimos 20 años accedieron a otorgar privilegios desmedidos. Allí la probidad ha brillado por su ausencia. Empezando por su Gerente General y siguiendo por el cuerpo gerencial. No los criticaríamos, si no obstante “llevársela en caretilla”, hubieran realizado excelentes inversiones y negocios que hubieran hecho ingresar el dinero abundante, necesario para cubrir sus fines. No fue así en absoluto. Por más detallada información, está a la venta mi libro “Los que hundieron la Caja de Profesionales” donde comento sucesos de esa Caja entre 2017 y 2021, cuando estuve ligado a su Directorio como suplente del delegado de los Pasivos.
En cuanto al BPS ha funcionado igual o peor. Porque si no alcanza la plata, se toma un punto más del PBI y está todo solucionado. El Frente Amplio se jactó de haber aumentado en 90.000 el número de pasividades, lo que evidentemente influye en sus finanzas.

Pero eso sería lo de menos ante la creación de privilegios hereditarios otorgados a los guerrilleros tupamaros.
Por la sola aplicación de la Ley originaria de esos privilegios, N°18.033, se estima que el BPS ha pago entre el 2007 y el 2016, 470 millones de dólares a unas 5.700 usufructuarios, (subversivos activos de febrero de 1973 a 1985). ¿Su mérito? Haber sido o haber estado ligados a los guerrilleros que quisieron voltear al gobierno constitucional. No conformes con eso, la ley N°18.596 dispuso que esas acciones reparatorias (pesos mediante), se retrotrajeran a partir del 13 de junio de 1968, pleno gobierno constitucional de Jorge Pacheco Areco y vigente el Estado de Derecho. Al llevar para atrás la fecha en que se aplicaban las reparaciones, ingresaron al círculo de privilegios gran número de tupamaros que habían quedado fuera de la repartija inicial de los privilegios. Ya al final de su mandato -23 de diciembre de 2019- se dicta la Ley N°19.859 que amplió los privilegios dando la asistencia médica gratuita y vitalicia dispuestas por las leyes 18.033 y 18.596, a las víctimas del terrorismo de estado, la misma se amplía a los hijos y nietos de todos ellos, biológicos o adoptivos. Para que quede claro: el BPS le pagará a TRES GENERACIONES de ligados a la sedición atención médica gratuita y vitalicia. Y la frutilla amarga que corona la torta de privilegios –ya derrotado su gobierno, Vázquez en enero de 2020, dicta un decreto modificando el reglamentario de la Ley 18.033 por el cual las pensiones repartorias que se originen por esa Ley van a ser servidas con el 100 % a los hijos menores de 21 años, cónyuge o concubina, a diferencia de lo que el BPS da a Juan Pueblo que es el 66 %.

Téngase en cuenta que todos esos miles de privilegiados, no computan años de aportes para poder jubilarse en forma ordinaria.
Hoy se deben haber pasado del 2007 a 2022 -15 años- unos 900 millones de dólares que puso el pueblo uruguayo para pagarle a los que quisieron demoler al Estado uruguayo.
Mientras se mantengan estos privilegios es imposible hacer una reforma de la seguridad social con un ápice de fundamento lógico y una elemental equidad.