Potencial de recursos de la región para el mercado de las energías

Históricamente se ha considerado al Cono Sur latinoamericano como un reservorio de recursos naturales de proyección global, con sus riquezas sub o mal explotadas, que tiene la particularidad de una primarización de las economías de los países que la integran, y por ende con bajo valor relativo para el reciclaje de recursos en sus economías.
Es decir, proveedor de bajo costo para los países desarrollados, los que con tecnología y alta industralización nos reexportan bienes terminados con alto valor agregado, con precios favorecidos por la subvaloración de las materias primas de la región.

El punto es que por ejemplo en el plano energético, América Latina tiene un gran potencial que no solo depende de yacimientos fósiles, sino de recursos renovables que lo podrían convertir en un gran exportador de energía limpia hacia mercados que, como el europeo, han tomado en consideración en forma particular este origen amigable con el medio ambiente.
En torno a esta problemática, vienen a cuento reflexiones al semanario La Mañana del economista Carlos Steneri, master of arts de la Universidad de Chicago, quien destacó las oportunidades que presenta la región para la creación de un sistema de integración energética, tomando como ejemplo el caso de algunos países europeos.

Al exponer el punto, Steneri señaló que “ha habido experiencias en la región, fracasadas en cuanto a crecimiento, mientras que algunos países de Europa han hecho un esquema de integración que comenzó con la energía. Alemania y Francia integraron su carrera productiva en la fabricación de acero con carbón, con hierro y mineral, y la tecnología. Por ahí empezaron e integraron luego la energía. Lo que ocurre ahora es que todos esos países están ahora con dificultades en lo que respecta a la seguridad energética, especialmente Alemania”.
Destacó a su vez que “no hay crecimiento si no hay energía”, habida cuenta de que la energía es fundamental para fabricar plásticos, automóviles, fertilizantes; “todo tiene una base que es mucha energía. América Latina tiene un potencial energético enorme que está subexplotado y que no está integrado. No puede ser que Uruguay esté al lado de grandes generadores de energía y tengamos poca energía y que la que tenemos sea cara. Brasil es un gigante rodeado de yacimientos de energía propios y no están explotados. Por lo tanto hay una gran tarea por delante”.
Respecto a una integración energética que ofrezca mejores posibilidades de desarrollo a la región y a la vez atender exportación de energía, evaluó el entrevistado que llegar a ello “es un acto de voluntad de los países”, por cuanto de lo que se trata es de aprovechar las oportunidades, como es el caso de desarrollar “una interconexión gasífera potente”, para lo que hacen falta inversiones.

“Ayudemos entre todos para que haya inversiones, para el desarrollo de los campos, del transporte, de las terminales portuarias. Tenemos una trayectoria profesional, hay instituciones como la Organización Latinoamericana de Energía, formada justamente pensando en estas cosas”.
Por cierto que no le falta razón al economista cuando hace hincapié en la necesidad de que América Latina aborde esta problemática como región, en una integración beneficiosa que permita potenciar los recursos con que se cuenta, en lugar de competir y encerrarse con lo que se tiene, limitando enormemente las posibilidades de crecer con desarrollo en base a energía más barata.
El punto es que América Latina no es Europa, con culturas e idiosincrasia que no son las nuestras, con países que se han asociado para potenciarse pese a que pocos años antes estaban en guerra, y pensaron en grande, por encima de las diferencias, cosa que no se da lamentablemente en nuestra América Latina, donde a las dificultades propias de cada país se agregan los recelos y diferencias ideológicas que priman por sobre coincidencias de intereses.

En torno a estas diferencias ideológicas precisamente Steneri razona que “creo que nosotros mismos estamos poniéndonos fantasmas. Dificultades hay siempre, imposibilidades, nunca. Cada trayectoria tiene su tiempo, algunas son fáciles de transitar, otras son más complicadas, pero la peor de todas es la que no se intenta”.
Incluso América Latina está en muy buena posición si se tiene en cuenta que la energía de origen renovable está muy bien cotizada, con valores de precios por encima del promedio, y que a la vez la certificación de productos elaborados con este tipo de energía se pagan mejor porque cumplen con metas ambientales.
Y si bien no se trata de factores que mueven la aguja decisivamente en la economía, en términos fiscales, sí contribuyen a situar al país en una mejor posición internacional, por ejemplo en cuanto a beneficiarse con tasas de interés más bajas, lo que repercute muy favorablemente cuando se requiere financiamiento.

Este esquema, sin embargo, está coyunturalmente en un período depresivo de valoración que hay que tener en cuenta, porque como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania, nos encontramos que se avecina una crisis de abastecimiento energético, cuando se avecina el invierno europeo y Europa tratan de cubrir la crisis –por lo menos parcialmente–, con generación apoyada en combustibles fósiles que dejan huella de carbono y ello significa un retroceso desde el punto de vista ambiental.
Es que precisamente, como nunca rige el dicho de que la necesidad tiene cara de hereje, y entre pasar frío y borrar con el codo los avances en materia medioambiental, se ha optado por esto último en el viejo continente, al punto que se está pensando en congelar –por lo menos por ahora– las acciones en materia de desnuclearización de la generación eléctrica que se estaban llevando adelante de acuerdo al calendario oportunamente trazado con este fin.

Lo que indica que no hay verdades absolutas en la materia, que el “just stop oil” de los activistas europeos más que nunca suena a voluntarismos y radicalizaciones que quedan en nada porque la que manda es la realidad, y que en el caso de la América Latina, en un mundo convulsionado y sin certezas, tiene más vigencia que nunca la idea de avanzar en la integración energética para potenciar los recursos de la región y ponernos más o menos a cubierto de avatares.