Moneda común en el Mercosur, una estupidez peligrosa

Como saliendo de atrás de un tártago, los gobiernos de Argentina y Brasil están lanzados a promover el uso de una moneda común en el Mercosur, y de acuerdo a la revista norteña Perfil, de lo que se trata es de iniciar “trabajos conjuntos para preparar el proceso de creación de una moneda común que tentativamente se llamaría ‘Sur’. El plan es una de las propuestas más importantes que se discutirán en la cumbre de Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), que se desarrollará este martes 24 de enero en Buenos Aires”.
El presidente argentino, Alberto Fernández, y su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ratificaron el proyecto en un artículo especial para Perfil, y ello también fue confirmado por el ministro de Economía de Argentina, Sergio Massa, en declaraciones al medio británico Financial Times, donde expresó que en principio correría en paralelo con el real brasileño y el peso argentino y que se busca impulsar el comercio regional y reducir la dependencia del dólar.

“Tenemos la intención de superar las barreras a nuestros intercambios, simplificar y modernizar las reglas y fomentar el uso de las monedas locales. También se tomó la decisión de avanzar en las discusiones sobre una moneda sudamericana común que pueda usarse tanto para los flujos financieros como comerciales, reduciendo los costos operativos y reduciendo nuestra vulnerabilidad externa”, dijeron los mandatarios.

Aunque en principio parezca poco menos que un “bolazo” de verano para atraer algo de atención en tiempos en que todo el mundo trata de desenchufarse de la rutina, todo parece indicar que la idea va más o menos en serio, pese a provenir de donde proviene, de los ámbitos de decisión de gobiernos “progresistas” de dos de las mayores economías del Cono Sur, como un “aporte” para un Mercosur que en tres décadas de existencia ha dado mucho más en la herradura que en el clavo.

Por supuesto, ya en primera instancia el anuncio de que los ministros de Economía de ambos países darán inicio a un mecanismo para avanzar en la posibilidad de una moneda común, generó rechazo y escepticismo entre economistas uruguayos, como es el caso de Gabriel Oddone y Marcel Vaillant, así como el especialista en relaciones internacionales Ignacio Bartesaghi.
“Una moneda común sin mercados (bienes, trabajo y financieros) e instituciones fiscales integradas es una idea ridícula”, afirmó Oddone a través de su cuenta de Twitter, en un mensaje donde se refirió a este asunto como una pérdida de tiempo.

En opinión de Vaillant, a su vez, simplemente se trata de “más de lo mismo” y contribuye a una “eterna estrategia de huir para adelante”, según señaló en tono crítico hacia la iniciativa impulsada por el gobierno argentino y a la que Brasil ha adherido.
Por su lado el economista Ignacio Bartesaghi también calificó a la propuesta como una “ridiculez” y apuntó al vínculo ideológico entre Fernández y Lula como seguramente uno de los aspectos estratégicos que lo motivan.

Es cierto, se inscribe en la búsqueda de proyección en el subcontinente para generar una brecha con puntos en común para hacer frente a la hegemonía de las potencias económicas mundiales, y es poco menos que un saludo a la bandera ante la falta de viabilidad y objetivos reales de este emprendimiento.
En la entrevista con el diario británico Financial Times, Massa dijo que “habrá una decisión de empezar a estudiar los parámetros necesarios para una moneda común, lo que incluye desde cuestiones fiscales hasta el tamaño de las economías y el rol de los bancos centrales. Sería un estudio de los mecanismos de integración”.
La afirmación de Massa llegó solo horas antes de que este lunes tuviera lugar en Buenos Aires una reunión entre Fernández y Lula, y confirmó avances en un tema promovido por el gobierno argentino, sumido en una crisis cambiaria e inflacionaria y un caos crónico en su economía.

El asunto también fue abordado en una carta conjunta de los dos presidentes, según el mensaje que divulgó la Casa Rosada.
“Tenemos la intención de superar las barreras a nuestros intercambios, simplificar y modernizar las reglas y fomentar el uso de las monedas locales. También decidimos avanzar en las discusiones sobre una moneda sudamericana común que pueda usarse tanto para los flujos financieros como comerciales, reduciendo los costos operativos y reduciendo nuestra vulnerabilidad externa”, señaló el texto firmado por Fernández y Lula da Silva.

Tras el triunfo de Lula en Brasil, la confirmación de la profundización de la alianza estratégica con Argentina y el resto de países del Mercosur y la posibilidad de ir hacia una moneda única en el bloque regional para romper con la centralidad del dólar, ha sido una pedrada en aguas tranquilas, generado advertencias y reparos de especialistas en relaciones internacionales respecto a riesgos y dificultades que traería una medida de esa naturaleza.

Desde la propia Argentina en diálogo con el programa “Es por Acá” por radio Universidad, Julieta Zelicovich, doctora en Relaciones Internacionales con orientación a la Economía internacional e investigadora del Conicet, resaltó que “es muy difícil que se avance en esa dirección” y hasta inconveniente por numerosos factores.
“Esa moneda estaría adecuada a las necesidades de la economía brasilera y no a las de los demás países, que deberían ajustarse a las condiciones impuestas por Brasil y renunciar a los instrumentos de política económica para solucionar problemas propios”, opinó la profesional.

Zelicovich remarcó que ir a una moneda común sería “igual que la dolarización”: significaría “un renunciamiento a la soberanía de política monetaria, que es muy importante para el desarrollo económico” y con lo que los países perderían “instrumentos para contener crisis o impulsar sectores estratégicos”.
Esa soberanía se perdería con una moneda común: “Cuando haya un problema con la competitividad, no se podrá devaluar o impulsar las tasas de interés para ajustar la economía doméstica”, señaló.

La unión monetaria es un nivel muy elevado de integración económica regional, como lo fue el caso europeo, al que describió como un proceso muy minucioso, “con precondiciones de equilibrio fiscal, coordinación de las políticas macroeconómicas y de balances de las asimetrías”, cuestiones que son de muy difícil implementación en los países del Mercosur, afirmó.
Cabría agregar otros elementos en danza en este “bolazo”, y es que Argentina tiene una inflación anual del cien por ciento. Además es poco serio que un país que incapaz de hacer frente a su deuda externa, con una economía cerrada que y que tiene 16 tipos de cambio de dólar porque está fundido y no sabe de dónde sacar divisas –justamente debido a una pésima administración de la economía—plantee ir hacia una moneda común en el Mercosur.

Por otra parte, para Uruguay entrar en ese sistema con semejantes socios sería directamente un suicidio comercial. ¿Cómo funcionaría el comercio entre países? ¿Nos pagarían en “sures”, algo así como los “patacones” que inventaron los argentinos cuando fundieron al país –y nos arrastraron con ellos– en la crisis de 2002? ¿Qué valor pueden llegar a tener después estos patacones peronistas-lulistas de 2023 en el mercado internacional? De seguro que ni para papel higiénico los van a querer en el mundo.
En suma, otro delirio del nuevo socialismo latinoamericano, mucho más peligroso y que podría tener nefastas consecuencias para los socios más chicos del Mercosur.