Luis María Sigot y su pasión por el remo
Luis María Sigot Bianchini nació el 2 de mayo de 1937, se crió en el Barrio Jardín y durante más de cuarenta años se dedicó a su oficio de tornero, pero también a su gran pasión, el deporte, participando en certámenes nacionales e internacionales tanto como remero, como volcando sus conocimientos en la formación desde su rol de entrenador en el Club Remeros Paysandú.
En una amena charla que mantuvo con Pasividades de EL TELEGRAFO surgieron decenas de anécdotas de quien recordó cómo era el barrio durante su niñez, describiendo que en aquellos años “vivía una familia por manzana, eran zonas de quinteros, había frutales, viñedos y cultivos, se criaban chanchos para hacer facturas, se hacía vino; estaba la bodega de Pastorino, por Misiones entre 3 y 4. Mi padre era hijo de un argentino y una uruguaya, se casó y se quedó acá”.
Junto a su hermano mellizo, José María (fallecido), “fui a la Escuela 4 y después pasamos a la UTU a hacer mecánico tornero. Trabajé durante unos tres meses en la aceitera de Harguindeguy, que funcionó en la época de la pos guerra, y en el ’57 ingresé a trabajar en el Molino Gramon, como maquinista. Era un motor diesel, que movía todo el molino y generaba corriente además, hasta el ‘62 que pusieron un motor eléctrico. Estuve ahí hasta marzo del ‘64 que me fui a trabajar con mi hermano mayor en el taller que tenía en la casa materna; él era tornero y el mellizo también”, relató.
“A partir del ‘64, que me afilié al BPS hasta el 2004 como empresario, realicé trabajos generales; en el ‘75 empecé a fabricar zorras y trabajé para empresas, para Azucitrus, para Norteña y Paycueros, hice zorras para acarrear leña, y a Colonvade que estaba en Tacuarembó le hice mantenimiento y unas máquinas para plantar eucaliptos. En el ‘83 seguí haciendo zorras hasta el 2015 y ahí ya prácticamente no hice más nada. Me operé de las cataratas, ya no hago nada en el torno, pero hago algunas cosas para distraerme, en la tarde”.
REMERO Y ENTRENADOR
Un capítulo aparte merece su pasaje por el deporte sanducero, a lo que se dedicó desde temprana edad, como remero primero, participando en eliminatorias nacionales y sudamericanos, de la mano del reconocido profesor Wilfredo Raimondo, y años más tarde en el entrenamiento de destacados deportistas de esta disciplina que han enaltecido Paysandú en campeonatos nacionales e internacionales.
Sigot recordó que se trataba de “la época de oro de Paysandú, de Juan Antonio Rodríguez, el primer olímpico que tuvo Paysandú, por el departamento –dos veces medallista olímpico, en Londres 1948 y Helsinki 1952–, porque el primer olímpico sanducero, pero que ya competía en Montevideo en el single fue Guillermo Douglas, primer remero uruguayo y latinoamericano en ganar medalla de bronce en los Juegos Olímpicos en Los Angeles, en 1932”. Refiriéndose a esta disciplina, nuestro entrevistado ilustró que “la historia del remo uruguayo y argentino le corresponde a los ingleses, porque ellos vinieron por el ferrocarril, y sus pobladores dejaron la herencia del fútbol y del remo, a Montevideo y el litoral”.
Por aquellos años no había idóneos en Paysandú para la formación de remeros, hasta que “en el ‘40 empezó a venir el profesor Wilfredo Raimondo; primero viajaba y después se radicó en Paysandú. Lo formó a William Jones, hijo de un jefe de la estación ferroviaria, y estaba el “Chivo” Rodríguez. Tenía muy buena técnica, logró preparar ese bote, y fueron en el año ‘48 a Londres, pos guerra, ni los remos llevaron, y anduvieron terceros, pero si hubieran tenido un bote bueno podrían haber andado mejor. Trajeron medalla de bronce. En el ‘52 arma un bote mixto, van a Helsinki, a Finlandia, con Miguel Seijas y salen terceros en el doble, y ahí obtiene la segunda medalla”, destacó, considerando que aún Paysandú no le ha tributado a este deportista su merecido reconocimiento.
“Raimondo iba al liceo y a la UTU a elegir futuros remeros, daba becas por 3 meses y ahí entramos nosotros con mi hermano mellizo y una barra. Con el Chivo Rodríguez, José María llegó a ser campeón Nacional en single y remó después varios años con Walter ‘Pato’ Sánchez, y después con Esteban ‘El Cuero’ Masseilot fueron a las Olimpíadas del ‘68, en México; por un segundo no entraron a la final”, recordó.
“Yo remaba, íbamos todos los días al club, yo salía en single y era el sparring de ellos en el doble, hasta que cuando vinieron de México, armamos un 4 y fuimos a un Sudamericano en Chile en el ‘70; hubo una mala largada, el juez permitió que saliera Chile descaradamente antes del tiro, nosotros salimos cuartos y nos ganaron los argentinos por medio metro. Al año siguiente, seguimos entrenando, ganamos todas las eliminatorias, con 34 años y pese a tener los mejores tiempos, no nos llevaron al Panamericano en Colombia por ser ‘veteranos’. En el ‘72, mi hermano y yo nos volvimos a clasificar para representar a Uruguay, y Masseilot en el single.
Era una revancha para nosotros, vino Argentina y Brasil, campeón y vicecampeón latinoamericanos y nosotros que habíamos ganado la eliminatoria, en la pista de Melilla. Estuvimos 15 días concentrados en El Cerro, y entrenando, y el mejor bote uruguayo en el Sudamericano del ‘72 fuimos nosotros, los demás tercero y para abajo”, contó.
“Después remé un poco más con Masseilot, en el ‘74 fui a un Campeonato Nacional con el ‘Pato’ Sánchez y después dejé de remar y me dediqué a mi trabajo”, agregó.
Pero su carrera deportiva no terminaría ahí, sino que “en una de esas crecidas que había todos los veranos en noviembre, empecé a darles una mano en el Club, a medir el bote”, recordó, indicando en este sentido que “las medidas en el bote en el remo es matemática, y tenés que tener mucho conocimiento”. Es así que “en el ‘76 me vinieron a buscar directivos del club para entrenador, donde estuve hasta el 2002”, haciendo también labores de mantenimiento de botes en la parte mecánica y en esta primera etapa estuvo hasta 1983. En su rol de entrenador, acompañó a los remeros que participaron en los Panamericanos en el 1979, en Puerto Rico, y en Chile en 1983, obteniendo en este último un tercer puesto. Cuando ya estaba desvinculado del club, preparó a “Pons y Zannier y fuimos a los juegos sudamericanos en Rio en el ‘84, quienes pese a un incidente en la preparación, donde literalmente les destrozaron el bote, debieron competir en desigualdad de condiciones y aún así solo “les ganaron por un bote”, comentó.
“En el 86 me vienen a buscar otra vez. Hubo una creciente, eso era un cementerio, no había nadie, empecé de cero otra vez. Precisas 4 o 5 años para armar gurises, apareció una tanda, trabajamos y fuimos a algunos sudamericanos. Estuve hasta el 2002, pero antes recogí unas cuantas cosas”, dijo con indisimulada satisfacción, citando destacadas participaciones, tales como la clasificación para el Mundial Juvenil en Munich (agosto del ‘94), ocasión en la que “estuvimos en un campamento 15 días en Berlín”, así como un Sudamericano en Chile, en diciembre del ‘94, en Argentina en el ‘95 y en Perú en el ‘96 y el primer Panamericano Juvenil en México en 2002, este último donde los sanduceros obtuvieron un tercer lugar.
“No siempre ganas”, reflexionó este octogenario deportista, pero al mirar hacia atrás nos dice con su mirada franca estar “conforme con mis logros. Yo demostré que tenía condiciones”, pese a que no siempre obtuvo la colaboración institucional necesaria para poder llevar adelante su labor.
UNA HERMOSA FAMILIA
Más allá de su vida profesional y deportiva, sin dudas que para todo ser humano el principal pilar es la familia y Luis María Sigot conformó una muy hermosa junto a Mirta Franco Poggio, con quien contrajo matrimonio el 12 de diciembre de 1962. Tuvieron tres hijas: Karina, Mara Elaine y Carolina María, quienes les regalaron 8 nietos: Sofía, Belén, Agustín, Mateo, Felipe, Manuel, Francisco y Guzmán, y 3 bisnietas, la última próxima a nacer.