Nosotros y la necesidad de dominarlo todo

Happy kitten likes being stroked by woman's hand. The British Shorthair

Por alguna razón que desconozco, nuestra especie ha decidido dominar todo lo que la rodea. A los demás animales, a los recursos naturales, al mar, el cielo y la tierra. Nada ha sido, ni parece, ser suficiente.

El avance de los seres humanos sobre todo lo que nos rodea y somos parte, ha provocado ya daños irreversibles en el mundo en que vivimos. Sin embargo, hay muchas cosas que podemos hacer para cambiar este destino que hemos escrito. Respetar el medioambiente reciclando y reutilizando, usar racionalmente el agua, elegir productos no contaminantes, puede parecer poco. Pero es con esas conductas de cada uno de nosotros que se genera el cambio.

Reconocer y respetar a los animales no humanos es otro aporte que podemos/debemos realizar. Dejar de avanzar sobre sus hábitats, reconocerlos como los seres sintientes que son, dejar de usarlos, abusarlos y maltratarlos.

Para empezar, quizás la puerta más fácil y cercana es la del trato con los animales no humanos con los que convivimos (los llamados animales domésticos o de compañía). Reconocerlos como seres que sienten (dolor, alegría, cansancio, frío, calor, soledad) y atender sus necesidades, es hoy un imperativo moral además de una obligación legal.

En nuestro país, la Ley 18.471 de protección, bienestar y tenencia de animales, no obliga a nadie a convivir con un animal doméstico, pero lo que sí obliga es, a quien haya decidido convivir con un animal doméstico, a cumplir determinadas obligaciones a su respecto (darle la comida y agua necesarios, resguardo, un espacio apropiado a su especie, atención veterinaria, espacio de esparcimiento, no abandonarlos ni dejarlos solos en la calle). También debe cumplir con normas para la pacífica convivencia con otros seres humanos (respetar las horas de descanso, pasear en la calle con el animal con correa, levantar las heces, etcétera).
Esta ley también prohíbe expresamente en su artículo 12, entre otras cosas: “maltratar o lesionar a los animales injustificadamente”; eutanasiar un animal sano; envenenarlos u ahorcarlos, suministrarles drogas o medicamentos perjudiciales a su salud; usar animales para tiro al blanco; adiestrarlos o manipularlos genéticamente para aumentar su peligrosidad; promover peleas entre animales. Todo esto es nuestra responsabilidad, tanto con los animales que integran nuestras familias como con los demás. Por acción o por omisión, nuestras acciones importan. Nuestra conducta y compromiso hacen la diferencia.
Podemos hacer muchas cosas desde nuestra humilde posición de ciudadanos de a pie. Desde el ejemplo, primero que nada, en relación a los animales con los que convivimos. Y luego desde el involucrarnos con los demás. Conversar con nuestros vecinos, compartir información sobre sintiencia animal, difundir la ley 18.471, pedir educación formal para nuestros niños en estos temas y denunciar casos de maltrato, pueden ser algunas de las acciones de impacto inmediato que todos podemos tomar.

En cuanto a situaciones más puntuales rescatar, transitar y sin duda adoptar animales de refugios cambia la vida de aquellos a los que ayudemos. Y también la nuestra, profundamente.
Como dice la canción, “porque una gota con ser poco, con otra se hace aguacero”. Dra. Verónica Ortiz, Diplomada en Derecho de los Animales – UMSA – Bs As