Racionalización eléctrica que se refleje en las tarifas

En cualquier país, el llevar adelante políticas de Estado, es decir tener una hoja de ruta y metas trazadas a cumplir cualquiera sea el gobierno que acceda al poder, implica no solo una seguridad jurídica sobre todo para inversores, sino un uso más eficiente de los recursos para no improvisar y dar palos de ciego, aspecto que conlleva retrocesos e imprevisibilidad que luego se pagan muy caro.
En el Uruguay, precisamente, sin la instrumentación formal de acuerdos para políticas de Estado, los sucesivos gobiernos han tenido el buen criterio de seguir adelante con medidas que tienden a la reconversión de la matriz energética para que seamos menos dependientes de los combustibles fósiles como el petróleo, y contar a la vez con fuentes de generación de electricidad que se apoyen en impulsores renovables, entre otras ventajas.
La asunción del gobierno de Luis Lacalle Pou encabezando el gobierno de coalición de partidos que ha sustituido a la coalición de izquierdas en la conducción del país implica en buena medida una continuidad en esta área, que no necesariamente significa seguir a rajatabla el derrotero anterior, sino mantener un eje central pero eventualmente introduciendo correctivos para estar al día en un mundo siempre cambiante y en el que los avances tecnológicos presentan desafíos que demandan pragmatismo y respuestas ágiles.
El ministro de Industria, Energía y Minería, Ing. Omar Paganini, al dar cuenta del trabajo que lleva adelante, dijo a El Observador que “la política de eficiencia energética es algo que vino para quedarse. Es estratégico para el país utilizar la energía de la manera más eficiente, que quiere decir obtener los resultados que uno buscaría pero utilizando el mínimo de energía posible, optimizando la energía. Así que eso lo vamos a seguir valorando, sobre todo en un país que tiene dificultades, que depende de la importación de fuentes de energía en una parte importante”.
Expuso asimismo el jerarca que el enfoque de su cartera es “fortalecer la adopción por la población de tecnologías que permitan ser más eficientes. Estamos en una etapa de cambio tecnológico de la energía, por ejemplo en lo que tiene que ver con los electrodomésticos, que permiten un ahorro energético importante”.
“Es el caso del desarrollo que viene ocurriendo con los equipos de aire acondicionado, con la iluminación, con posibles formas alternativas de calentamiento, como también está vinculado a ir hacia una movilidad más eficiente basada en la electricidad y por lo tanto en fuentes renovables”, amplió el secretario de Estado, al subrayar que “todos estos son elementos importantes de la estrategia de este gobierno. Algunos tienen que ver con mantener esquemas de etiquetado, fortalecer esquemas de información a la población sobre lo que es eficiente y lo que no. Otros tienen que ver con facilitar regulatoriamente la incorporación de distintas cosas”.
Otros elementos que van en esta dirección tienen que ver con incentivar el consumo fuera de las horas pico, de forma de no sobrecargar el sistema y a la vez racionalizar en la medida de lo posible la demanda de generación. En este aspecto, evaluó que mediante una adecuación tarifaria para premiar el consumo fuera de las horas centrales se sitúa en este marco de buscar la racionalización energética.
Subrayó que la idea es “incentivar las horas en las que para UTE no es oneroso transportar la electricidad y desincentivando las horas en las que los picos producen necesidades de inversiones en generación y problemas de aumento de la capacidad de transmisión y distribución. Ese es un menú de cosas que se alinean en el mensaje de: vamos a ser más eficientes”.
Lo que es muy cierto, pero naturalmente, no se trata aquí de inventar la pólvora, desde que estas políticas de incentivos tarifarios vienen aplicándose ya desde hace varios años, con la tarifa inteligente sobre todo, y es evidente que esta posibilidad no ha tenido la masificación que se necesita. Y no porque la población y las empresas entiendan que no la precisan porque la energía eléctrica es barata, sino que al revés, tenemos una electricidad que es de las más caras del mundo, que contribuye al elevado costo país, a la pérdida de competitividad, a la inflación, pero resulta compleja la instrumentación porque entraña desplazar el consumo hacia horas que va a contramano de la actividad cotidiana en el caso de los hogares, y además también hay muchas empresas a las que no les sirve pasarse a un esquema especial.
Reconoció además Paganini que “habrá que ajustar alguna cosa, mayormente cuando uno ve que un electrodoméstico categoría A le resulta atractivo comparado con uno de categoría peor. Esa es la idea. Manejar información sencilla sobre que es más eficiente. En el caso más de un futuro de un consumo inteligente de la electricidad, eso tiene que ver también con simplificarle la vida a la gente, como una App que permita estudiar el consumo eléctrico de cada uno, y recomendar esquemas tarifarios mejores”.
“Tal vez más adelante esquemas de tarifas inteligentes con precios según la hora. Pero tampoco podemos pensar que las personas tengan la capacidad de tomar todas esas decisiones en tiempo real, por lo que de lo que se trata es de ir automatizando con tecnología de la información. Es un proceso que en el mundo recién está empezando y queremos que Uruguay esté en esa ola”, reflexionó.
Lo que está muy bien, pero se trata de medidas significativas que requerirán varios años, en el mejor de los casos, y que contribuirán a la economía de hogares y empresas, en un contexto además de racionalización de los recursos disponibles a partir de la generación.
Igualmente, con ser aportes valiosos enmarcados en políticas de Estado plausibles, la diversificación energética que se ha alcanzado en buena medida debe ir de la mano de reducir los costos a los usuarios y es aquí donde está radicado el problema, donde hay que hincar el diente, porque seguimos teniendo la electricidad más cara de la región y una de las más caras del mundo.
Lo señaló bien el ministro al expresar que la energía eléctrica “en el país todavía es cara, en comparación con la región, sobre todo para los que son consumidores residenciales y para la producción” a la vez de reconocer que “a la industria lo que le importa y necesita son costos menores”, incluyendo asimismo los combustibles.De lo que se trata, como bien expresó por su lado el director nacional de Energía, Fitzgerald Cantero, es de encaminar los esfuerzos para adecuar las tarifas a los costos, “de manera que llegue a los bolsillos de los usuarios la gran inversión realizada, lo que no se ha visto materializado en las facturas”.
Que es el tema pendiente desde hace muchos años, con o sin pandemia, y que debe abordarse seriamente para que realmente los uruguayos nos beneficiemos de las mejoras en infraestructura que se mencionan, que sí existen, pero que nunca se han trasladado a las tarifas pese a las promesas.