Vanessa Estol quiere ser la primera uruguaya en el Everest

En 2015 su carrera de modelaje profesional la llevó a México, donde decidió radicarse definitivamente, se recibió de sicóloga y ejerce su profesión. Hoy, la uruguaya Vanessa Estol festeja su cumpleaños lejos de su país y del de adopción: lo hará en Nepal, donde comienza la tarea de escalar nada menos que el Everest.

El jueves fue su último posteo en Instagram, a 5 mil metros de altura: “Seguimos en el campo base. Hace dos días no para de nevar así que nuestro plan de ir en la madrugada al campo 1 está cancelado por ahora. Vivir a esta altitud y con el aire tan frío y seco es difícil, muchos están enfermos con la famosa ‘tos de Khumbu’. Esperemos poder hacer nuestra primera rotación pronto”.

La aventura que espera finalizar en la cumbre del Everest (8.849 metros), la montaña más alta del mundo, la transformaría en la primera uruguaya en poder subirse al pico más alto del planeta. Hasta el momento, el único antecedente es el del montañista Enrique Clausen, un uruguayo radicado en Bariloche, que alcanzó la cima en 2019.

Estol ya conoce de estos desafíos. En 2018 se transformó en la primera montañista uruguaya en lograr el ascenso a la Manaslu, la octava montaña más alta del mundo (8.156 metros), también ubicada en el Himalaya.

Para la ocasión, la uruguaya entrenó en México con el guía de montaña estadounidense Steve House, según contó hace varios años a El Observador. Su primera experiencia fue en 2015, a poco de haberse radicado en México, escalando el volcán nevado de Toluca, a 4.680 metros sobre el nivel del mar.

Las ocho montañas más altas del mundo están en el Himalaya. Más allá de mirar de reojo al imponente Everest, Estol decidió comenzar su aventura estacando la Manaslu, lo que insumió más de tres semanas.

Desde ese momento se preparó para este nuevo desafío.

El 28 de marzo ya estaba en Katmandú. “Mañana nos toca hacernos otra PCR para poder volar a Lukla el 3 de abril y empezar el trekking hacia el campo base de Everest”, contaba la deportista.

El 3 de abril pudo volar a Lukla, y de ahí fueron dos horas de caminata a Phakding. “Mañana vamos a Namche, donde aclimataremos un día”, remarcó a sus seguidores, a quienes confirmó el día siguiente que se cumplió el objetivo tras cinco horas de caminata, en las que se ascendió unos mil metros. En Namche fue tiempo de comenzar a aclimatarse. El 7 de abril Estol contó estar “camino a Dingnoche”, adelantando que “esta noche dormiremos a 4.400 metros”, y dos días más tarde se encontraba en Lobuche, ubicada a 4.940 metros. “Mañana por fin vamos al campamento base del Everest, pero volvemos a bajar para subir Kalapatar y Lobuche”, dijo.

El campamento base del Everest está ubicado a 5.365 metros sobre el nivel del mar. “Llegamos ayer y volvimos a bajar a Lobuche”, escribió el 11, aclarando que el objetivo del día siguiente sería ir al campamento alto de Lobuche (6.119 metros), al que se llegó dos días más tarde. “La montaña nos sorprendió, casi todo el camino fue hielo y por las condiciones estaba mucho más técnica de lo que había imaginado. Entre mañana y pasado me estaré mudando para el campamento base del Everest para empezar las rotaciones de aclimatación”, informó.

El 16 se llegó por segunda vez al campamento base del Everest, “ya para instalarnos”. Ese fue día de descanso, y el 18 se vivió la denominada “puja” o ceremonia para “pedir permiso a la montaba para empezar a subir”.

Estol contó que “la hace un lama frente a un altar de piedra y se pide a los dioses de la montaña que bendigan la expedición. Se recitan mantras y se dan ofrendas como frutas, chocolates, arroz… Se bendice además parte del equipo que llevamos con nosotros para arriba. Fue una ceremonia muy bonita con los verdaderos héroes de la montaña, los sherpas”.

El día 19 de abril fue tiempo de entrenar en Khumbu. La planificación estaba definida: “mañana (20 de abril) vamos a campo 1 de Pumori para mantenernos activos, y si todo sigue según el plan, el 22 salimos a campo 1 de Everest donde pasaremos la noche, el 23 al campo 2 regresando a dormir a campo 1, y el 24 bajamos al base a esperar la segunda rotación”.

Mientras la garganta continuaba molestando, el clima dejó en claro que no todo lo planificado en este deporte extremo puede llevarse a cabo: el jueves pasado Estol se mantenía en campo base.

“Hace dos días no para de nevar así que nuestro plan de ir en la madrugada al campo 1 está cancelado por ahora. Vivir a esta altitud y con el aire tan frío y seco es difícil, muchos están enfermos con la famosa “tos de Khumbu”. Esperemos poder hacer nuestra primera rotación pronto”.

La carpa amarilla, que luce con orgullo las banderas de Uruguay y México, se transformó en su nuevo hogar. El objetivo de hacer historia está cada vez más cerca, pero se asegura que el Everest es impredecible.

Por lo pronto, Estol raciona las energías pensando en plantar bandera en esos 8.849 metros sobre el nivel del mar, y transformarse en la primera deportista uruguaya en escalar el pico más alto del mundo.