Inclusión laboral en el Uruguay (II)

En la presente entrega finalizaremos la consideración del informe del Banco Mundial (BM) titulado “Inclusión social en Uruguay” especialmente en lo referente a la situación laboral los afrodescendientes, las personas con discapacidad, las mujeres (en particular, las jefas de hogar) y las personas trans.

6. Los jóvenes

Según el BM, “durante la juventud (entre 15 y 24 años) habitualmente se espera que estos individuos estén estudiando o incorporándose a la fuerza laboral. Sin embargo, un grupo que se ha estudiado poco es el llamado NINI—jóvenes que no estudian, trabajan ni están capacitándose (independientemente de si están buscando empleo). La tasa total de NINIs en Uruguay se estima en 11%. Pero este porcentaje no toma en cuenta a los jóvenes desempleados, estimados en 7%, que podrían incluirse en la definición de NINIs si se considera también a los jóvenes que buscan empleo. La tasa de NINIs en Uruguay es similar a la de Ecuador, Chile, Panamá o Costa Rica y más alta que la de Bolivia (13%) y Perú (11%), si uno considera a los jóvenes desempleados. La incidencia de NINIs y los porcentajes de desempleo para los afrodescendientes y las mujeres son de 12% y 9%, y 14% y 7%, respectivamente. Ambos grupos, por lo tanto, están ligeramente más distantes de las actividades productivas en el Uruguay. Los jóvenes NINI plantean un desafío particular en materia de políticas públicas, ya que esta población existe desde hace ya algún tiempo y podría volverse dependiente de transferencias privadas o públicas”.

7. Políticas y recomendaciones

El informe realiza además los siguientes comentarios y recomendaciones:

7.1) “en el transcurso de las últimas dos décadas, Uruguay ha dado pasos significativos para consolidar su camino de crecimiento con equidad, ampliando su clase media y prácticamente eliminando la pobreza extrema. Además, alcanzó un acceso casi universal a la educación primaria, la salud, la electricidad y el agua corriente, entre otros servicios esenciales.

Los niños con mayores desventajas tienen hoy acceso a nuevas tecnologías, gracias a programas educativos innovadores, mientras que más del 87% de la población en edad jubilatoria está cubierta por el sistema de pensiones. Uruguay tiene mucho de qué sentirse orgulloso y mucho para enseñar a una región históricamente marcada por la desigualdad. Sin embargo, la exclusión ha mostrado ser persistente.

En este informe nos hemos centrado en las brechas y desafíos que afrontan los afrodescendientes, los hogares de jefatura femenina, las personas con discapacidad y las personas trans, a pesar de haber sido objeto de numerosas políticas focalizadas. Algunos de estos grupos se han beneficiado menos que otros de las oportunidades abiertas por el Estado y, por lo tanto, continúan presentando brechas importantes en varios aspectos de desarrollo y son más vulnerables a los shocks económicos. La exclusión no sólo afecta su propio bienestar y desarrollo, sino que tiene un costo económico importante para el resto del país”.

7.2) “Uruguay ha acumulado experiencias que pueden contribuir a mejorar la vida de los hogares sometidos a condiciones de pobreza crónica y exclusión. Pero la atomización y falta de coordinación entre programas orientados a objetivos similares contribuye a crear ineficiencias que no solamente agotan los recursos, sino que pierden el foco de los verdaderos problemas. Una revisión de la política actual y de la matriz institucional debe procurar estrategias combinadas y multisectoriales para dirigirse mejor a los hogares más difíciles de alcanzar. Esto requiere crear incentivos para la cooperación interinstitucional, con responsabilidades claras, financiamiento, basada en evidencia y con metas medibles”.

7.3) Nuestro país “también podría beneficiarse de una optimización de su actual red de programas urbanos, sólida pero enmarañada, para eliminar las trampas de pobreza en departamentos rezagados y asentamientos informales. Una nueva generación de programas espaciales debe tomar en cuenta la concentración geográfica de la pobreza, pero también el hecho de que algunos grupos dentro de estos espacios se ven afectados por la segregación de modos diferentes. Los gobiernos locales y nacional deben invertir más en hábitats integrales y proyectos de vivienda que aborden la planificación urbana desde una perspectiva de inclusión social”.

7.4) “Finalmente, cualquiera sea la estrategia elegida por Uruguay, la experiencia muestra que sin la activa participación de las minorías excluidas las políticas y los programas tienden a reproducir prejuicios que dificultan su éxito. Aumentar la voz y la autonomía de estos grupos —incluyéndolos desde el diseño de políticas hasta su implementación— es la única manera de ayudarlos a superar las barreras que hoy dificultan su inclusión plena”.

Rodrigo Deleón

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