La obra del Mevir y las respuestas que necesita el interior profundo

La reciente conmemoración de los 54 años del Movimiento pro Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (Mevir) y simultáneamente del Día de la Vivienda Rural permitió una puesta al día de boca del propio titular del organismo, Arq. Juan Pablo Delgado, sobre la actividad y problemática de una entidad que ha tenido carácter removedor en el ámbito del interior profundo, el gran olvidado por lo general en las decisiones y prioridades en sucesivos gobiernos, más allá de las palabras y apelaciones de ocasión.
Mucha agua ha corrido bajo los puentes desde que en 1967 el Dr. Alberto Gallinal hiciera realidad su idea de destinar un porcentaje de los recursos generados por la actividad agropecuaria a financiar un organismo que pasó a denominarse Mevir, y que ha tenido como objetivo principal contribuir a erradicar las tradicionales taperas y rancheríos del medio rural por casas económicas pero dignas, en las zonas donde existe trabajo zafral o estable en el medio rural, y donde además los servicios básicos brillan por su ausencia, como regla general, aún teniendo en cuenta los avances registrados en las últimas décadas.
Como bien señalaba Delgado, además del acceso a una casa digna, lo que se logró fue ir eliminando potenciales focos de contagio del Mal de Chagas, transmitido por la vinchuca, insecto que se aloja en grietas y resquicios sobre todo de paredes y techos construidos en barro y paja, así como en la periferia de la construcción, por lo que conjugado con campañas de concientización y fumigación de instalaciones como gallineros y galpones, se ha ido reduciendo sistemáticamente la incidencia de la enfermedad en áreas crónicas como departamentos del norte y noreste.
El Arq. Delgado destacó que en más de medio siglo de existencia el organismo ha proporcionado en todo el país un total de 39.911 soluciones habitacionales, que incluyen intervenciones en núcleo, intervenciones en planta urbana, intervenciones en área rural, saneamiento, electrificación, readjudicaciones, reparaciones y otras construcciones.
Debe tenerse presente que Paysandú es uno de los departamentos con mayor cantidad de viviendas de Mevir, con 3.538 unidades habitacionales que se han construido en áreas rurales del Departamento y en la periferia de localidades ubicadas lejos de la capital departamental.
Delgado subrayó la trascendencia “del proyecto iniciado en el año 1967 que tiene plena vigencia y en ebullición permanente, removedor, vanguardista, impulsado por Gallinal”, a la vez de subrayar que actualmente “hay casi 32.000 viviendas construidas, en más de 350 localidades de todo el país, y donde uno recorre, ve una vivienda del Mevir”.
“Este gobierno tiene la voluntad férrea de avanzar con el mecanismo, el espíritu y el proyecto Mevir. Es así que en este gobierno se amplió el ámbito de actuación de Mevir, y ya no solo puede llegar al ámbito rural, o pequeños centros poblados de 5.000 habitantes, sino que ahora podrá llegar hasta 15.000 habitantes, lo que permite brindar nuevas oportunidades de soluciones habitacionales y una metodología validada en su actuación, llegando a una población objetiva del 26 por ciento”, señaló el jerarca, al exponer cual es la línea de acción por la que se procura avanzar.
“Hemos transcurrido un primer año de gestión con mucho dinamismo, muy intenso y marcado además por la pandemia. Uno de los principales objetivos que nos trazamos cuando llegamos a Mevir era cuidar el trabajo y el prestigio que tiene la institución y reivindicar la figura del participante y no de un beneficiario”, reflexionó.
Uno de los aspectos clave, que se ha aprendido a lo largo de los años, respecto a todo emprendimiento habitacional social –pero también en prácticamente todos los órdenes de la vida– es que el beneficiario valora mucho más lo que ha logrado, en este caso el anhelado techo propio, si no lo recibe como un regalo y en cambio pone su esfuerzo, junto a sus familiares, para contribuir a construirlo y levantarlo desde abajo.
Lo explicó Delgado al indicar que el beneficiario “es participante porque participa en todo el proceso de construcción de su vivienda, porque aporta horas de trabajo mediante la ayuda mutua, trabaja en equipo, trabaja en comunidad, y a su vez después pasa a pagar una cuota por su vivienda, por supuesto, una vivienda social con un alto subsidio del Estado, pero ya no más subsidio del cien por ciento”.
“Es un sentido de pertenencia, de tener sentido comunitario, y también la responsabilidad de pagar una cuota, una responsabilidad de cultura de pago”, enfatizó, resumiendo un complejo entrelazado de derechos y deberes en el acceso a la vivienda y otros bienes esenciales para la familia.
Entre otros aspectos a destacar en lo que tiene que ver con la gestión del organismo, subrayó que “hemos trabajado fuertemente con el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), a través de Inmujeres para dar protección social a la violencia de género” y trabajando en convenio para contemplar a la población más vulnerable.
En cuanto a cifras recientes, anunció que el trabajo del año 2020 se vio reflejado en 767 soluciones habitacionales, con más de 2.700 personas que han accedido a tener su hogar, así como 30 obras por convenio, escuelas, centros CAIF, electrificación rural, y escrituraciones de vivienda, para que las familias, después que pagaron, puedan tener su título en regla, mientras que el objetivo de este año es entregar 830 soluciones habitacionales, más de 30 obras por convenio y, 400 escrituras de viviendas, con el agregado de incorporar nuevas tecnologías en sistemas constructivos.
Sin dudas la obra de Mevir continúa siendo proficua y revulsiva para el medio rural, con luces y sombras en los respectivos períodos de gobierno, más allá de partidos, respecto a las soluciones habitacionales como respuesta a las necesidades.
Pero en el marco de la problemática de la situación en el interior profundo, y sobre todo en lo que tiene que ver con evitar el éxodo hacia las ciudades, se requiere acciones complementarias –algunas las está encarando el propio Mevir– en cuanto a contar con una red de contención que tiene que ver con fuentes de trabajo y oportunidades, servicios en salud, caminería, telecomunicaciones, actividad social e integración al tramado socioeconómico de sectores que siguen marginados.
Para ello no alcanza con el Mevir en sí, más allá de contribuir en lo que le corresponde desde sus competencias, sino que deben instrumentarse en forma efectiva y persistente desde el Estado políticas específicas para contrapesar de alguna forma las políticas centralistas que se han dado históricamente en nuestro país, en desmedro del Interior y sobre todo del interior profundo, y se atienda con respuestas a tono una realidad que hace que todavía haya uruguayos de primera, de segunda y de tercera categoría, según el lugar en que residen.