Luis Lacalle Pou: “Lo vamos a extrañar pues era un bastión fundamental en el gobierno”

El presidente Luis Lacalle Pou le entrega el Pabellón Nacional a los cuatro hijos de Jorge Larrañaga: Juan Francisco (con muletas), Jorge Washington, Aparicio y Faustino.

El presidente de la República, Luis Lacalle Pou, se acercó al estrado ubicado frente al féretro con los restos mortales de Jorge Larrañaga. Pidió que le dejaran ver a la familia de quien fuera su ministro del Interior, y pausadamente habló. Con voz firme pero emocionado, habló de la entrega a la actividad política, de los ideales, de la lucha sin pausa por lograr los objetivos, incluso por encima de la propia salud. Y de algunas preferencias que lo unían a quien falleciera siendo ministro del Interior.

“Ese cuerpo lleno de fuerza y de voluntad, ese cuerpo que embestía, que tropezaba y que rodaba. Ese cuerpo que se paraba como si nada hubiera pasado. Ese cuerpo que no sabía de descanso ni sabía de renunciamientos, empieza a descansar hoy. Mucho antes de lo previsto. Empieza a descansar cuando lo veíamos en el mejor momento. Había encontrado su eje, su centro. Y esa embestida típica de él, se había concentrado y focalizado en esta tarea”.

“Por suerte son muchos los que lo van a extrañar; por suerte. Porque de nada sirve pasar por este mundo si no dejamos afectos, si no dejamos recuerdos. Su partido lo va a extrañar en la primera fila. Esa que en las –créanme– competencias internas alguna vez en voz baja dijimos ‘Esta vez no va a pelear’”.

“Y nos lanzaba una carcajada en la cara y decía: ‘Yo no sé lo que no es pelear’. Su partido, que lo tuvo adelante de la fila, lo tuvo también medio paso atrás, pero tampoco le negó el estribo, siendo factor determinante, primero del afincamiento allá por el año 2004, sobre todo con esa ola de gente joven que algunos nos acompañan. Fue bastión fundamental durante las siguientes campañas electorales; fue bastión fundamental en ensillar de nuevo en el 2019. Y ni que hablar que hoy lo vamos a extrañar, pues era un bastión fundamental en el gobierno”.

DEFENSOR DE LAS LEYES

“Defensor de las leyes, esa frase que a veces decimos casi que sin pensar, que automáticamente le surge a los que aman una divisa. Creo como pocas veces en esa frase que es un concepto, que es una arraigo fundamental para la existencia de un Estado donde la gente sea libre. No hay libertad sin ley, y la ley nos protege a todos. Pero créanme que al que más protege es al más débil. El grande siempre tiene argumentos para defenderse y si había un reclamo que la sociedad nos hizo a lo largo y ancho de todo el país era defender las leyes”.

“(Jorge Larrañaga) lo hizo a su manera, porque que los cuerpos policiales le rindan homenaje, que los retirados le rindan homenaje, que el sindicato de la Policía le rinda homenaje, no es moco de pavo, como se dice comúnmente. Y le rinden homenaje, ¿por qué? Porque no mandaba, se ponía delante, como los tantos generales y héroes que tiene la nación y el Partido Nacional. Ese arrojo de Saravia, casi el fanatismo no entendido, que por si fuera poco se vestía para que lo distingan, no era un acto de locura. No era solo un acto de arrojo. Era ejercer la autoridad, era mandar, era ser el primero de la fila, el padecer con la tropa, el mandar sin imponer, el convencer. Y por eso, esa frase que se ha repetido a lo largo y ancho del país, que como era marca registrada yo nunca la dije, pero me resuena y seguramente nos va a resonar a los que tenemos que continuar con esta tarea”.

LOS CUCHILLOS, LOS CABALLOS, LOS RELOJES

“Con Jorge compartíamos algunos gustos: los cuchillos, los caballos y los relojes. Y no es el reloj en sí, es una valoración de los tiempos. Que el tiempo pasa y no es para todos igual ese paso del tiempo, si no hay respuestas y si hay carencias”.

“En el Senado nos sentábamos al lado y siempre lo veía con un reloj menos. Hoy uno de sus hijos tiene el negro con plateado. Y cada vez que le preguntaba decía que era para tal hijo que se recibía, otro para el que está estudiando. Y se iba desprendiendo de esos relojes”. “Yo le quiero hablar a sus hijos. Me imagino los sentimientos encontrados. Yo quería más de mi viejo, siempre quise más de mi viejo. Quería más tiempo, quería más tranquilidad, no quería leer en las redes a veces alguna crítica. Esos mismos relojes que usó Jorge, que tenía esa obsesión por hacer las cosas cuanto antes, es el mismo tiempo que le sacó a ustedes”.

“Yo no sé si lo van a entender ahora. Cuando ya más grandes tengan hijos lo van a entender. La actividad política es ensanchar el corazón, es un acto de generosidad. No es querer menos. En el corazón hay lugar para casi todo. Es querer más a esa familia no sanguínea que es la patria. El corazón del viejo de ustedes estaba compartido con tres millones y medio. Siéntanse honrados y caminen con la frente en alto”.

“PRESENTE, MI GENERAL”

“La liturgia del Partido Nacional es enorme. Hay una canción de una partida que sale de Santa Clara Del Olimar y cuando están saliendo una descarga de fusiles deja caído el tendal. Y solo uno de ellos se salva. Y (la canción) relata cabalmente la agonía de ese paisano. Que no se quería rendir, que estaba cascoteado pero que lo último que quería hacer era desvanecerse”.

“Cuando llega al campamento, los centinelas se dan cuenta que ya viene rumbo a morir. Y por ende no lo frenan. Y cuando llega a donde tenía que llegar nos regala una frase que nos retumba en el corazón y la mente de cada uno de nosotros, que es lo que está haciendo Jorge en este momento. Se está afirmando en ese apero tan lindo que usaba, se echa el gorro panza de burro que a veces usaba, para atrás, se lo pone en el pecho y dice: ‘Presente, mi general’”.