No es nada sencillo hablar frente al féretro de un padre. Menos en medio de los honores que se le tributaban. Pero Jorge Washington no dudó en subir al estrado, asumiendo su condición de hijo mayor, con los ojos repletos de lágrimas por salir, y dijo:
“Viejo, alguna vez hablamos de este día. Nos dijimos cosas, no teníamos miedo de hablar de lo que sea. Me dijiste tres cosas: que juntara los gurises, que dijera algo y que después me fuera para el stud. Las dos segundas, terrible dolor. Las palabras arden y va doler cuando vuelva al stud, esa guarida de sueños pero voy a ir. Vamos a ir”.
“Hoy están tus hijos acá, tus cuatro hijos: el negro Aparicio, Juancito, el cabecita Faustino y yo. Te venimos a agradecer, viejo, lo buen padre que fuiste. Todo lo que nos quisiste. Siempre estuviste ahí para nosotros. Te venimos a decir que te amamos, que tenemos un orgullo enorme por vos, y venimos a decir también que te quedes tranquilo, sabemos lo que hay que hacer. Vos nos enseñaste bien: apretar los dientes e ir para adelante. Hay orden de no aflojar, viejo. Genio y figura hasta la sepultura, decía el abuelo (Jorge Larrañaga Ilarraz). Hasta siempre. Pero nos vamos a encontrar”.
