Daniel Maidana, cronista de estas páginas por décadas y con el orgullo de un espacio que dio voz a los pasivos

Durante varias décadas escribió desde estas páginas y con prosa sensible, sobre las preocupaciones de los pasivos. Una población que siempre necesitó –aún hoy– una voz que escuche y amplifique sus demandas. El periodista Daniel Maidana se ocupó mes a mes de que Pasividades fuera el reflejo de la labor de las asociaciones y de destacar la trayectoria de quienes trabajaron para que Paysandú sea un punto de referencia en el mapa. “Hablan nuestros mayores” es el reflejo de ese espíritu sanducero. Por eso, un día fue llamado a formar parte de estas páginas. O como lo define con certeza: “el mínimo prólogo encierra una paradoja. Y las paradojas pueden ser gratamente sorpresivas”.

Comienzo

Recuerda que está muy distante aquel abril de 1982, “cuando Artenio Ismael Montero me invitó a concretar una página llamada Pasividades, que había sugerido al director Fernando Miguel Baccaro, el dirigente de los pasivos Waldemar Ayala”.

En ese momento se ocupaba de la producción comercial y “colaboraba con alguna nota de acuerdo a la demanda de Artenio. Crecimos, él se jubiló y cambiamos a ocho páginas ya en tamaño tabloide. Luego se insertó en el diario y así nos encontramos en este 2021 pasada la pandemia”.

Lo que resume en forma sencilla cumplirá 40 años en 2022, de los cuales estuvo 38. “Originalmente comenzó como una serie de ocho columnas de la página grande en apoyo a las reivindicaciones y una, por ejemplo, era básica y fundamental. Hubo una primera edición que se publicó el 14 de febrero porque al otro día comenzaban los pagos. No había seguridad en la fecha de comienzo que, generalmente, se extendía a siete días”.

Después de la dictadura empezó un movimiento, donde los mayores tuvieron la palabra y la acción. “Decíamos en el homenaje a Alicia Leites, expresidenta de Ajupe, que nos vimos por primera vez en la asamblea autoconvocada en 1983 que llenó la enorme platea del entonces Cine Club Paysandú. Después hubo dos asambleas en AEBU y posteriormente comenzaron a reunirse en un garaje en la calle Vizconde de Mauá y Charrúas. Allí fue la segunda vez”.

Fue en una conferencia de prensa, mientras esperaba, que comprendió el verdadero cometido de las instituciones de jubilados.

“En esos minutos, me permitió escuchar al entonces presidente Manuel Varela, con un pensamiento muy humanista. Recomendaba que en Ajupe entrara la política porque decía que los seres humanos somos seres políticos. Pero pidió que no permitan que entren los partidos políticos”.

Varela asesoraba por trámites que en aquel entonces eran engorrosos y llevaban meses. “Sacar una jubilación, normalmente llevaba un par de años si todo estaba en regla. Hoy, existe la historia laboral desde 1996”, que agiliza el proceso.

Representación social

Luis Alberto Colotuzzo, el primer director en representación de los pasivos en el directorio del Banco de Previsión Social, es una cita obligada. Por ser el pionero y por cualidades humanas. “Un hombre austero y humilde que se negó a utilizar tarjetas corporativas para pagar sus gastos personales. Era el mismo que rechazó reformas edilicias en su despacho y que inevitablemente se llevaron a cabo en su ausencia, en oportunidad de un viaje al Interior”.
Actualmente son comunes las elecciones de los representantes en cada orden, ya establecida en la Constitución de 1967. Sin embargo, pasaron 25 años para la habilitación de este sufragio. “La primeras fueron en 1992, donde votaron por mayoría al candidato de Onajpu, con Colotuzzo que venía de la dirigencia obrera de los ladrilleros. En aquella oportunidad, Héctor da Prá representó a los empresarios y Ernesto Murro, por los trabajadores”.

En el diario

A EL TELEGRAFO ingresó como cadete y su gusto por la lectura lo llevó varios años después a la redacción. Comenzó la lectura de las colecciones y las crónicas sobre la Segunda Guerra Mundial eran sus preferidas.
Posteriormente fue llamado para ayudar a Manuel Silveira, mecánico de linotipos y permaneció un año en ese trabajo. Hasta que el diario trae la primera máquina para hacer clichés. “Era una fotograbadora electrónica alemana y el diario era el primero en Uruguay en tener una máquina de este tipo. Por poco tiempo le siguió La Mañana”.

Después vino el pasaje por otros medios, como la radio CW 35 y la televisión. “Entré en prensa de la radio, donde el jefe de prensa era Raúl J. Vidal. Y el 1º de julio de 1980, en la redacción del diario, donde el jefe era Juan José ‘Rayo’ Oberti”.
En el diario obtuvo la oportunidad de recibir capacitación en otras áreas. “Pude avanzar en un montón de aspectos. Por ejemplo, nos pagaron un curso de fotografía y, de esa forma iba a las canchas y dejaba a los cronistas de deportes la jugada de gol. Hice eso en varios litorales (campeonatos)”.
Mientras estuvo relacionado con la Fundación Konrad Adenauer, “hablé por Uruguay en la Universidad Austral de Valdivia en Chile, respecto a la situación de la comunicación abierta en Uruguay en 1992”. Y lo mismo en Paraguay, donde se refirió a la incidencia de los medios de comunicación en la situación económica.

Otros suplementos

El periodista incursionó en la organización de otros suplementos con fechas específicas de salida, mientras mensualmente publicaba Pasividades.
“Coordiné con Cofac durante varios años una publicación junto a Artenio Montero y Leonel ‘Chiquito’ Pérez. Era el (suplemento) ‘Cooperacción’, que se editaba en tamaño tabloide y papel grueso y que despachábamos desde Paysandú a cada filial. Hicimos lo mismo con la primera tarjeta de crédito que fue Cabal. Allí mostrábamos a Uruguay y toda la serie de comercios que estaban asociados a la tarjeta en cada departamento”.
Relata que “con Jorge Masanti, quien después emigró a España, comenzamos en 1987 el Suplemento de la Construcción. Lo decía el otro día, qué es lindo ver cómo han pasado los años y la publicación continúa. Ahora con 20 páginas. Quiere decir que es de recibo en el sector al que va destinado y al lector”.

Fiesta de la Prensa

La fiesta que a comienzos del año, con la excepción de la pandemia, lleva adelante el diario en cada mes de enero, lo mantuvo activo en la producción comercial y en apoyo a la organización de los eventos.

“Un día me llama el gerente de entonces, Luis Eduardo Provera, y me propone centímetros de publicidad en todo el mes de enero de 1986, junto a los auspiciantes en las páginas y su presencia en los escenarios donde se realizaban los espectáculos artísticos. Así empezamos el telemarketing, que acá no se utilizaba y después se puso de moda”. Gloria Freira, su esposa, sostuvo la venta desde el lugar de telefonista.
Un escenario se levantaba frente al diario por 18 de Julio. Desde ese lugar, trabajó en varios puestos con el armado del lugar, subía a escribir los detalles del evento que saldría como foto en primera página, tomaba el micrófono para la animación y cerraba la jornada, junto a otros, desarmando las instalaciones.
Por décadas fue el cronista de la Junta Departamental, donde recibió un reconocimiento en 2017 por 25 años de trabajo, cuya plaqueta luce a la entrada de su casa.

Es padre de Guillermo y Gonzalo, fruto del matrimonio con Ángela Giménez, y María Daniela, con Gloria. Sus nietos, Camila, Joaquín, Emilia y Desirée son su mayor disfrute.
Ahora lee “Sobre la libertad”, de Johan Stuart Mill, que le obsequió Daniela y escribió un pequeño mensaje por los tres hijos que lo define y deleita: “A quien nos enseñó desde el ejemplo sobre la verdadera libertad de pensamiento, expresión y acción. Con mucho amor, nosotros”.