Ejercicio físico; necesario para devolver autonomía y retomar hábitos saludables en personas mayores

La pandemia suspendió las rutinas de ejercicios físicos o caminatas que realizaban las personas mayores, en tanto conforman aún uno de los principales grupos de riesgo. Rescindir una parte de su autonomía por el distanciamiento físico, generó un cambio en sus vidas acostumbradas a actividades habituales.
Sin embargo, este escenario complicado no debió predisponer al descuido del estado físico, y los ejercicios dentro del hogar fue la manera de continuar con los hábitos saludables, complementado con una sana alimentación.

El estrés, la ansiedad y la soledad pueden combatirse con movimiento, a fin de favorecer la autoestima y mejorar el humor. Pero, sobre todo, demostrar que no es una cuestión de edad la necesidad de ser autosuficientes.

Al menos en Uruguay, la población mayor de 65 años ha brindado una mayor respuesta positiva frente a las campañas de vacunación contra la COVID-19. Sin embargo, no está dicha la última palabra. Si bien el país encamina su vigilancia sanitaria a una situación de endemia y resuelve su protocolo para la apertura de las fronteras, los casos aún se confirman a diario.

Con sus pares

Una vez que las asociaciones reabrieron sus puertas, “el adulto mayor se volcó a las actividades. Estaba esperando encontrarse en los centros, en los faroles comunitarios o las diferentes instituciones que los nuclean. Lo percibí en el sentido de que la gente participa y cada vez más los grupos son bastante numerosos”, aseguró la profesora de Educación Física Yanice Santo. La docente, que integra la Unidad de Personas Mayores y Discapacidad de la Intendencia de Paysandú, señaló que “estaban buscando esos lugares para empezar a moverse” y al retomar las actividades se notaron otros aspectos inherentes al cuidado de la salud.
“Vimos personas con sobrepeso, obesidad y descontrol de la hipertensión o diabetes. Hay que recordar que los controles médicos eran telefónicos y cuando salieron de sus casas, ellos notaron que el movimiento empezó a provocar dolores”, dijo a Pasividades.

Las clases comenzaron en agosto y los grupos se generaron a través de invitaciones, por las redes sociales o grupos de WhatsApp. “Cada vez se buscan más los lugares abiertos o al aire libre y otras actividades sociales, como los té bingo. Estuvieron solos y ahora necesitan encontrarse con otras personas”, señaló. Santo recorre los barrios y faroles comunitarios, en tanto lleva adelante su etapa académica universitaria. “Soy una de las profesoras que trabajamos en la Práctica Profesional Comunitaria, que es una materia del Instituto Superior de Educación Física (ISEF). Muchos de estos estudiantes hacen sus prácticas en los grupos de personas mayores como Cajupay o Chaplin”.

Recomendaciones

La docente precisó que “es bueno tener un respaldo médico para saber las actividades físicas que puede realizar cada uno. Esto es por problemas de rodilla o respiratorios, o algún otro factor de riesgo. En los grupos tratamos de adaptar la actividad al perfil de las personas que concurren, pero el cuidado es permanente”.

Explicó que “buscamos que la persona vaya al médico y cuando nos llevan los certificados, vamos conociéndolos para sugerirles que se reintegren a grupos de personas mayores”.

Las diversas plataformas digitales fueron una vía de comunicación, esparcimiento y trabajo para todas las edades. No obstante, “a muchos les cuesta manejar una red social o YouTube. Durante la pandemia se ha encontrado mucho material en video, con recomendaciones. Por ejemplo, la Secretaría Nacional de Deportes tiene programas para adultos mayores subido en la web”.
La ayuda familiar o de su entorno es fundamental para acceder a estos dispositivos. “Es necesario que reciban ayuda de los integrantes de la familia y que les llegue el material. Incluso a los lugares públicos, como las plazas de deportes, a participar en actividades que son gratuitas”.