Homenaje a una impulsora de Ajupe y directiva por varios períodos ante retiro

Alicia Leites había resuelto dar un paso al costado en la directiva de Ajupe para dedicarse al descanso, su familia y asistir a los talleres en la institución. Sin embargo, con la llegada de la pandemia hubo que reinventar estrategias para continuar con la atención a los socios. Así pospusieron las elecciones en la institución hasta mediados de 2021.
“Enfrentamos grandes problemas sanitarios y económicos, pero en Ajupe se había formado un gran grupo humano que tomó como suya esta causa. Hoy la institución está en muy buenas manos, con gente responsable y emprendedora que tiene muy claras las necesidades de los asociados que vienen de diversas capas sociales”, relató Leites a Pasividades.

En octubre, durante las actividades por el mes del adulto mayor, recibió un homenaje sorpresa en el Espacio Cultural Gobbi. Pero su trayectoria se remonta a algunas décadas, cuando formó parte de un grupo inicial junto a Manuel Varela, que en el local de AEBU se convocó para conformar una asociación de pasivos.

go del primer encuentro, “aquel salón resultó pequeño. No se podían oír los múltiples planteamientos porque asistía un público comprometido con los temas. Debimos suspender esa asamblea y pasarla para el cine Ambassador. Así se dio inicio a Ajupe”.

En aquel entonces, con Varela al frente “se habló de las necesidades de los jubilados que no tenían representación ni voz, ante los reclamos por viviendas o pasividades sumergidas. Posteriormente, en la sede de Fancap se formó una comisión provisoria para trabajar en la integración de una asociación apartidaria y sin intereses personales. Pero no teníamos un local para funcionar”.

El primero

A propuesta de Varela, “conseguimos un garaje por la calle Vizconde de Mauá, donde nos reuníamos y se formó la comisión directiva con don Manuel en la presidencia”, cuyas primeras decisiones apuntaron a la atención médica.

“Hablamos en aquel entonces con la Asociación Médica de Paysandú que nos apoyó y envió un médico para la atención una vez por semana. Recuerdo muy especialmente al doctor Paradiso, a quien le encantaba ir a ese garaje a atender a las personas y allí también recibíamos a diputados y senadores”.

El lugar no contaba con baños, por lo que consiguieron alquilar una habitación en una casa de familia por la calle Sarandí, en tanto Varela continuaba con su labor de averiguar sobre los trámites complicados que llegaban a su mesa.

“Pero también resultó chico el lugar y de allí nos mudamos a un salón con baño por la calle Independencia, donde atendían los médicos y comenzaban las clases de gimnasia y yoga. Y viendo las necesidades edilicias, conversamos con otras asociaciones para ver la posibilidad de unirnos sin perder identidad. Así comenzamos a hacer contactos en Montevideo con don Luis Colotuzzo, quien ya era el representante de los pasivos y nos dio un gran impulso para el nacimiento de Ajupe”.

Recordó que adquirieron en forma colectiva la actual Casa del Jubilado, que “había que reformar y cuando queda pronta le dan a Ajupe, la primera habitación”. Con el paso de los años y el desarrollo de las actividades, surgió en una asamblea “la idea de independizarnos”.

Edificio propio

Con el objetivo de lograr los recursos necesarios, “el esposo de una socia, muy hábil para los números, plantea una rifa con premios en dólares. Recuerdo que fue muy difícil de vender, pero al final obtuvimos la cantidad necesaria para comprar la casa de la calle Uruguay, donde hoy está Ajupe”.
El edificio necesitó de sucesivas reformas y recursos, aportados por los asociados y el BPS, “que nos dio la mitad del valor de la casa porque a la otra mitad digo que orgullosamente la aportó la gente de Ajupe”.

Después llegó la donación del “Parque Ennio Fúccaro” y la chacra que cuenta con una policlínica de atención “en la zona de la calle 15, donde tenemos muy buenos vecinos”.
Durante las décadas siguientes encabezó la directiva en varias oportunidades, hasta su retiro con un reconocimiento. “No soy merecedora de este homenaje porque todo el trabajo social lo hice, al igual que mi trabajo como maestra, por vocación. Porque tuve la suerte de ser maestra en la Escuela de los Canillitas, en la Escuela Nº26 y en Ajupe”.
Hoy reconoce que le han propuesto integrar equipos de trabajo bajo cargos de particular confianza. “Pero no los acepté porque mi trabajo fue la política social. No tengo carácter ni vocación para los cargos político partidarios”.

Y agradece: “a mis padres que nos dieron una educación y formación a mi hermana y a mí. Las dos fuimos maestras”. Junto a su esposo Juan han conformado una familia con 4 hijos, 8 nietos, una bisnieta y “otra en camino”.

“Tengo 85 años, así que también agradezco a las sucesivas autoridades que me aguantaron las protestas en favor de los pasivos que siempre tuvieron jubilaciones y pensiones sumergidas. Y, en general, a Paysandú que entendió que el objetivo de Ajupe es el de atender a los adultos mayores”.

Asegura que “ahora voy a disfrutar de algunas clases en Ajupe, como gimnasia, yoga y cocina que me encanta. Y de la biblioteca, con sus más de mil libros”.