La riqueza forestal con temas pendientes

De ser un país sin árboles hasta fines de la década de 1980, cuando se aprobó la Ley de Desarrollo Forestal, el Uruguay ha pasado a ser un fuerte exportador en el sector, ante la gradual forestación de una superficie de más de un millón de hectáreas, y ha incorporado la explotación de una riqueza que hasta entonces era solo potencial que demandó una política de Estado para posibilitar su desarrollo, lo que explica que se haya apoyado las inversiones en el sector por gobiernos de todos los partidos.
Carlos Faroppa, director general forestal, expuso a El País, al analizar el panorama en este rubro, que a partir de 2024, se alcanzarán los 17 millones de metros cúbicos anuales de madera procesada con destino celulósico. Esto posiciona a nuestro país dentro de los principales productores de celulosa de fibra corta.

Para el director general Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), la tercera planta de celulosa “marcará un hito en la historia productiva del país; dicha apertura posicionará al sector entre las dos actividades agropecuarias más importantes del país, sino la más importante”.
Más allá del aspecto productivo, Faroppa espera que la nueva planta contribuya al desarrollo social en su zona de influencia, aspecto que forma parte de la manifestación de derrame sobre otros sectores de la economía que forman parte de la infraestructura, fundamentalmente en el interior profundo, como se observa precisamente en los polos productivos que se han generado en zonas forestadas, algunos de los cuales vemos aquí mismo en nuestra zona.

El jerarca, quien se desempeña en el cargo en los dos últimos años, destacó que con el tiempo se han despejado algunas críticas, aunque también se dan polémicas en cuanto a la ecuación costo-beneficio para el país, en tanto uno de los aspectos en que se ha trabajado es “demostrar técnicamente por qué la forestación es muy buena para el país, por lo que pusimos énfasis en visibilizar las fortalezas que han llevado a cumplir con lo objetivos planteados en la ley y esto se logró con el respaldo de todos los partidos políticos durante estos más de 30 años”.
Otros datos aportados por el jerarca indican que más del 90% de dichas plantaciones cuenta con certificación internacionalmente reconocida para primera gestión forestal sostenible. Hoy el sector aporta el 3,8% del PBI (Producto Bruto Interno) y aproximadamente 18.000 puestos de trabajo directos cuyas remuneraciones ascienden a U$S 440 millones anuales “y si contamos los indirectos estamos hablando de cerca de 25.000 personas”, evaluó.

Además, en lo que se refiere a la contribución del sector a los Ingresos públicos donde se incluyen impuestos y contribuciones a la seguridad, social Patrimonio, IRAE, IRPE, IVA, fideicomiso al transporte, aportes patronales y personales, la misma es de casi U$S 340 millones anuales. Para los próximos años se espera que aporte el 6% del PBI y 30.200 empleos, apuntó.
Reconoció asimismo que la primera fase industrial presenta perspectivas y desafíos muy interesantes e importantes para el país. La cadena celulósica presenta perspectivas de crecimiento dada la instalación de la tercera planta, mientras la transformación mecánica de la madera presenta desafíos diferentes, y no ha logrado todo el desarrollo posible y deseable.
No se ha logrado captar industrias que procesen y den valor agregado a la madera de calidad disponible, principalmente en relación al pino, consideró. Sin embargo, la situación del eucalyptus grandis es diferente “y está mejor posicionado y con perspectivas muy buenas. En los últimos años el país ha recibido inversiones que revitalizan y generan buenas perspectivas para procesamiento de la madera sólida con valor agregado”, consideró.

A la vez del aporte del sector para la descarbonización de la actividad agropecuaria, Faroppa subrayó que la forestación ha ido en la línea de la diversificación de las producciones vinculadas al agro, con aporte a la bioeconomía y a la economía circular.
Si bien todos estos aspectos revisten su importancia, sobre todo si lo ponemos en perspectiva desde el punto de vista comparativo con lo que teníamos treinta años atrás, es evidente que en lo que respecta a inversiones para dotar de valor agregado hay un déficit muy importante en el sector forestal, porque en esencia hasta ahora fundamentalmente se exporta materia prima o semiprocesada, para que se le agregue valor fuera de fronteras.
Una de las áreas posibles de explorar en firma inmediata, es entre otros el uso de la madera nacional en el área de la construcción. Si bien hace unas décadas la madera para construcción que se encontraba en el mercado local era básicamente importada, en la actualidad es posible encontrar en el mercado madera de producción nacional, debido al incentivo de las plantaciones forestales a partir de la Ley Forestal N°15.939 en 1987.

La edad mínima de cosecha del árbol para la producción de madera estructural en Uruguay varía entre 18 y 25 años dependiendo de la especie, del tipo y ubicación de suelo, y de las condiciones climáticas, entre otros aspectos. Por lo tanto, parte de los árboles plantados hace tres décadas son cosechados en estos años para producir madera de construcción, que se vuelca al mercado local.
Actualmente en el país hay algunas experiencias positivas de construcción en madera tanto en el ámbito público como privado. Hay expectativas fundadas desde la Dirección General Forestal (DGF) en cuanto a que una parte de la producción forestal se destine a construir casas de madera. En ese sentido, Faroppa expresó que “tenemos la materia prima de calidad que este tipo de construcción requiere. Estamos convencidos que este tipo de construcción permite bajar costos y tiempos de construcción, son amigables con el ambiente y podrían aportar mediante el carbono presente en la madera al compromiso país de bajar nuestras emisiones”.

Trajo a colación que la Comisión Honoraria de la Madera fue creada con ese objetivo “y viene trabajando muy bien en levantar las barreras históricas que no han permitido que se desarrolle este modelo constructivo. En ese sentido creo que el país tiene mejor información que años atrás y tiene la necesidad de brindar una mayor respuesta principalmente en la vivienda social”.
Bueno, esta es una de las grandes áreas posibles para volcar la producción de madera con apoyo desde el Estado para las inversiones, en un escenario de verdes y maduras, por supuesto, por cuanto un análisis más o menos riguroso del escenario indica que si bien se trabaja para la exportación, está pendiente el agregado de valor local a la materia prima, más allá del aserrío y procesos de contrachapado y aglomerado, entre otros usos,
Sin dudas, el cuello de botella para obtener el mejor aprovechamiento de la riqueza forestal en el Uruguay, es decir que se genere reciclaje de recursos por vía de la industrialización, aplicación de tecnología y creación de fuentes de empleo directos e indirectos, que tanto se necesitan, es la falta de inversiones significativas con este objetivo, más allá de algunas excepciones que no alcanzan a compensar el déficit en este sentido, porque hasta ahora seguimos hablando de grandes volúmenes de bajo valor relativo y riqueza con un porcentaje marginal de valor agregado, cuando hay potencial para dar mucho más.