Recuerdan en Ucrania accidente nuclear de la central de Chernóbil

Kiev, 26 (EFE)
La central ucraniana de Chernóbil, escenario hace 36 años del mayor accidente nuclear de la historia, intenta superar el trauma de la ocupación militar rusa en medio de un conflicto cuyos combates siguen amenazando las instalaciones atómicas de Ucrania.
“Todavía no tenemos la paz, la situación aún no es estable. Debemos estar en alerta”, dijo Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), durante una visita a la planta.

Si otros años el aniversario de la catástrofe incluía ceremonias encabezadas por el presidente, Volodimir Zelensky, en esta ocasión la contienda ha impedido cualquier acto oficial, aunque las tropas rusas hace ya un mes que abandonaron la zona.
“El 24 de febrero la comunidad internacional se convenció una vez más de que los regímenes totalitarios como la Unión Soviética y ahora Rusia son una amenaza para la seguridad nuclear del mundo”, denunció el ministerio de Exteriores ucraniano en un comunicado.

Por eso era tan importante la visita de Grossi, jefe de la agencia nuclear de la ONU, cuyo secretario general, António Guterres, también visitó Moscú. Durante la ocupación rusa “la seguridad nuclear no era normal y podría haberse desarrollado hacia un accidente”, constató el diplomático argentino.
Grossi llegó a Chernobyl acompañado por un equipo de expertos y media tonelada de equipos de medición nuclear para controlar la situación radiactiva del lugar y efectuar “trabajos de reparación”. “La asistencia de OIEA continuará. Esto es sólo el primer envío de equipos, esta no es una visita simbólica”, aseguró, en alusión a la lista de peticiones presentada por Kiev para garantizar el funcionamiento seguro de sus cuatro plantas nucleares Que la amenaza es latente quedó hoy de manifiesto, según la agencia nuclear ucraniana (Energoatom), con los ataques perpetrados hoy cerca de la central de Zaporhiyia, la más grande de Europa.

Los expertos del OIEA también inspeccionarán la llamada “zona de exclusión” alrededor de la planta, que los rusos ocuparon durante más de un mes tras la rendición de los soldados ucranianos.
En los edificios donde se instalaron los militares rusos e incluso en los sacos terreros se detectaron niveles de radiactividad muy superiores a la norma.