Cuando las soluciones están, pero no se usan

Hay casos en los que los problemas de contaminación se dan por la imposibilidad de dar a los materiales un destino diferente al de la disposición final en un vertedero. Pero son cada vez más excepcionales, porque permanentemente se están buscando y encontrando soluciones para reciclar o reutilizar plásticos y otros materiales, en su mismo propósito original o asignándoles una nueva función. Lo que es incomprensible es que, cuando se ha encontrado una solución para que esos “residuos” se reincorporen a la economía, mucho de eso se siga perdiendo, en el mejor de los casos en el depósito de basura municipal, en otros lamentablemente eso termina en la naturaleza.
Eso es lo que nos está pasando con las botellas PET. Los plásticos más fácilmente recuperables y reciclables, y para los cuales en la mayor parte del país existen sistemas de recolección funcionando.
El ministro de Ambiente, Adrián Peña, refirió recientemente a este tema reconociendo que no se logra –por mucho margen– colmar la capacidad que tiene el país para procesar el PET recuperado.
“Uruguay tiene capacidad instalada para reciclar, hay una empresa instalada en Pando que tiene dos líneas de producción, que lo que hacen es lavar el PET, picarlo, y eso lo mandan a la Argentina, en Argentina se transforma en una resina, que viene a Uruguay y aquí se transforma en una preforma de la nueva botella”, señaló. “La empresa tiene dos líneas; funciona solo una porque no le llega PET suficiente, y a su vez podría hacer el proceso de Argentina si llega a unas 500 toneladas por mes. Cuando yo arranqué como ministro estaba en 200 y algo de toneladas por mes. Ahora ya está en las 300 toneladas. Si llegamos a las 500 la empresa podrá hacer eso aquí en el Uruguay. El tema es recuperar más, que esa botella no vaya al arroyo, al río, ni al mar, ni al vertedero, que vaya a donde la podemos recuperar”, agregó.
La fábrica en cuestión es Ecopet, una empresa que nació con el gran auge que las botellas plásticas tuvieron en los años 90, que convirtió a nuestro país en el pionero mundial en fundar una planta de reciclaje de plásticos. Una de las virtudes del PET es que es “eternamente reciclable, es un material que tiene todas las condiciones para contener líquidos”, declaraba Pablo Luis, gerente de la empresa. Recordó que “a principios de los (años) 2000 Cristalpet fabricaba 600 toneladas de botellas y se recolectaban 300 toneladas. En 2002 se decreta la Ley de Envases, que prohíbe a las empresas privadas levantar la basura de las calles determinado que solo pueden hacerlo las Intendencias. Ecopet tuvo que retirar sus contenedores de las calles”.
Paradójicamente hoy la solución vuelve a plantearse por el lado de la recuperación a través del sector privado: el comercio que expende esos envases volverá a tener un rol preponderante en la gestión, como todavía lo sigue teniendo sobre aquellas bebidas que aún se expenden en envases retornables. Así está previsto en la ley 19.829, de gestión integral de residuos, que determina una responsabilidad extendida al productor de los envases, ya sea en su producción o importación.
Se espera que la recuperación de envases de plástico, cartón y vidrio se incremente el año que viene del 4% actual a un 30%. Para ello habrá, al finalizar este año, 9.000 puestos de recolección de envases en los 19 departamentos y funcionará un mecanismo de depósito de reembolso en los comercios, según establece la ley, por el cual al momento de la venta se otorga un valor a los materiales descartables por el que los usuarios recibirán un tique para recibir el reembolso al entregarlos. Con este sistema la recuperación de envases debería alcanzar al 50% en 2025 y al 85% en 2032, según las proyecciones ministeriales. Para llevar adelante el proceso se prevé invertir 50 millones de dólares en el primer año de implementación y otros 25 millones de dólares durante los años siguientes. En este mecanismo no otro un premio para el usuario más que el propio cuidado del planeta, ni más ni menos, con ello debería alcanzar como incentivo. Sin embargo hay también en marcha otras iniciativas que sí suponen un reconocimiento para quien decide participar en un proceso de recuperación de plásticos. Este es el caso de Plasticoin, que por el momento solamente se desarrolla en los departamentos de Maldonado y Montevideo y que otorga monedas virtuales (el plasticoin) a quienes entreguen plásticos en los puntos de recepción disponibles. Estas monedas se pueden emplear para acceder a beneficios en productos y servicios que ofrecen las empresas adheridas al sistema, que al momento tiene 5.268 usuarios registrados y ha colaborado con la recuperación de 42.209 kilos de plástico, no solo PET, sino también de plásticos y microplásticos desde las playas, que cotizan mejor en la tabla de conversión del sistema (un kilo de plásticos domiciliarios otorga 100 plasticoins, un kilo de plásticos retirados de la playa 200, y por un kilo de microplásticos retirados de la playa se reciben 400).
En Paysandú el sistema de recolección de materiales reciclables no solamente funciona sino que además la cooperativa social Unidos por la Clasificación, que se encarga de su gestión, recibió el año pasado el Premio Uruguay Circular.
La ciudad y el departamento tienen todas las condiciones como para posicionarse como una referencia a escala nacional en la gestión de estos residuos, al igual que en la de orgánicos, con ejemplos como el de Ciclo Orgánico; pero requiere de soluciones creativas para incentivar a la población a cambiar de hábito para que lleve las botellas a un Centro de Entrega Voluntaria en lugar de arrojarlas con el resto de la basura en el contenedor más próximo, como suele hacer la mayoría. Al menos hasta que se empiece a devolver plata por el envase.