La descarbonización y después…

El país ha puesto las fichas en el desarrollo de la movilidad eléctrica, pero el avance en la infraestructura que se necesita para un cambio masivo hacia esa modalidad todavía será lento. Esto se puede interpretar de las manifestaciones que recoge la página de Presidencia de la República, de las autoridades ministeriales que participaron en el II Foro Internacional de Movilidad Eléctrica, realizado días pasados en Maldonado, donde los ministros de Industria, Omar Paganini, y Ambiente, Adrián Peña, expusieron sobre los desafíos que enfrenta esta transformación en la forma de moverse los uruguayos. En líneas generales identificaron desafíos en el financiamiento en general, los puntos de carga, y la regulación para controlar los desechos de este tipo de baterías. Aunque hay otros grandes desafíos que todavía están a la sombra y que comentaremos.

Paganini, quien integró el primer panel del evento, expuso que su cartera trabaja por la descarbonización de toda la matriz energética y que aún hay un 40% de la economía nacional que depende de los combustibles fósiles. Avanzar hacia la electrificación, dijo, “es avanzar en un esquema de menor riesgo y menor volatilidad internacional, y, en ese sentido, es necesario dar el paso hacia la movilidad eléctrica”. Para el ministro lo más difícil es descarbonizar la industria y el transporte de gran distancia. El trabajo se está orientando hacia la conversión de la movilidad familiar y en este sentido señaló que existe un desafío financiero y que habrá dificultades en la infraestructura de cargadores. Entiende que allí hay una oportunidad de involucrar a actores privados incentivando la instalación de puntos de carga, por ejemplo, en los estacionamientos.

También señaló que es necesario anticiparse en el control de los desechos de las baterías para que se les pueda brindar un segundo uso y evitar un riesgo ambiental mayor después de finalizada su vida útil.

Por su parte, Peña aludió al contexto mundial, en el que no se logran reducir las emisiones ni bajar los niveles de calentamiento global y que ese es el gran desafío para la humanidad. También identificó que –a diferencia de lo que ocurre en el resto del mundo– las emisiones uruguayas no proceden del sector energético sino del agropecuario. “Si hablamos de dióxido de carbono, entre el 60 y el 80% de las emisiones se explican por el transporte, y es ahí donde el gobierno debe trabajar”, expresó. El ministro recordó el compromiso asumido por Uruguay en esta materia.

Sobre el asunto de las baterías al que aludió Paganini, Peña comentó que la normativa ordena la gestión y traslada la responsabilidad a quien coloca la batería en el mercado, como se está procediendo con varios de los residuos que se generan en el mercado, como ejemplos más notorios se puede mencionar lo que ocurre con los neumáticos y con los envases de agroquímicos, que son recuperados, reutilizados y reincorporados a la economía.

En un segundo panel expusieron los presidentes de las empresas energéticas estatales: de UTE, Silvia Emaldi, y de Ancap, Alejandro Stipanicic.
Acerca de la movilidad eléctrica, Emaldi dijo que hay una demanda del 20%, y que la empresa proyecta realizar una inversión de 1.380 millones de dólares durante los venideros 5 años. El 70% de esta inversión se destinará a fortalecer las redes de transmisión y distribución de la energía.

Hoy en el país hay 150 puntos de carga para vehículos eléctricos entre estaciones de la red de Ancap e intendencias departamentales. Se espera alcanzar el año que viene una cobertura de un punto de carga cada 50 kilómetros en rutas nacionales y aumentar a 100 en todo el país la cantidad de dispositivos rápidos, que permiten completar la carga en 20 minutos para finales del 2023.
Para Stipanicic, la electromovilidad debe desarrollarse de forma responsable, “debe ser sustentable y confiable”. Tal como había expuesto anteriormente en la Expo Uruguay Sostenible, la estrategia de Ancap se basa en reducir las emisiones de la refinería, debe posicionarse además como productora de biocombustible y señaló que trabaja para utilizar el potencial eólico en el mar, a fin de producir hidrógeno a escala mundial. Es un cambio de concepto desde empresa petrolera a empresa energética en un sentido más amplio.

La impresión general es que el Estado uruguayo ha decidido un rumbo con firmeza y se está destinando un esfuerzo importante, tanto en recursos como en tiempo de planificación a esta trasformación. Sin embargo es necesario que haya un enfoque holístico de la movilidad para que la transformación sea efectiva. No alcanza con que el cambio sea de autos impulsados por hidrocarburos a automóviles eléctricos. Eso no va a remediar los problemas en la medida que no se hagan esfuerzos para que los autos que queden fuera de circulación permanezcan en el mercado.

Debe haber un incentivo para que en ese recambio los automóviles viejos sean retirados efectivamente y no es algo que ocurra. Eso implicaría intervenir en un sector muy dinámico de la economía. Esa transformación sería además una oportunidad única para resolver otro problema, que es el de la saturación de vehículos en las calles, incluso en una ciudad como Paysandú, pero que está llegando a niveles preocupantes en Montevideo y el área metropolitana. Una respuesta posible puede venir de la mano de una mejora sustantiva en el transporte público, por ejemplo, que también se está electrificando, dicho sea de paso.

Si el objetivo es el que exponen las autoridades –que no hay por qué dudarlo– y el país pretende bajar sus emisiones, uno de los componentes del análisis debe ser la mejora en la eficiencia de los desplazamientos, tanto de personas como de mercaderías.