Abuso y maltrato en la vejez: “no es un problema exclusivamente sanitario sino de la sociedad”

El abuso o maltrato sobre las personas mayores puede ocurrir en el ámbito doméstico o institucional y, al igual que en otros grupos etarios, sus efectos nocivos son de carácter físico, psicológico, social y económico. El doctor Marcelo Luaces, integrante del equipo técnico de Atención de Alzheimer Paysandú (ADAP), que encabeza el doctor Gustavo Curbelo, destacó que son más frecuentes en el hogar e involucra a personas de confianza o familiares y en instituciones donde se alojan.

“El problema del abuso en instituciones está menos estudiado, pero no debe considerarse menos importante”, señaló a Pasividades. Los “Principios de las Naciones Unidas en favor de las personas de edad”, exhortan a los gobiernos a que incorporen en sus programas nacionales los puntos principales como la independencia. En este aspecto, “se proclama su derecho a tener la posibilidad de vivir en entornos seguros y adaptables a sus preferencias personales y sus capacidades en continuo cambio, así como poder residir en su propio domicilio por tanto tiempo como sea posible”.

Finalmente, apuntó especialmente a la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, aprobada en 2015 en la Organización de Estados Americanos (OEA), en tanto es “el primer instrumento jurídicamente vinculante de derechos humanos para personas mayores a nivel mundial”.

Tipos de maltrato

Luaces definió que “el abuso o maltrato es toda acción u omisión, única o repetida, contra una persona mayor, que produce daño a su integridad física, psíquica y moral y que vulnera el goce o ejercicio de sus derechos humanos y libertades fundamentales, independientemente de que ocurra en una relación de confianza”.
Asimismo destacó que la negligencia en la atención, es un “error involuntario o falta no deliberada que incluye, entre otros, el descuido, omisión, desamparo e indefensión que le causa un daño o sufrimiento a una persona mayor, tanto en el ámbito público como privado, cuando no se hayan tomado las precauciones normales necesarias de conformidad con las circunstancias”.

Este último aspecto resulta frecuente y “generalmente ocurre sin que el cuidador sea consciente de actuar de forma negligente. Si actúa en forma intencional o conociendo el resultado o repercusiones posibles de su conducta se califica de abuso o maltrato evidente”.
El abandono es la “falta de acción deliberada o no para atender de manera integral las necesidades de una persona mayor que ponga en peligro su vida o su integridad física, psíquica o moral”, agregó.

Factores de riesgo

Luaces enumeró una larga lista de factores de riesgo para la violencia y el maltrato: “el deterioro funcional, demencia, aislamiento social por diferentes razones como la viudez, la convivencia con el abusador, tener un cuidador con adicciones, sobrecargado o que sea único”.
Influye, además, “un ambiente familiar perturbado por el déficit económico, la desocupación, el divorcio y una historia familiar previa de violencia”. Explicó que el perfil de la posible víctima “es mujer, mayor de 75 años, viuda, con deterioro funcional por enfermedad crónica o progresiva, dependencia del cuidador, conductas problemáticas de la víctima, antecedentes de lesiones inexplicables o el aislamiento social”.
Por otro lado, confluye el perfil del victimario con “parentesco cercano a la víctima, que el cuidador atraviese por ese rol en forma obligada, dependencia económica o de vivienda con la persona mayor, adicciones, alteraciones de la personalidad o escasos contactos sociales”.

Maltrato en la demencia

Luaces reconoció la existencia de los factores que predisponen al maltrato en esta población y puntualizó que se resume en “la sobrecarga, depresión e impulsividad en el cuidador”.
De acuerdo al profesional, “la sobrecarga obedece a aspectos físicos y cognitivos, mayor demanda y atención, a la limitación social del cuidador y la menor gratificación de parte del enfermo”.
Con frecuencia se observa un mayor abuso psicológico y verbal en esta población. Sin embargo, “se relaciona con la salud mental del cuidador y los problemas conductuales en la víctima. En más de 70% de los casos existen dos o más tipos de maltrato simultáneos. También son frecuentes la negligencia en los cuidados, el abuso patrimonial y el maltrato físico, asociados a otras formas de vulneración de derechos”.

Según el integrante de ADAP, “el cuidado de una persona con demencia es un proceso dinámico, prolongado e incremental. Cuidar al que cuida y enseñarle a cuidar de sí mismo previene situaciones de maltrato”. En la mayoría de los casos, “se trata de una enfermedad de curso prolongado –mayor a 6 años–, que implica una pérdida progresiva de cognición y del desempeño funcional en las actividades de la vida diaria y por tanto de una creciente pérdida de autonomía, dependencia y necesidad de asistencia de terceros”.

Prevención

Luaces sugirió que las personas mayores, “se mantengan activas y participativas en la medida de lo posible. En caso de carecer de otras personas de confianza, es aconsejable que trasmita su situación al equipo de salud, que deberá apoyarle al respecto”.
Ante la alta prevalencia de situaciones de abuso financiero, recomendó “que la persona maneje su dinero hasta donde le sea posible.

En caso de tener que delegar en terceras personas, trate de que sean de su confianza, evitar poderes genéricos o la firma de papeles que no entiende. Ni testamentos a favor de personas desconocidas o que se comprometen a cuidarla ‘en caso de enfermedad’. Ante la duda, es aconsejable un asesoramiento legal”.
Agregó la sugerencia de “evitar convivir con personas o familiares que tengan problemas de adicción. Son situaciones que exponen a la persona mayor a ser víctima de abuso y maltrato. Porque el abuso y el maltrato en la vejez no es un problema exclusivamente sanitario, sino de la sociedad”.