Escribe Danilo Arbilla: Uruguay, que no ni no

Me llamó la atención el espacio que La Nación y Clarín dedicaron al libro de Silvia Naishtat y María Eugenia Estenssoro, “Laboratorio Uruguay”.¡Uy!, pensé, argentinos hablando de lo espléndidos que somos los uruguayos, y que nos hace tanto mal porque nosotros nos lo creemos. Desde la tapa : “El pequeño gigante que sorprende en América Latina”; “Claves para entender la democracia más igualitaria y próspera de la región”; “¿Por qué tantos extranjeros eligen vivir allí?”

Agobiante, ¿verdad? Me equivoqué. Espléndido es el libro; quizás exagero, pero vale la pena leerlo. Confirma las calidades y trayectorias de la autoras que se recogen en la solapa. Y uno se informa de muchas cosas, de la producción agropecuaria y del nuevo mundo de la innovación, ahora y aquí, casi de ciencia ficción. Las primeras 100 páginas resumen la historia uruguaya; sus orígenes e inicios, la nación y los tiempos más recientes. El trabajo de investigación más el aporte de entrevistas muy ilustrativas a Gerardo Caetano, y a los expresidentes Sanguinetti, Lacalle Herrera y Mujica –cada uno con su corazoncito, lógicamente–, redondean el compacto. Se suman a lo largo de la obra entrevistas al Ministro Pablo Da Silveira, a Danilo Astori, a Ricardo Pascale y a mucha gente más. Por ejemplo a Julio Bocca, y a inversores y a emprendedores argentinos y uruguayos.

Un capítulo está dedicado a las pasteras y el bloqueo de los puentes. Mucho detalle y “cocina”: la oposición cerrada a la iniciativa del Frente y Tabare Vázquez, la posterior pulseada entre Tabaré y Néstor Kirchner, y hasta el pedido de ayuda a EE.UU. ante una eventual invasión argentina. El libro cierra con una entrevista al presidente Luis Lacalle Pou. Quizás lo único que desentona son los dichos de Fernando Pereira. Basta compararlos con lo que dijeron Mujica y Astori. Sobre la reforma de la Educación y lo que explica el ministro, dijo que son “mucho humo y poca cosa”. Gran acuerdo nacional y el mismo bla bla bla de siempre. Se puede evitar el mal gusto, salteando las página 109 a 111. Las autoras consignan también como en contraflecha la conducta de los sindicatos docentes. Artigas, Batlle y Ordoñez y José Pedro Varela, (“Los que una vez se han encontrado juntos en los bancos de una escuela, en la que eran iguales, a la que ocurrieron usando de un mismo derecho, se acostumbran fácilmente a considerarse iguales.…) resaltan y brillan en este libro, uno de cuyos objetivos es explicar por qué tantos argentinos pudiendo vivir en cualquier parte del mundo han elegido nuestras playas y nuestros campos.

Las cosas que uno no sabe: lo que cuentan sobre la asociación, la integración real, entre argentinos y uruguayos en el agro. La inversión y la transferencia de conocimiento de aquellos atraídos por la continuidad, las reglas claras, el respeto a las obligaciones y contratos, y la estabilidad política y la vigencia de la democracia y los principios republicanos que ofrece el Uruguay. El kirchnerismo ha ayudado mucho, es cierto. Empujan y empujan. Incluso hoy en que los altos costos y el “atraso cambiario” desestimulan bastante, según consignan, el esfuerzo de Alberto Fernández lo compensa, por ahora. Porque hay un por ahora. El Uruguay, dicen las autoras, tiene todo y está bien preparado para esta “cuarta revolución”. Listo para dar el salto. Pero tiene que darlo. Eso depende de los orientales, desafían Naishtat y Estenssoro.