Experto uruguayo derribó mitos en Argentina que culpan del cambio climático a la ganadería

Los mitos que culpan del cambio climático a la ganadería por los gases de efecto invernadero, fueron derribados por Walter Baethgen, vicepresidente del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) al participar en el segundo Congreso Federal Ganadero que organizó días pasados Rosgan, integrante de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Un artículo del diario argentino Clarín, escrito por la periodista Kitty Vaquero, señala que el calentamiento global producido por el efecto invernadero que generan ciertos gases que se liberan a la atmósfera es un serio problema para el planeta. En este escenario, la ganadería es acusada de ser una gran contribuyente al Cambio Climático (CC) por la emisión de metano que hacen los rumiantes. Sin embargo, es importante poner blanco sobre negro al respecto y aclarar a través de la ciencia varias afirmaciones erróneas.
“Los principales gases de efecto invernadero (GEI) son el dióxido de carbono (CO2) y el vapor de agua. Eso es un efecto invernadero natural. Si no hubiera este efecto invernadero natural no habría vida en el planeta. Hoy habría 20 o 30 grados menos de lo que tenemos. Y lo que ha pasado en los últimos 200 años es que la actividad humana ha aumentado mucho las emisiones de esos gases, entonces ahora tenemos un efecto exagerado del efecto natural”, explicó Walter Baethgen, investigador de la Universidad de Columbia de New York y vicepresidente del INIA de Uruguay en el 2° Congreso Federal Ganadero que organizó este jueves el Rosgan de la Bolsa de Comercio de Rosario (CBR).
El experto indicó que si bien no hay certezas de cuánto será el incremento de la temperatura, algo es seguro: la variabilidad climática va a aumentar. “Estas cosas que acabamos de vivir estos últimos tres años, la frecuencia de ese tipo de eventos va a aumentar. Va a ser más frecuente, va a ser más intenso y tenemos que aprender a adaptarnos y es eso lo que tenemos que tratar de evitar combatiendo el calentamiento global”, advirtió.

Para Baethgen, si en verdad se apunta a combatir el cambio climático seriamente, se debe ir al origen. El problema es que se está emitiendo demasiada cantidad de gases con efecto invernadero. Pero, ¿de dónde vienen?, subrayó el investigador.
“Cada vez que se abre una mina de carbón hay que ventilar antes de empezar a explotar, para que pueda entrar a trabajar la gente, para que no haya problemas de accidentes y lo que se estaba ventilando es metano. En los pozos de petróleo ya en operación, permanentemente hay fuga de metano. Y en la transmisión desde el yacimiento de gas natural hasta las casas o las industrias, también hay fugas”, detalló el especialista. Esas son pérdidas por ineficiencia. Y un dato sorprende: “la cantidad de metano que viene de todas esas fugas es exactamente igual a la cantidad de todas las emisiones de todo el ganado de todo el mundo”, subrayó Baethgen.
Por otra parte, de acuerdo con el vicepresidente de INIA, la mitad de las emisiones vienen de tres regiones: China, Estados Unidos y la Unión Europea. “Piensen quién está generando la agenda del cambio climático y quién marca la agenda. La agenda hoy la marca la Unión Europea”, advirtió.
El dióxido de carbono (CO2), gas de efecto invernadero (GEI) que se usa como patrón en las mediciones, queda en la atmósfera mil años o más. El metano tiene un poder de calentamiento treinta veces mayor que el CO2 pero queda en la atmósfera solo de diez a quince años.
“En un ciclo de producción ganadera no se agrega carbono nuevo, lo que pasa es que hay un CO2 que está en la atmósfera, que lo fijan las pasturas, las plantas a través de la fotosíntesis, eso es comido por el ganado, al digerir eso uno de los subproductos es el metano, y lo convierte en un alimento altamente nutritivo, como la carne o la leche”, repasó Baethgen. Pero a los 10 años se vuelve a convertir en dióxido de carbono que nuevamente es vuelto a tomar por las plantas para recomenzar el circuito, es decir que es un carbono que está ciclando.
Eso es lo opuesto a lo que pasa en los combustibles fósiles, donde una cantidad de carbono de millones de años, de animales y plantas fosilizadas, se empieza a sacar un día de un pozo y a partir de allí se comienza a agregar carbono nuevo a la atmósfera. “Uno recicla el mismo carbono, otro inyecta carbono nuevo”, remarcó el experto.
Con la quema de los bosques sucede algo similar. Una cantidad de carbono que durante mucho tiempo estuvo en un bosque, se tala repentinamente, se quema y todo ese carbono que antes no estaba en el ciclo se inyecta al aire.
En la ganadería, contrariamente, como el metano cada diez años se vuelve a convertir en CO2 y vuelve al ciclo del carbono, no aumenta su concentración. “Si tenemos un gas que se queda mil años en la atmósfera y otro que se queda diez: ¿estará bien esa métrica que dice que el metano es 30 veces más calentador que el dióxido de carbono?”, cuestionó el investigador.
Actualmente, la comunidad científica está revisando ese concepto. “Ya hay un par de indicadores con buen sustento científico que están diciendo que dan números más parecidos a 5 o 6”, contó Baetghen.

Captura de carbono

Por otro lado, el especialista llamó a tener en cuenta, no solo las emisiones, sino también la captura de carbono que se hace a través de las pasturas en la ganadería. “El total de emisión es un número alto, casi 600 millones de toneladas, pero las capturas naturales son un número también muy alto. Entonces, cada año se emite mucho y también se captura mucho y lo que queda es un número relativamente chico”, indicó.
Según contó, las emisiones en combustible fósiles y en la producción agropecuaria más el manejo de los residuos, llegan a 300 millones de toneladas. “Si uno pudiera reducir 20% las emisiones de metano de los combustibles fósiles, o 20% las emisiones del ganado, o 20% de las emisiones de la basura, ya tendríamos balance cero de metano”, analizó Baethgen.
Si la reducción de las emisiones fuera aún mayor, podrían bajar inmediatamente las temperaturas globales. “No es casualidad que el acuerdo que firmaron hace unos años en una de las conferencias de las partes (COP), el acuerdo era reducir 30% las emisiones de gas metano. Una de las razones es que eso se puede hacer con ganancia para la industria porque ese gas que se pierde si se logra vender es con ganancia. Eso quiere decir que hay muchas oportunidades en el sector energía de donde vienen el 75% de los gases”, afirmó.
Asimismo, el investigador destacó que la principal fuente de emisión de metano en el mundo son los humedales, los pantanos y bañados, pero no se incluye en el inventario de generación de gases porque son parte del equilibrio ecosistémico del planeta. “Está bien, es lógico. Ahora, si estoy en un lugar del mundo en donde hace por lo menos 8 millones de años que hay pasturas y hay animales comiéndolas, que son parte del equilibrio, como en las pampas, por ejemplo, entonces: ¿cuál es la línea de base? Si no contamos a los pantanos, ¿no tendríamos que pensar un poquito mejor cómo es la línea de base de las pampas?”, indicó.

CARBONO NUEVO Y CARBONO VIEJO RECICLADO

Para cerrar su exposición Baethgen señaló que “la principal causa de cambio climático es la emisión de gases con efecto invernadero y el 75% de esas emisiones siguen viniendo de las energías fósiles. El carbono en la ganadería no es un carbono nuevo, es un carbono que se recicla, el de los combustibles fósiles y de la quema de bosques es carbono nuevo. El dióxido de carbono queda en la atmósfera mil años, el metano diez o quince años. Si reducimos 20% de las emisiones de todas estas fuentes juntas, logramos un metano balance cero. Si lo reducimos un poco más, tenemos balance negativo y enfriamos el planeta”. Y ¿cómo emitir menos? Fundamentalmente con fuentes de energía renovables; reduciendo la deforestación; haciendo un mejor manejo de las pasturas, aumentando su diversidad con leguminosas; y manejando mejor los residuos”.
El investigador llamó a repensar estos conceptos en los sistemas productivos pecuarios. “El mensaje no es que no tenemos que hacer nada, el mensaje es que relativicemos. Hay muchas cosas para hacer, pero no nos distraigamos. Tenemos que buscar la manera de influir más en las agendas, de cómo se definen estas cosas, de los acuerdos, de los tratados de cambios climáticos”.