Gustavo “Pitico” Rojas: 47 años de trayectoria musical

El pasado 26 de octubre, el sanducero Gustavo “Pitico” Rojas celebró sus 47 años de trayectoria como cantante profesional. En esa misma fecha, en 1976, había sido el ganador del concurso de cantores de los Festivales de la Alegría, las recordadas estudiantinas que se vivían en el Club Social Sanducero. Recuerda que en una primera etapa participó cantando “Un muchacho pobre”, de Los Linces, y en la siguiente “Cuando llegó la hora clara”, de Sergio Denis.
Pero si bien ese fue su debut “en un escenario grande”, ya desde antes venía ensayando con Alas, un grupo juvenil de lo que entonces se conocía como “música moderna”. Luego Alas pasaría a ser uno de los grupos estables del Club Social Sanducero, donde estuvo “hasta 1978, o ‘79. Ahí arranqué con la carrera de cantante, de músico, diríamos, en los escenarios. Y después, con toda la actividad profesional”, puntualiza el cantante. Por aquelllos años incluso tuvo un pasaje por la murga, recuerda. “En 1983 empezamos los ensayos con Guarda el Pomo, para el carnaval de 1984. Salí esa vez no más. Tuvimos la suerte de ganar el primer premio en aquel carnaval tan peleado, después de tantos años sin carnaval”.

Desde 1984, “con el querido Quico Márquez, y varios músicos más”, comenzó a dedicarse a la música tropical. En enero de 1985 fue invitado a ser parte de una nueva formación que sería muy importante para la música tropical en Paysandú: la Sonora Cubana. “Me invitaron grandes músicos de lo que en aquel tiempo era el grupo Zukombo, como Carlitos Villalba, Oscar Zardo, Jorge Techeira… Armaron la Sonora, y en enero de 1985 arrancamos. Fue realmente algo muy lindo”. Fue la primera banda tropical sanducera que grabó profesionalmente en Montevideo, donde además se presentó en numerosas oportunidades, “en los grandes bailes de Coco Bentancour, en el Palacio Salvo, el Centro Euskaro Español, todos esos lugares”.
En 1988 formó parte de Guatambo, “un grupo que armaron Miguel Arbiza y Rubén Ford. Ahí tuvimos también otra linda historia”. Y de 1989 a 1993 integró Wanco, “otra linda y disfrutable historia, que nos llevó a recorrer gran parte del país”. A fines de 1993 formó su propio grupo, “Sucesos”, con el que se dedicó a trabajar a nivel local, “sin muchas salidas. Ya había comenzado a organizar bailes también. Estuvimos más de 30 años haciendo bailes, con Jorge Armentano. Los brindis shows bailables, que fueron toda una tradición”.

La música sigue

De esa larga historia destaca especialmente las vivencias y la cantidad de amigos con los que ha compartido la música, “muchos de los cuales lamentablemente ya no están”. Es una figura popular en la ciudad, como puede comprobar cada vez que camina por la calle, y muchos lo reconocen y lo saludan con afecto. También valora como muy satisfactorio poder compartir la música con su hijo, Fede Rojas, “quien empezó conmigo, y hoy está haciendo una muy buena carrera”. Junto a Fede ha grabado algunos temas, entre ellos “No se puede amar a dos”, “que anda muy bien. Estuve un tiempo con él de gira, y hoy en día ando por diferentes lugares del país, con mi mochilita con las pistas, trabajando y cantando. Gracias a Dios, podemos seguir todavía”.
Durante todos estos años de trabajo tuvo tiempos muy buenos, “en los que logré más o menos ser solvente”, dice. Los momentos más difíciles que le tocó vivir se dieron en los años de la pandemia. “Lo que hice en muchos años de trabajo, lo perdí en la pandemia. La verdad es que en esos dos años me fue muy mal y terminé vendiendo todo, las amplificaciones, el vehículo y demás, para subsistir”. Otras dificultades se habían dado a partir de 2000, cuando comenzó a sufrir algunos problemas auditivos y le diagnosticaron síndrome de Ménière, un trastorno del oído interno que afecta el equilibrio y la audición. “Es la enfermedad que le da a los nadadores, por sumergirse en las profundidades, y a nosotros por la música. Hemos abusado del volumen en los bailes. A mí me dio muy fuerte, la verdad, hasta 2015. Y desde entonces hasta hoy estoy agradecido, porque he mejorado bastante”.
Actualmente, da por superadas esas adversidades. “Ya no me quejo; gracias a Dios, ando bien de salud. Tengo 62 años. Cuando gané el concurso de cantores, tenía 15”, dice. Hoy en día sigue recorriendo gran parte del país. Tacuarembó, Salto, Cerro Largo y Rocha son algunos de los departamentos desde donde se lo convoca, desde distintas localidades, para ponerle música a diferentes eventos. Y en cada lugar, con las mismas ganas, vuelve a cantar para la gente.