Encomendados a San Valentín

Lo del 14 de febrero nos llegó en su versión comercial a fuerza de libros, revistas, series, canciones y películas estadounidenses, pero con un acento muy puesto en que se trata del día de los enamorados, cuando originalmente el sentido de la fecha era más amplio y abarcaba también a la amistad. Según la tradición entre los enamorados, pero también entre los amigos, intercambiaban tarjetas con mensajes. Lo de los regalos vino después.

Este día tan especial es propicio para aludir al reciente llamado que ha hecho el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, quien estableció como la principal prioridad para este año alcanzar la paz en los diferentes conflictos que se han desatado en el mundo. Pero fue incluso más allá, porque su alusión fue a “un mundo que está en guerra consigo mismo”, incluyendo así además a las tensiones políticas, la polarización y los conflictos con la naturaleza.

Para Guterres “la paz es la pieza que falta”, mientras “los conflictos arrecian, las divisiones geopolíticas crecen, la polarización se profundiza, los derechos humanos son pisoteados, las desigualdades estallan y nos burlamos de la naturaleza mientras persigue su adicción a los combustibles fósiles”, dijo, dirigiéndose a la Asamblea General. El secretario recordó que la ONU “se fundó en la búsqueda de la paz”, por lo que es esta su razón de ser. “Sin embargo, al escudriñar el paisaje del mundo actual, lo que falta de forma más dramática es la paz”.

En su mensaje aludió a los diferentes conflictos armados que se están desarrollando. “La población civil se lleva la peor parte de las crisis, desde las oleadas de terrorismo que azotan el Sahel y las guerras en Gaza, Sudán y Ucrania hasta los grupos armados en el Este de la República Democrática del Congo y las bandas que asolan Haití”. Hay, dijo, “millones de personas atrapadas en conflictos en todo el mundo, la vida es un infierno mortal, cotidiano y hambriento”, afirmó, citando cifras récord de personas que huyen de sus hogares en busca de seguridad.
En el caso de Gaza llamó a “un alto el fuego humanitario inmediato y la liberación incondicional de todos los rehenes”, que conduzca “a acciones irreversibles hacia una solución de dos Estados”, subrayó.

Piensa Guterres que si todos los países “cumplieran sus obligaciones en virtud de la Carta de la ONU”, estaría garantizado el derecho de toda persona a una vida de paz y dignidad. Pero, por el contrario, “los gobiernos están ignorando y socavando los propios principios del multilateralismo con una rendición de cuentas nula”, advirtió, a la vez que señaló que el Consejo de Seguridad está “bloqueado” por las fisuras geopolíticas.
Recordó que los mecanismos “bien establecidos durante la guerra fría, creados para ayudar a gestionar las relaciones entre superpotencias, están ausentes en el actual panorama multipolar” y expresó que “nuestro mundo ha entrado en una era de caos”. Claramente expuso que el resultado de esta situación es “una peligrosa e impredecible batalla campal con total impunidad, desde la competencia por armas nucleares más sigilosas hasta nuevos ámbitos potenciales de conflicto y armas de guerra, que crean nuevas formas de matarse unos a otros”.

El funcionario también dedicó palabras al incremento del odio en el mundo. Las comunidades, dijo, están divididas por “la discriminación, el extremismo y las violaciones de los derechos humanos, junto con la proliferación del antisemitismo, la intolerancia antimusulmana y la ideología de la supremacía blanca”. Relacionó este fenómeno con “la velocidad y el alcance de la desinformación y el odio”, que “han aumentado exponencialmente en la era digital”, así como “el afán de lucro ha ayudado a los extremistas a sembrar la división”. Y mientras esto ocurre, “las desigualdades reales y percibidas, las privaciones económicas y los rápidos cambios sociales y económicos alimentan los temores de la población”.

En este complejo contexto Guterres, en nombre de la ONU, abogó “por un contrato social renovado, basado en la confianza, la justicia y la inclusión y anclado en los derechos humanos”. La estrategia, planteó, incluye el Llamamiento a la Acción por los Derechos Humanos del Secretario General y el próximo código de conducta de la ONU para la integridad de la información, que se publicará antes de la Cumbre para el Futuro de setiembre, adelantó. Además dijo que “el nuevo Órgano Asesor de la ONU sobre inteligencia artificial inició una conversación mundial sobre cómo esta tecnología omnipresente puede beneficiarnos a todos”.

La Nueva Agenda para la Paz de la ONU pide, entre otras cosas, la reforma del Consejo de Seguridad, aborda los riesgos estratégicos a través de un nuevo compromiso con la eliminación de las armas nucleares y la intensificación de los esfuerzos para prevenir los conflictos, “y propone medidas para mitigar el impacto de la competencia geopolítica en las personas, así como evitar la fragmentación de las normas del comercio mundial, las cadenas de suministro, las monedas e Internet”.

En medio de este escenario planteado por el secretario puede parecer hasta algo inocente levantar la bandera de la paz, sin embargo, como se ha dicho, es la función –esa y no otra– que debemos esperar de las Naciones Unidas, un ámbito de diálogo que parece haber perdido terreno en este caos y en esta puja de intereses. Ese ámbito al que Uruguay adhirió desde su misma creación en 1945 a la salida de la mayor de las guerras que ha afrontado la humanidad hasta hoy, es el que debemos defender como un espacio de diálogo, de búsqueda de entendimiento, porque esa es la única salida visible para este peligroso camino que transitamos.