Escribe Ernesto Kreimerman: “El fin de la democracia” o el retorno de Trump

Al momento de escribir esta columna, la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés), aún estaba desarrollándose en Washington. Aunque casi desconocida por estas latitudes, se trata de una cumbre política organizada por la Unión Conservadora Estadounidense, una asociación conservadora de los Estados Unidos.

Convoca a unos 10.000 participantes. La primera conferencia tuvo lugar en 1974 y fue Ronald Reagan quien dio el discurso inaugural. Este 2024 es particularmente importante porque varios precandidatos podrán cumplir su anhelo; competir abiertamente por el segundo lugar de la fórmula, es decir, el candidato a vicepresidente, dando por cierto que Donald Trump, si supera las dificultades legales, será el candidato a presidente. Posobiec ya tiene encaminado un plan. El 25 de junio de 2017, Posobiec observó y participó en marchas del tipo de una “Manifestación contra la violencia política” en Washington D.C., para condenar el asesinato de Steve Scalise. Las historias de Posobiec, así como las de Richard Spencer, otro exponente de la extrema derecha que organizó un mitin separado y competitivo, ridiculizando el evento. Posobiec apoyó al demócrata Conor Lamb, un “veterano demócrata pro-Trump”, por sobre el republicano Rick Saccone.

Pero ahora, con Trump casi consagrado candidato, la CPAC llega con un tono más desafiante en la campaña republicana contra Joe Biden.
Todo o casi todo vale, en estas jornadas. Por ejemplo, uno de los paneles más “atractivos” se titula “¿Pelea de gatos? Michele vs Kamala”, en grotesca referencia a Michele Obama y a la vicepresidente actual, Kamala Harris.
De esa ruindad a estas insensateces: “Sellar la frontera. Deportar a todos los ilegales… Establecer bases de operaciones a gran escala para vuelos de expulsión. Designar a la Guardia Nacional… Desplegar al ejército en la frontera sur”. Tal los titulares de la política de inmigración de Stephen Miller, un consejero frecuente de Trump.

DT al frente del show

Uno de los discursos centrales fue el de Donald Trump. Habló y se marchó a Carolina del Sur, hacia las primarias republicanas del Estado.
El clima ya iba tomando tono supra radical cuando Jack Posobiec elogió el “fin de la democracia” durante un panel con Steve Bannon. Y agregó: “estamos aquí para derrocarla por completo. No llegamos hasta allí el 6 de enero, pero nos esforzaremos por deshacernos de él (Biden)”. Posobiec es un activista político de derecha,​ excorresponsal de televisión, teórico de la conspiración y, especialmente, exoficial de inteligencia de la Marina.
Luego hablarían algunos aspirantes a compañeros de fórmula de Trump, como vicepresidente. Entre esos aspirantes están Elise Stefanik, Byron Donalds, Jim Jordan, Matt Gaetz y Kristi Noem. Aunque el evento ha perdido algo de la potencia que supo mostrar en sus mejores momentos, la idea más extendida es que este año constituye un salto político imprescindible, dada la coyuntura local e internacional, preparatorios de una eventual (y si es necesario, dolosa) victoria electoral de Trump.

Scott, el vice

Sin embargo, este sábado hubo un giro quizás definitvo. Tim Scott sería el compañero de fórmula para las elecciones de noviembre. A esta hora, se presenta como ya acordado. Los memoriosos recordaron un reciente evento en Carolina del Sur, antes de las primarias republicanas del sábado, donde Trump sólo tuvo elogios para con el senador que representa a ese estado sureño en el Congreso. Aunque luego perdió impulso, fue uno de los nombres destacados en la carrera republicana.

Cuando Trump afirmó que Scott “es mucho mejor representante mío que representante de sí mismo” muchos interpretaron que éste era su elegido para completar la fórmula. Con este giro se completó el posicionamiento del senador que en noviembre había suspendido su intento, anunciado su apoyo a DT, y transformado en el más sobrio y sólido defensor del expresidente.
El equipo de Trump, según sus planes, consagrará su victoria el próximo 5 de marzo, el supermartes, fecha en la que votarán más de una docena de estados, especialmente Texas y California.

Blindarse frente a imprevistos

El equipo de Trump cuida detalles de varios escenarios judiciales, todos in extremis, al tiempo que avanza en la batalla para ganar la nominación presidencial. Son conscientes de que esta batalla es más difícil que la anterior y que es, dentro del tablero táctico, imprescindible reforzar adhesiones externas para fortalecer el blindaje político frente al desafío judicial. Por ello esta Conferencia es una oportunidad única para demostrar que Trump, a pesar de los tropiezos, es un verdadero líder internacional. El presidente Milei viajó este sábado, en vuelo comercial, hacia Washington para participar de esta cumbre junto a otras figuras del mismo espectro ideológico.
Milei el viernes se reunió en Buenos Aires con Antony Blinken, jefe de la diplomacia de la administración Biden y hoy almuerza con Trump, y será uno de los oradores centrales del evento. Posicionamiento complejo, claro.
Además de la lectura binaria electoral, subyace una más importante aún: en la global, Milei se aleja de China y sus aspiraciones al litio argentino. El giro fue explicado en su estilo, impulsivo: “Argentina ha decidido volver al lado de Occidente, al lado del progreso, al lado de la democracia y, sobre todas las cosas, al lado de la libertad”.

Además de Milei, estará el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, Liz Truss, quien fuera primera ministra británica por tan solo 49 días, el obispo Joseph Strickland, destituido por el papa Francisco el pasado 11 de noviembre, y decenas de figuras políticas y del mundo del espectáculo. Pero también estará, significativamente, el español Santiago Abascal, presidente de Vox, el partido de ultraderecha.
Esta Conferencia será el mayor evento electoral de Trump, de aseguramiento de su candidatura, y concebida como el primer paso sólido en el blindaje por si desde los tribunales se intenta bloquear jurídicamente su participación en las próximas elecciones. El mensaje es, concluyente: sólo Trump es Trump, sin sustitutos.

Una parte de Europa, la de las afinidades con el candidato DT, observa con ansiedad la evolución electoral. Pero tan preocupados por tener un aliado con sintonía, lo están de ganar autonomía estratégica para posicionar y defender los intereses europeístas, más allá de empatías.
Es cierto que muchos populistas europeos se han inspirado en el discurso trumpista y en la medida que se acercan sus desafíos electorales ganan en confianza, pero simpatías y alineamientos pueden no hablar el mismo idioma. Tal la situación respecto a la guerra Ucrania-Rusia, las reglas del comercio y la democracia.
Las elecciones en Estados Unidos y en Europa no son unas elecciones más. Los próximos gobiernos y parlamentos tendrán concentradas en sus manos decisiones transformadoras o de estancamientos. 2024 es un año de decisiones.