“Los anfibios son el grupo más amenazado”

La semana pasada se llevó a cabo en la sala 1° de Julio de EL TELEGRAFO la charla “Biodiversidad de anfibios y reptiles presentes en los humedales”, a cargo del profesor de Ciencias Biológicas, Sebastián Gómez Barboza, en el marco del ciclo de charlas promovidas por el grupo Amigos de los Humedales de Paysandú.
En este dinámico conversatorio, muchos aprendieron y otros refrescaron la memoria sobre anfibios y reptiles del Uruguay, particularmente los que se encuentran en el ecosistema Humedal. Gómez Barboza es además autor y coautor de publicaciones científicas sobre aves y reptiles e integra el Grupo para la protección ambiental activa (Grupama), la organización conformada por vecinos de Bella Unión que lograron la declaración de área protegida a Rincón de Franquía.
De los anfibios, Gómez Barboza comenzó citando a López-Ghirardi, “‘Aunque los anfibios revistan beneficios para el hombre, y más allá de su valor intrínseco como seres vivos, este grupo de vertebrados se encuentra globalmente amenazado, principalmente por la destrucción, alteración, contaminación y fragmentación de los humedales, aún cuando muchos de estos impactos podrían evitarse o corregirse a nivel local a partir de modificaciones en la conducta de las personas y en las prácticas del uso de la tierra’. Los anfibios se originaron hace 400 millones de años y han sobrevivido a lo largo de toda su historia evolutiva, a cuatro eventos de extinción, pero actualmente son el grupo más amenazado”, expresó y enumeró algunas de las causas como “el cambio climático, las especies exóticas invasoras, la contaminación y la fragmentación de su hábitat”.

Algunas de las especies

De estos pequeños animales a los que pocos prestan atención, muchos son registrados en los humedales y algunos no llegan a medir dos centímetros, sin embargo, se hacen escuchar muy bien, por lo que los más expertos logran identificarlos.
De las especies mostradas por el docente, se destacan el sapito de Darwin (Melanophryniscus), cururú (Rhinella Diptycha) con su gran tamaño y del cual existe un mito sobre su orina. “No es tóxica. Lo que sí tienen, son unas glándulas bien prominentes que vemos detrás del tímpano y las dos glándulas en sus extremidades posteriores. Estas glándulas tienen veneno y segregan bufotoxinas. Si alguna mascota intenta morderlo, el contacto de las bufotoxinas con la mucosa puede provocar incluso la muerte. Hay que evitar de la mejor manera posible, que los perros entren en contacto con las glándulas del sapo cururú”.
También aparecieron en la pantalla de la sala, el sapito de jardín (Rhinella Dorbigny), la ranita hocicuda (Scinax Squalirostris), ranita de zarzal o ranita trepadora (Boana Pulchella), ranita hocicuda de pecho manchado (Scinax Nasicus), rana criolla (Leptodactylus Luctator) , ranita enana del Chaco (Dendropsophus Nanus) con sus apenas 1,8 centímetros, macaquito (Pseudopaludicola Falcipes) –especie más abundante del Uruguay– también muy pequeñitos. De las especies mencionadas anteriormente, Gómez Barboza junto a Javier Piquillén registraron entre otras, a la pintoresca ranita de zarzal –que las hay de varios colores–, en los humedales de la Curtiembre.

CONOCER MÁS SOBRE REPTILES

“El yacaré está presente en todo el territorio uruguayo, pero con poblaciones diezmadas”, explicó el docente. El que se observa con más frecuencia es el yacaré overo (Caiman Latirostris) “pero se han registrado también dos ejemplares de yacaré negro (Caimán Yacaré). Luego les llegó el turno a las tortugas, mencionando entre ellas la morrocoyo (Trachemys Dorbigni) y su errónea creencia de que son venenosas y la tortuga campanita (Phrynops Hilarii), ambas presentes en los humedales.
El turno de las serpientes no se hizo esperar. Culebra sepia (Thamnodynastes Strigatus), culebra sapera (Xenodon Merremi), culebra de agua (Liophis Miliaris o Erythrolamprus Miliaris), culebra arborícola (Leptophis Ahaetulla), –especie prioritaria de conservación– y culebra de Peñarol (Erythrolamprus Poecilogyrus), también se encuentran en los humedales de nuestro país.

“Más de 30 años”sin muertes por serpientes

La interesante charla derivó en los cuidados de las personas ante cualquier especie, sobre todo algunas serpientes y el hecho de que es una realidad que también ellas han ido perdiendo hábitat. Ante la pregunta de alguien del público para “desmitificar el hecho de que ellas ataquen y que siempre lo más probable es que huyan”, Gómez Barboza aclaró que “dentro de las dos bothrops (crucera y yara), la yara es la que está más asociada a pedregales y zonas serranas y sí es más agresiva pero la crucera generalmente evade, se retira; en último caso procede a morder. ¿Qué es más rentable, acercarte para matarla o alejarte y estar a 50 metros de distancia y dejarla para que siga su camino? Hay gente que ha sido mordida por acercarse para intentar matarla. Hay que tener presente que hace más de 30 años que en Uruguay no hay muertes por serpientes ponzoñosas”.