Mujeres a la intemperie: historias de mujeres rurales

Tras varios años de trabajo con mujeres rurales en distintas líneas de investigación, actividades de extensión e incluso procesos de enseñanza, un grupo de mujeres docentes de la Facultad de Agronomía, Ciencias Sociales y del Centro Universitario Regional (CenuR) Litoral Norte, decidió dar un paso más: relevar los desafíos, los sueños y las luchas de aquellas que viven y trabajan en el campo y documentarlos en una publicación de acceso libre. La titularon “Mujeres a la intemperie: historias de mujeres rurales” y constituye una edición especial de la revista Cangüé, que será presentada mañana martes en la Eemac, a las 10 de la mañana, con la participación de quienes dieron su testimonio. La invitación es abierta y libre para quienes quieran asistir y acompañar y la actividad se desarrollará en el salón Timbó.

La relación construida durante años entre el equipo docente y las siete protagonistas de la publicación les permitió a las primeras conocer en profundidad gran parte de sus problemáticas y sus limitaciones. Como investigadoras tuvieron la posibilidad de acompañar las conquistas de las asalariadas rurales gracias a la actividad sindical, así como la lucha de las productoras por el acceso a la tierra y por generar su medio de vida. “Fueron parte de los testimonios que nosotros utilizábamos en clase, han interactuado con los estudiantes de grado y posgrado”, reveló la Ing. Agr. Virginia Courdin, una de las docentes e investigadoras que llevó adelante el proyecto.

Las dificultades y la convicción

Las experiencias de trabajo conjunto con las trabajadoras rurales fue delineando un perfil en la trayectoria académica de las docentes que les llevó a plantearse rescatar la biografía de esas mujeres con el fin de obtener nuevos resultados que complementaran los generados en proyectos y cursos.
Courdin, docente del Cenur Litoral Norte, comentó que la idea de utilizar esta herramienta cualitativa de investigación surgió del intercambio con sus colegas Marta Chiappe, Paula Florit, Jessica Ramírez, Paola Mascheroni y Virginia Rossi, quienes han compartido diferentes espacios en la UdelaR. El grupo finalmente se comprometió a llevar adelante esta metodología a inicios del 2020, previo a la pandemia. La elaboración del trabajo no estuvo exenta de obstáculos, discusiones, desafíos e interrogantes pero había una convicción común y permanente: la importancia que tenían las historias de vida.
La docente aseguró que las mujeres rurales viven en situación de desventaja respecto de las que residen en zonas urbanas y que la realidad de cada territorio condiciona en gran medida la vida de aquellas. El acceso a los servicios así como a la educación y comunicación depende de la región en la que se encuentran y la topografía del lugar. “En muchos lugares cuando llueve mucho, quedan rápidamente aisladas por la crecida de arroyos y ríos, no siempre hay buenos caminos para trasladarse, no cuentan con centros de salud que contemplen todas las necesidades de la mujer, muchas veces ven limitada su educación y la de sus hijos”, expresó.

Si bien considera que Uruguay ha tenido avances en pos de mejorar la calidad de vida de quienes viven y trabajan en el campo, “la población rural aún sigue siendo marginal y en particular las mujeres que son quienes tienen necesidades más específicas”.

Lidiar con las emociones

El manejo de las emociones fue el mayor reto para las investigadoras. “Cuando construimos historias de vida no estamos preparados profesionalmente para manejar las emociones y eso fue lo más difícil, es algo que nos mueve mucho”, enfatizó Courdin. “Escuchar relatos de una vivencia dura, historias a veces muy crudas, asimilarlo y después proyectarlo en el papel fue muy difícil”. Expresó que hubo momentos en que algunas de las protagonistas se replantearon su participación porque “también para ellas fue muy movilizador repensar su infancia, su adolescencia, los momentos más duros de alguna etapa de su vida”.
La forma en que se construyeron las historias, la confianza mutua y la empatía contribuyeron a reforzar las ganas y el gusto porque el proyecto se concretara. Las académicas tuvieron pleno convencimiento de producir este trabajo y darle la visibilidad que merece porque es producto de una identidad ideológica y una actitud reivindicativa. “Creemos que es la forma de que se visualicen más las necesidades y los desafíos de las mujeres rurales. Es una herramienta más que tenemos para apoyar la lucha de estas mujeres por mejorar sus condiciones de vida, de trabajo”, puntualizó.

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