¿SAMURAI O KAMIKAZE?: Milei se pelea con todos

Milei y sus planes, según los universitarios.

(Por Horacio R. Brum), Buenos Aires.- En el antiguo Japón, los samuráis eran unos guerreros reputados por su código de honor, su apego a las tradiciones y el respeto al adversario que combatiese con bravura. Este grupo social desapareció cuando, en la segunda mitad del Siglo XIX, el país entró en un proceso acelerado de modernización, aunque su imagen se mantiene hasta hoy en una parte del espíritu japonés. Los militaristas que llevaron al Japón a la Segunda Guerra Mundial manipularon el papel histórico de aquellos guerreros nobles, para el servicio de la propaganda nacionalista, pero cuando la derrota se aproximaba, recurrieron a las leyendas de la historia para inventar otro guerrero: el kamikaze.

En el Siglo XIII, una flota invasora proveniente de China fue batida por una gran tormenta, que se denominó “viento divino”; ese es el sentido de la palabra, que los traductores estadounidenses aplicaron, por una lectura parcial de los caracteres japoneses correspondientes al nombre de la Unidad Especial de Ataque, a los pilotos que estrellaban sus aviones con más de 250 kilos de bombas contra los barcos de la flota norteamericana. Así, el término pasó a muchos idiomas con el significado de un sacrificio inútil, en busca de una victoria imposible.

El presidente argentino Javier Milei llegó al poder como un samurái: en su campaña electoral y al asumir el mando habló de recuperar el prestigio mundial que el país tuvo en otros tiempos, de devolver la honorabilidad al oficio de gobernar y de combatir con todas sus energías a los políticos corruptos que denominó “la casta”. El 10 de diciembre de 2023, en aquel primer discurso como jefe del Ejecutivo dijo a sus compatriotas una verdad ineludible: “¡No hay plata!” para seguir manteniendo un Estado elefantiásico. Luego, desde el balcón de la Casa Rosada invitó a todos los “argentinos de bien” a unirse al esfuerzo de cambiar la realidad decepcionante de las últimas décadas. A cuatro meses de aquellas palabras, Milei se va pareciendo más a un kamikaze, que intenta destrozar todo cuanto no encaja con sus ideas e intenciones y, a diferencia de los samuráis –muchos de los cuales escribían poesías y tocaban instrumentos musicales–, responde a las críticas con insultos, ramplonerías y amenazas, por medio de las redes sociales.

En la primera semana de abril, la prestigiosa revista Noticias publicó un reportaje sobre la peculiar relación que el presidente tiene con sus perros, unos enormes mastines, para los cuales hubo que construir caniles separados en la residencia de Olivos, porque su agresividad los lleva a pelear entre ellos. Los animales fueron clonados, a un costo de decenas de miles de dólares, a partir de otro muerto, con el que Milei dice mantener una conexión mental. El reportaje irritó al dueño de los canes y marcó el comienzo de una guerra verbal contra el periodismo, al estilo de las que solían librar los Kirchner.

El grupo Perfil, al cual pertenece la revista Noticias y el semanario del mismo nombre, fue el primer blanco; el presidente afirmó que Perfil estaba en quiebra y manifestó su alegría por el hecho. También insultó en una entrevista a Jorge Fontevecchia, uno de los fundadores de Perfil, y la emprendió contra Jorge Lanata, otro de los profesionales que gozan de excelente reputación ante la opinión pública. Lanata había cuestionado la presencia del embajador israelí en una reunión de urgencia del gabinete, que se realizó para tratar la situación de la seguridad nacional después de los ataques de Irán a Israel. “Ensobrados”, es el término acuñado por el mandatario para referirse a los periodistas que lo critican, insinuando que ellos están a sueldo de las fuerzas que se oponen a él. Además, manifestó a un periodista de los sectores conservadores estadounidenses que “la peor cloaca del universo está en los medios argentinos”.

Desde la pelea con Noticias, Milei ha arreciado en sus ataques al periodismo, principalmente a través de las redes sociales, donde cuenta con una alta cifra de seguidores. Esto le ha valido varias demandas por difamación e injurias, pero el mayor juicio público fue el 23 de abril, con la gran marcha en defensa de la educación pública y gratuita.

Entre sus recortes, el gobierno decidió no actualizar a la inflación el presupuesto de las universidades nacionales, con lo que se planteó la posibilidad del desfinanciamiento de todas sus actividades. Encabezado por la Universidad Nacional de Buenos Aires (que en las clasificaciones mundiales suele aparecer entre las mejores de América Latina), un movimiento de estudiantes, profesores y funcionarios apeló al respaldo del público, que se concretó en las manifestaciones del 23 en la capital y varias provincias. Cientos de miles de personas marcharon en defensa de un sistema de educación que, al igual que en Uruguay, es considerado parte de la identidad nacional y una de las bases de la igualdad republicana. Para Javier Milei, un producto de la educación privada, la educación pública es un “lavado de cerebro” y una herramienta de adoctrinamiento. No obstante, en las marchas de abril hubo gente de todas las ideas y las clases, que en general opinaba que la educación pública es el principal instrumento para la igualdad de oportunidades.

Varios comentaristas han analizado la discrepancia entre las iras presidenciales y las transacciones que la realidad política y social está obligando a hacer a la Casa Rosada. Sin mayorías parlamentarias, el gobierno debe buscar acuerdos con muchos de los integrantes de la “casta” que Milei desprecia y todos los cambios radicales que se anunciaron con el pomposo nombre de Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos están sufriendo en el Congreso, recortes dignos de la motosierra que él convirtió en uno de sus símbolos de campaña. Los exabruptos del inquilino de la Rosada son disculpados por su equipo con la frase “Javier es así…”, pero lo cierto es que hay reacciones y conductas de su jefe que a cada rato provocan situaciones embarazosas y parecen ir en contra de la seriedad y estabilidad que éste dice querer dar al país.

Un ejemplo fue la cena anual de la Fundación Libertad, vinculada a la derecha económica, donde las personalidades del mundo empresarial se reúnen con invitados extranjeros, economistas de peso, políticos y algunas figuras del ambiente artístico y cultural. En contraste con el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou, cuyo discurso destacó la importancia de los consensos sociales y políticos y afirmó la importancia del Estado para la protección de los ciudadanos, Milei tuvo actitudes payasescas de imitación de los economistas que lo critican (uno de ellos se retiró, ofendido), hizo un resumen de la economía que, según algunos de los presentes, resultó difícil de entender, y cerró la ponencia con un chiste burdo. Las imágenes del evento no registraron las reacciones a esa grosería, del mandatario uruguayo ni del otro invitado especial, el expresidente conservador del gobierno de España José María Aznar, pero sí fue posible ver a la gran dama de la televisión argentina Mirtha Legrand moviendo su cabeza en un gesto de crítica.

La llegada al Río de la Plata del buque de la Guardia Costera estadounidense USCGC James, en la última semana de abril, dejó en claro cómo se manejan la institucionalidad y las relaciones internacionales en una y otra orilla. La nave vino en lo que se denomina usualmente proyección del poder naval, dentro de los planes de Washington para contrarrestar la influencia china en América del Sur, aunque su misión fue presentada como una colaboración para combatir la pesca ilegal. En Uruguay sólo se autorizó una visita de cortesía, porque supuestamente el Poder Ejecutivo olvidó pedir la autorización del Parlamento para el ingreso de fuerzas militares extranjeras. Al otro lado del río, el presidente Milei, su hermana y la ministra del Interior se disfrazaron de marinos, para recibir al James con toda pompa. La solicitud de autorización del ingreso de la nave quedó perdida en algún cajón del Congreso y así se dejó de lado otra formalidad democrática, en beneficio de la política de acercamiento político y militar a los Estados Unidos promovida por el primer mandatario. Si el hecho provoca alguna reacción de los legisladores, es probable que sea la ministra de Relaciones Exteriores Diana Mondino, otro de los “bomberos” que apagan los incendios creados por su jefe, quien tenga que dar explicaciones.

Una constante del funcionamiento del gobierno parece ser que el presidente atropella con palabras las formas y las normas de la convivencia democrática, pero su equipo queda a cargo de hacer retrocesos y negociaciones. Eso fue lo ocurrido después de la marcha universitaria: al día siguiente, el rector de la Universidad de Buenos Aires fue invitado a conversar sobre el presupuesto de la institución con la ministra del área que tiene a su cargo la educación y más tarde la funcionaria se reunió con los rectores de las otras universidades públicas. Desde la Casa Rosada se dijo que no había habido un intento de acabar con la educación pública, aunque en las redes sociales Milei había acusado a los participantes en la manifestación de llorar “lágrimas de zurdos”.

El “estilo Milei” todavía cuenta con el apoyo de una parte considerable de los argentinos, muy acostumbrados a la figura del transgresor, ese personaje surgido entre algunos animadores de la televisión y celebridades como Maradona, cuya habla y actitudes chabacanas y vulgares se confunden con el ser directo y genuino. Sin embargo, aún entre quienes simpatizan con algunas de sus ideas y están de acuerdo con que el país necesita grandes cambios, comienzan a surgir las dudas sobre si éste es el hombre apropiado para hacerlos. Guy Sorman, el filósofo y economista francés defensor del capitalismo liberal admirado en los círculos de la derecha latinoamericana, escribió recientemente en el diario La Nación: “La elección de Milei es una casualidad histórica, y aún no está claro si ha sido una suerte o una desgracia… Milei ha sido elegido por defecto y no para aplicar al pie de la letra una doctrina liberal que solo conoce por haber hojeado algunos libros sobre el tema. Por lo tanto, el presidente argentino empieza con mal pie al imaginar que toda la población se adherirá a su visión fundamentalista, en la que el individuo ocupa todo el espacio, la ‘sociedad’ no existe y se hace caso omiso del Estado. Ser liberal, estimado presidente Milei, es, ante todo, ser humilde. Y negociar con el fin de convencer a los adversarios de que se conviertan en socios para llevar a cabo una política razonable, progresista y no violenta”.

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