Una jugada de riesgo, con mucho para perder

Después de 50 años, Brasil se declaró libre de aftosa sin vacunación en todo su territorio, según informó el gobierno de Lula Da Silva. El vecino país es el mayor exportador de carne vacuna del mundo y este anuncio, según los expertos –y el objetivo de la medida–, le abriría la puerta a mercados de alto valor comercial.
“Con el fin de la última inmunización contra la fiebre aftosa para 12 unidades de la Federación y parte del Estado de Amazonas, Brasil avanza en el Plan Estratégico del Programa Nacional de Erradicación de la Fiebre Aftosa (PE-PNEFA) y queda completamente libre de la enfermedad sin vacunación”, informó el gobierno brasileño.
En principio aparece como una buena noticia para los sectores productivos ganaderos brasileños y para el propio país, que mediante esta decisión se ahorra millones de dólares en la vacunación y los correspondientes operativos logísticos para todo el proceso, a la vez que tiene acceso a mejores precios a mercados que pagan mejor por este avance desde el punto de vista sanitario.
Aunque este “avance” debe ser tomado con pinzas, habida cuenta de los antecedentes de la producción pecuaria del cono sur latinoamericano.
Por lo pronto el anuncio autodeclarativo de la evolución de la situación sanitaria del país fue realizado por el ministro de Agricultura y Ganadería, Carlos Fávaro, junto al vicepresidente de la República y Ministro de Desarrollo, Industria, Comercio y Servicios, Geraldo Alckmin, en el Anexo II del Palacio do Planalto.
“La acción, que se enmarca en el proceso de reconocimiento internacional por parte de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), representa el fin del ciclo de vacunación, iniciado hace más de 50 años, y el reconocimiento a la calidad de la producción pecuaria nacional y la calidad del Servicio Veterinario Oficial”, remarcó el gobierno con sede en Brasilia.
De acuerdo a los datos del gobierno brasileño, más de 244 millones de bovinos y búfalos en 3,2 millones de propiedades dejarán de ser vacunados contra la enfermedad. Agregó que ello “traerá una reducción de costos directos, con la aplicación de la vacuna, de más de 500 millones de reales”.
En este marco, el ministro de Agricultura brasileño indicó: “Es el inicio de un proceso en el que Brasil cambia de nivel con un grupo de la élite mundial de la salud, lo que es mucho más difícil de mantener dentro de esa élite. Con toda la dedicación, con los Estados, todo el sistema involucrados, llegaremos a mercados muy exigentes pero muy gratificantes. Podremos vender a Japón y Corea del Sur, que son más remunerativos y pocos países pueden acceder a ellos. Al declararse libre de fiebre aftosa sin vacunación, Brasil da un paso importante”.
También se refirió a este tema el vicepresidente Alckmin: “Hoy es un día histórico, porque Brasil siempre soñó con ser un país libre de fiebre aftosa sin vacunación, lo que supone un nivel altísimo de sanidad animal y de buena defensa agrícola”. Añadió que “nos ayudará a abrir nuevos mercados, incrementar el precio de las exportaciones y acceder a mercados más exigentes. Ahora trabajaremos para ser reconocidos por la Organización Mundial de Sanidad Animal”.
El gobierno de Lula apuntó que “Brasil prevé presentar la solicitud de reconocimiento a la Organización Mundial de Sanidad Animal en agosto de 2024”. Recordó que solo los Estados de Santa Catarina, Paraná, Rio Grande do Sul, Acre, Rondônia y partes de Amazonas y Mato Grosso tienen reconocimiento internacional como zona libre de fiebre aftosa sin vacunación por parte de la OMSA.
La visible euforia del gobierno brasileño contrasta con el silencio que han adoptado por ahora las gremiales del sector y gobiernos de sus países vecinos, es decir Argentina, Uruguay y Paraguay, que también tienen a la ganadería como uno de los pilares de su actividad económica, y siguen manteniendo el estatus de libres de aftosa con vacunación.
Este es precisamente el punto, porque nada menos que Brasil, el mayor exportador de carnes del mundo, tiene amplias fronteras con estos vecinos, y el hecho de que se deje de vacunar contra esta zoonosis por intereses económicos propios, conlleva un factor de riesgo en el que precisamente los vecinos no han querido caer.
No es una medida que resulte sorpresiva, sino que desde hace ya tiempo Brasil había anunciado su intención de pasar a la categoría de libre sin vacunación, y se han ido incorporando gradualmente estados del cinturón productivo pecuario brasileño a esta condición.
En el caso de Uruguay, cuando el Estado de Río Grande del Sur pasó a ser libre de aftosa sin vacunación, se acordó la necesidad de fortalecer la agenda entre Brasil y Uruguay en materia de colaboración técnica, entrenamiento conjunto, e intensificación de vigilancia de fronteras.
El ministro de Ganadería Fernando Mattos destacó en ese momento que dicho estatus fue una meta definida en el plan hemisférico de erradicación de fiebre aftosa y que nuestro país tenía como medida inmediata “observar la evolución”, y que “Uruguay no ha tomado la decisión, ni técnica ni política, de dejar de vacunar”.
En ese sentido, Mattos dijo que “las enfermedades no conocen fronteras” y que “la única garantía es a través del sistema de coordinación y equipos técnicos”.
Para Uruguay “dejar de vacunar representa un riesgo grande para la economía y no vemos un beneficio claro”, expresó el secretario de Estado.
Esta es la ponencia que mantiene Uruguay hasta ahora, mientras los brasileños, como han hecho siempre, “hacen la suya” e imponen condiciones por la fuerza de los hechos, por el tamaño de su economía, trasladando por supuesto a sus vecinos los riesgos que conlleva dejar de vacunar, cuando se está expuesto a que aparezca un brote en el momento menos pensado, y se deje una enorme producción ganadera a un eventual contagio de dimensiones catastróficas, como ya ha sucedido, a la vez del cierre de mercados.
El antecedente inmediato de la postura argentina, a su vez, es la del integrante de la Federación de Asociaciones Rurales del Mercosur (FARM) y del Foro Mercosur de la Carne (FMC), Martín Rapetti, quien sostuvo que la vacunación contra la fiebre aftosa para él “no está en discusión, es una inversión no un gasto, es una seguridad desde todo punto de vista”. Adelantó que el tema será analizado en la Organización Mundial de la Salud Animal (OMSA) este mes de mayo, y que “la vacuna nos da seguridad y tranquilidad. No queremos dejar de vacunar bajo ningún aspecto”, sentenció.
Es decir, que por intereses económicos se encara una jugada de riesgo, pero no solo para el Estado y el país en cuestión, sino para toda la región que depende del recurso ganadero –gran parte del Cono Sur latinoamericano, incluyendo al Uruguay– y donde sobre todo a partir de esta realidad, la vigilancia y la detección precoz de eventuales focos pasa a ser clave en el nuevo escenario.
En nuestro país y los demás países de la región, ante los estragos por el brote de aftosa en 2001 –que “casualmente” surgió en la frontera con Brasil, que a su vez demoró mucho en “detectar” un caso en su territorio– es absolutamente justificado que se mire con recelo y se siga de cerca esta situación, porque además ya se ha evaluado exhaustivamente el costo-beneficio de dejar de vacunar contra esta zoonosis, y hay prácticamente consenso entre gobernantes, técnicos y productores de que los beneficios serían muy relativos en comparación con los serios problemas que podrían devenir de nuevos brotes.
De eso se trata precisamente, porque en un subcontinente donde el Uruguay y otros países vecinos tienen a la carne como un valor preciado de exportación, resulta vital la cooperación e interrelación entre los que comparten el recurso para preservarlo y potenciarlo, porque además al no existir fronteras sanitarias un problema puntual en determinada zona puede llegar a extenderse hasta lugares impensables superando todas las barreras, como ya ha ocurrido.

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