A comienzos de este mes, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) publicó el informe “Las ENT en un vistazo 2025”, que muestra el impacto de las enfermedades no transmisibles, con datos correspondientes al año 2021. En ese ranking regional, Uruguay encabeza la lista de mortalidad por cáncer. Anualmente se diagnostican 17.000 casos —según el Fondo Nacional de Recursos— y fallecen aproximadamente 8.000 personas. Esto significa que, al menos, uno de cada cuatro uruguayos muere por esta causa.
El informe indica un incremento en la tasa de defunciones y alerta sobre un aumento de casos en personas jóvenes. Si bien las tasas de mortalidad se estandarizan por edad, Uruguay se ubica en un “máximo” regional, con una tasa de 158,8 muertes por cáncer por cada 100.000 habitantes.
Sin embargo, la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer no estandariza los datos por edad y considera que el reporte de la OPS se basa en estimaciones. En Uruguay, la sistematización de datos indica una mortalidad algo menor: 128,46 por cada 100.000 habitantes. En cualquier caso, el país presenta una de las tasas de incidencia más altas de América Latina, mientras persisten factores de riesgo como la obesidad, el sedentarismo y el tabaquismo.
En este contexto, preocupa el aumento de casos en personas cada vez más jóvenes, especialmente en el grupo de entre 25 y 50 años, donde se registran casos de cáncer de mama y de colon. A su vez, se incrementan las formas más agresivas de la enfermedad en mayores de 70 años, donde el envejecimiento es una de las principales causas.
El perfil poblacional impulsa al alza ciertos tipos de cáncer, como el de mama, influido por factores como el retraso en la maternidad o el aumento de la obesidad en jóvenes, que es significativamente mayor que en generaciones anteriores.
Estos aspectos se agravan por diagnósticos tardíos, muchas veces debido a demoras evitables. Es fundamental mejorar la red asistencial, reforzar las estrategias de screening (detección temprana) e insistir en campañas de promoción de conductas saludables que contrarresten hábitos nocivos.
Incluso el diagnóstico tardío ha sido reconocido por la ministra de Salud Pública, Cristina Lustemberg.
No obstante, la tendencia global también muestra un aumento en los casos de cáncer en adultos jóvenes sin antecedentes familiares, es decir, sin predisposición genética evidente que facilite una alerta temprana.
Investigadores a nivel mundial están buscando las causas de estas estadísticas, que se repiten en países con similares niveles de desarrollo humano. Hasta ahora, se ha identificado como factores comunes el consumo elevado de carne roja, sal y alcohol, junto con una baja ingesta de frutas y verduras.
Además, se analizan fenómenos sociales que impactan en la salud, como los trastornos del sueño, el estrés laboral y el consumo de alimentos ultraprocesados.
Este escenario obliga a repensar el modelo de atención en salud pública en el país. Los cambios culturales necesarios deben impulsarse desde arriba, con equipos técnicos comprometidos con la transformación. De lo contrario, los resultados seguirán siendo insuficientes.
Un ejemplo de esta necesidad de cambio lo dio la propia ministra Lustemberg. En una reciente conferencia de prensa, cuestionó el hecho de que, actualmente, los protectores solares deben ser recetados por un dermatólogo para que estén cubiertos por el sistema de salud. “El usuario queda en el medio”, afirmó.
Mientras tanto, muchas personas deben esperar una consulta con un especialista. El sistema no resulta accesible para ellas, y probablemente no insistan, salvo que tengan un diagnóstico confirmado. El componente preventivo, en esos casos, fracasa. Como dato adicional, cada año se diagnostican en Uruguay 3.100 casos de cáncer de piel, de los cuales 135 terminan en fallecimiento.
El Registro Nacional del Cáncer es una herramienta clave para conocer la realidad en cada territorio y departamento, y debería guiar las políticas públicas en materia de presupuesto, seguimiento y tratamiento.
Los equipos médicos coinciden en que el tabaquismo es un factor de riesgo en al menos 20 tipos de cáncer. Sin embargo, la política antitabaco impulsada durante el gobierno de Tabaré Vázquez no logró reducir significativamente su incidencia.
En el país existe la vacuna contra el virus del papiloma humano (HPV), el método de prevención con mayor efectividad a nivel global. Sin embargo, la cobertura en Uruguay aún es baja. Por eso, el abordaje del cáncer es un verdadero desafío para la salud pública y refleja, en gran medida, el estilo de vida contemporáneo. Es una enfermedad que está cambiando su perfil, en medio de una etapa de transición demográfica y epidemiológica.
La gestión de recursos, que se concentran en las ciudades y el área metropolitana, así como las decisiones políticas en torno a este tema, han contribuido a una fragmentación del sistema de atención. En Uruguay, esta fragmentación se hace evidente en la desigualdad entre áreas urbanas y rurales, en la vulnerabilidad socioeconómica de ciertos grupos, y en la brecha entre incidencia y mortalidad, así como en el acceso al diagnóstico y tratamiento oportunos.
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