
Es una discusión que tiene su tiempo, pero que en los últimos días ha vuelto a los primeros planos por el análisis que se está procesando en el parlamento argentino de un proyecto de ley que busca modificar el huso horario en el vecino país. Es un proyecto presentado por el diputado Julio Cobos –recordado por su voto no positivo en 2008, cuando era vicepresidente–, que se fundamenta por un lado en el ahorro energético que supondría adelantar una hora, y por otra parte porque beneficiaría el desempeño escolar, en la medida que hoy existe un “desfasaje entre la hora solar y la hora oficial”.
“La gran mayoría de los alumnos comienzan su jornada en plena oscuridad, produciéndose un efecto negativo en su desempeño escolar”, argumentó. El huso horario que correspondería, geográficamente, tanto a Argentina como a Uruguay es -4 GMT, es decir, cuatro horas menos que la del Meridiano de Greenwich. Sin embargo nuestra hora oficial está ajustada al huso -3 GMT.
CIRCADIANO
Ahora dejemos a los parlamentarios vecinos discutiendo esto por su lado y enfoquémonos en lo de los horarios y el desempeño de los seres humanos, porque recientemente expuso al respecto la experta Bettina Tassino, columnista del programa No toquen nada, de Del Sol FM, quien dijo que hay investigaciones que han confirmado que los rioplatenses son “más nocturnos”, que el promedio.
Hace más de diez años que Tassino investiga sobre la cronobiología. El concepto es que todas nuestras funciones: “fisiológicas, comportamentales, bioquímicas, metabólicas, están controladas por un reloj biológico que materialmente se ubica en el hipotálamo, en nuestro cerebro”, que funciona como un director de la orquesta de nuestro cuerpo. Los ciclos que pautan el sueño y la vigilia a lo largo del día se denominan circadianos, término que alude, justamente, a las 24 horas del día. El estudio de estos ciclos se basa en el sueño como indicador de fase circadiana.
“Esto tiene una base genética. Distintos genes que hemos heredado de nuestro padre y madre hacen que las distintas personas, si bien estamos exactamente en la misma hora reloj, no estemos en la misma hora circadiana, no estemos todos exactamente en la misma hora de nuestro reloj interno”, señaló. “No todos, por ejemplo, ubicamos el sueño en el mismo momento del día. Hay algunas personas que son extremadamente matutinas, que a las 6 de la mañana están despiertas totalmente lúcidas y frescas como una lechuga”, pero que a la noche ven decaer su energía. “Y otras personas que son el opuesto, su momento de mayor lucidez, donde eligen agendar las actividades más demandantes desde el punto de vista físico o intelectual es a la tardecita, o la noche”. A las más nocturnas les denomina Búhos, mientras que las muy matutinas son Alondras.
FACTORES
Además de ser esta una base fisiológica “que se conoce muy bien”, también regulan ese reloj interno factores como la cultura, los hábitos y la edad, planteó la investigadora. “Hay momentos de la vida, por ejemplo la adolescencia, en el que independientemente de nuestro cronotipo todo se hace más tarde, todos los adolescentes por cuestiones vinculadas también a factores biológicos centrados en el desarrollo se hacen más nocturnos, se hacen más Búhos”.
Pero el dato de que algo raro pasaba en esta zona del mundo lo registró casi de casualidad. “Lo empezamos a estudiar en una población muy chiquita de estudiantes particulares que viajaban a la Antártida. Apareció un dato que en un momento nos sorprendió, pero lo dejamos pasar”, pensando que se debía a la edad del grupo, de 23 años en promedio, pero que eran “extremadamente nocturnos”. Cuando lo corroboró constató que se trataba “del valor de cronotipo más nocturno reportado en el mundo hasta ese momento”.
BÚHOS
Ese fue el detonante de varios estudios que están en curso que buscan explicaciones a este comportamiento. “Lo que intentamos hacer era que cada una de las personas respondiera un cuestionario. Es un cuestionario que está muy validado, que tiene veinte años, diseñado por un equipo de cronobiólogos liderado por Till Roenneberg y se llama el Cuestionario de Cronotipo de Munich”, que justamente emplea el sueño como indicador de la fase circadiana y toma como referencia los días libre para medir el punto medio del sueño “porque son los días en los que estamos exentos de demandas, un día sin ninguna presión social para ubicar el sueño”.
Los valores obtenidos muestran que este reloj tardío es una característica de la población del Uruguay “que tiene relevancia desde el punto de vista de cada una de las personas, de la individualidad, de conocer si uno es más nocturno o más matutino. Pero también tiene relevancia del punto de vista social”.
Tassino expuso una serie de ensayos y regulaciones en los Estados Unidos (en Seattle y en California) que han demostrado que ajustando los horarios a las características predominantes, los resultados académicos mejoran y que, por el contrario, obligar a las personas, especialmente a los adolescentes, a horarios muy desajustados respecto a sus ritmos naturales, es contraproducente. “Los liceos empiezan 7:30 de la mañana, los niños ingresan a la escuela a las 8 de la mañana, seguramente ingresamos al trabajo muy temprano también, y eso lo que genera son consecuencias a nivel individual, pero que también tienen relevancia en salud pública”, afirmó. Eso se trasunta en “un marcado déficit de sueño en los días de semana, que muchas veces terminamos ‘pagando’ los fines de semana”. Sumado a lo que denominó un “desajuste” producto de una especie de jet lag social, comparándolo con el efecto de los viajes largos en avión.
CONSECUENCIAS
Ese desajuste crónico, según Tassino, tiene como consecuencias para la salud una mayor somnolencia, mayor fatiga, y a la larga produce otros problemas “como mayores factores de riesgo para problemas metabólicos, cardiovasculares, diabetes, inclusive algunos temas de salud mental están vinculados a este desfasaje, a este déficit de sueño, a esta nocturnidad”.
De las referidas experiencias estadounidenses agregó que se comprobó que “dormir media hora más en adolescentes ya marca una diferencia respecto al desempeño escolar, el humor, una serie de parámetros que hacían que inclusive los aprendizajes fueran mejores con ese atraso del horario escolar”.
INVESTIGACIONES
Las razones por las cuales se da esta mayor nocturnidad en la población de esta región no ha sido determinada, aunque hay investigaciones en curso, como la que lleva adelante Mariana Marchesano, con la colaboración de Lucía Spangenberg, del Instituto Pasteur, que muestrea la población uruguaya. “Es un proyecto que ya está andando, de genoma uruguayo”, Se espera determinar “cuáles son las variantes de los genes-reloj que están presentes en la población uruguaya”.
Por otra parte hay un estudio que está haciendo Antonella Arrieta “con mujeres gestantes. También, las mujeres con cronotipos más tardíos se adecuan mejor a las demandas postparto del bebé”, al igual que se adaptan mejor “a la revolución de horarios que genera un bebito en la familia”.
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