Escribe Ernesto Kreimerman: La independencia económica te hará libre

El periodismo en el mundo, pero aún más en América y más concretamente en nuestra América Latina, se encuentra sumergido en una profunda crisis existencial, que es también vocacional y, por supuesto, del modelo de negocios. El número de diarios y revistas ha disminuido dramáticamente, como también el número de páginas de cada edición.

Sin embargo, el problema no se resumía a una cuestión de agotamiento de los modelos de negocios tal como los conocíamos hasta ese entonces. Había una profunda transformación en marcha, que traería incertidumbres y frustraciones ya que los procesos se desmoronaban ante el albor profundo de una nueva época, la digital e Internet. Era la década de 1990. En 1991 se inicia la “www” y también se disuelve la URSS. La worldwideweb dio un salto en calidad y cantidad de usos y usuarios, ¡impresionante! También por entonces implosionó la Unión Soviética, se desintegraron uno a uno los Estados que abrazados a la causa del socialismo real durante unas 7 u 8 décadas intentaron algo diferente. Y en parte lo fue, y en parte no supo o no pudo. Aquellas botellas brindaban esperanzadas por lo que vendría después, pero la sensación de recomposición aún no responde muchas preguntas para la sanación de los buenos propósitos. Y no te olvides, desde punta a extremo, que la respuesta a las provocaciones cotidianas no sólo hacía imprescindible darse tiempo para elaborarlas, es decir, se necesitaba la pausa para lograr respuestas elaboradas. La dinámica que impone unos costos significativos, aplicando fondos especiales a la labor de la seguridad antes que al desarrollo científico, industrial y social. Todo ello provocando un desvío muy problemático al volcar recursos a un aparato de seguridad preventivo y a otra estructura de seguridad represivo también, reproducían una dinámica asfixiante, de tutelaje, de reducción de las libertades, y aún, abriéndole el paso al miedo.

En esa coyuntura, el periodismo de América Latina debe enfrentarse a retos estructurales y económicos persistentes: una altísima concentración de los medios de comunicación, fragilidad de los servicios públicos de información y precarización de las condiciones laborales. Adicionalmente, y en particular en los últimos años, el colapso de los modelos económicos tradicionales de los medios, o dicho de otra forma, estábamos frente a un agravamiento de la crisis. Un cuidado resumen sería este: “mientras los ingresos publicitarios migran hacia las plataformas tecnológicas globales y los hábitos del público evolucionan, las redacciones menguan y la independencia editorial se debilita”. Vale mencionar que en la última Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa año 2025, 22 de los 28 países de la región registraron descensos en su indicador económico.

Hay mucho en juego

El hombre más poderoso del mundo está usando su cargo para castigar a las organizaciones periodísticas que no siguen sus órdenes o que informan críticamente sobre sus políticas, alertaba por entonces Katharine Viner, editora en jefe, del británico The Guardian. En términos concretos, las acciones de Donald Trump contra la prensa incluyen prohibiciones, demandas y la selección de su propio grupo de reporteros. El acoso vía judicial no significa victorias en tribunales, pero sí obligación de contar con un presupuesto necesario y suficiente que sirva para dar sólidas respuestas.

Pero una cuestión debe estar presente: la amenaza global contra la prensa es más grande que solo Trump, y todo el entramado de alianzas y adhesiones tampoco aseguran victorias.
En palabras sencillas, Katharine Viner, la editora en jefe del The Guardian resume este concepto como las fuerzas económicas y autoritarias de todo el mundo que están desafiando la capacidad de los periodistas para informar. Una prensa independiente, una que los que están en el poder no pueden simplemente anular, es crucial para la democracia. Figuras como Trump y el húngaro Viktor Orbán quieren aplastarlos a través de la exclusión y la influencia. Pero el debate está en proceso. Algunas son dardos directos. Otros, aún son búsquedas.

Recordemos que The Guardian es una organización de noticias global, así se autodefine, y que se enfrentará “a los ataques contra la prensa libre”. Por ello, no dudan en expresar que “no tenemos ningún interés en servir a aquellos con inmenso poder o inmensa riqueza. Somos propiedad de un fideicomiso independiente dedicado únicamente a proteger y defender nuestro periodismo.

Eso significa que no tenemos un propietario multimillonario que dicte lo que nuestros reporteros pueden cubrir o qué opiniones pueden tener nuestros columnistas, o accionistas que exijan un retorno rápido”.

Katharine expresa con sencillez y contundencia, que “la situación mundial está cambiando vertiginosamente, lo que hace que este sea un momento de transformación extremadamente desafiante. Se necesitará un periodismo valiente, bien financiado, comprometido y de calidad para denunciar lo que está sucediendo”. Con la misma responsabilidad, que compartimos radicalmente, “nuestro trabajo es asegurarnos de que no nos sintamos abrumados cuando Trump inunde la zona.

Debemos centrarnos en las historias que tendrán el mayor impacto en la vida de las personas, al tiempo que hacemos que los poderosos rindan cuentas. También continuaremos enfocándonos en las ideas que las personas necesitan para crear un mundo mejor: una razón para la esperanza”.

Como dice la escritora y columnista de The Guardian, Rebecca Solnit; “la esperanza auténtica requiere claridad… e imaginación”. Por ello “The Guardian puede proporcionar ambas cosas y”, con la ayuda de lectores atentos “generar esperanza informando con veracidad sobre lo que está sucediendo y nunca andando con rodeos”.

Hay mucho en juego, habíamos escrito por entonces, recuerda otro columnista del The Guardian. “Se tarda menos de un minuto en configurarlo (al sistema), y puedes estar seguro de que estás teniendo un gran impacto cada mes en apoyo del periodismo abierto e independiente”.

Como se ve, la labor del financiamiento del periódico digital viene a recomponer dos capítulos de enorme importancia que la crisis del modelo de negocios había diluido: uno, que el financiamiento del medio depende ya directamente del suscriptor y el ingreso publicitario “consolida como marginal aunque sigue siendo necesario”; y dos, “cuidar la sinceridad y respeto del diálogo con el suscriptor, atender sus reclamos y sus dudas, así como ser empáticos y accesibles. Salvo cuestiones particulares, los suscriptores y la sala de redacción guiada por los principios definidos al comienzo mismo del proyecto editorial, tendrán en ese mismo trayecto la fortaleza de propósitos comprometidos y compartidos”.

Siempre hay que tener claro que sólo la independencia económica te hará libre.

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