Quinto Día

Así funciona un restaurante escuela de UTU en punta del este

Por: Marco Rivero.
Fotos: Milton Cabrera

Lo primero que aclara la directora, Kelly Giménez, es que lo que está planteándose UTU en Termas de Guaviyú “va a ser bien diferente”, porque si bien va a depender de una escuela, “no va a estar instalada la escuela en Guaviyú. Nosotros lo que tenemos acá es una Escuela de Alta Gastronomía donde durante el invierno, o el año escolar, funcionamos con cursos”. Allí se imparten Bachillerato profesional, “donde los chicos culminan la trayectoria Educativa que inician en la Educación media profesional, y por otro lado cursos terciarios de Gastronomía. Y además durante todo el año se hacen diferentes capacitaciones”. Durante el año, el parador, que forma parte del centro escolar, abre sus puertas al público los sábados y domingos, y durante el verano trabaja a diario, con pasantes. “Tenemos dos tipos de pasantes prácticamente, uno que son aquellos que son contratados por UTU durante 18 meses para trabajar, tanto en sala como en cocina, donde ellos realizan un aprendizaje desde la experiencia, y por otro lado vienen a estudiantes de diferentes departamentos a hacer su pasantía curricular obligatoria, que son 90 horas. Están dos semanas acá trabajando sin remuneración, porque esta pasantía es curricular, esas dos semanas tiene la experiencia para cumplir con el curso y se les otorga alojamiento y alimentación, luego vuelven a sus ciudades de origen una vez cumplida”, indicó.

Inserción

Hay estudiantes que concurren desde diferentes departamentos para tener la experiencia de trabajar en un restaurante real, en el momento de la entrevista había dos estudiantes de Paysandú, que culminaron el Bachillerato profesional en 2022.
“Yo siempre le digo a los estudiantes que cuando se egresa de UTU se tienen más posibilidades para conseguir empleo, porque es una certificación real en cuanto a que se aprende no solamente un oficio, una profesión, sino que se aprende además desde la práctica”, aseguró la directora. “Es más, en nuestro caso la mayoría de nuestros estudiantes están trabajando en diferentes restaurantes de Punta del Este, de hecho uno de los chicos de Paysandú se va a quedar trabajando acá en Punta del Este, vino simplemente a hacer la pasantía pero se va a quedar trabajando, porque lo vieron trabajar y consideraron que lo hace bien. Obviamente siempre tenemos cosas para aprender, pero está bueno eso que se vea en la comunidad que los chicos realmente salen formados”, agregó.

Exigencia

Giménez señaló que si bien siempre se informa a quien concurre que el servicio estará a cargo “de estudiantes que están haciendo sus prácticas, que están aprendiendo, también a los estudiantes se les exige que den lo mejor de sí mismos. Porque el público es exigente, por más que sepan que es un restaurante escuela, digamos, igual el público exige, y más cuando son extranjeros”. Y el restaurante tiene un muy buen movimiento de público. En el inicio de temporada “tuvimos el restaurante completo al mediodía y la mayoría son extranjeros, vienen alemanes, argentinos, paraguayos, o sea, de diferentes nacionalidades vienen a probar, muchas veces porque alguien les comentó entonces vienen, prueban, les gusta, vuelven, y quedan conformes con el servicio en general”. A pesar de sus particularidades, deben trabajar con los precios del mercado esteño, aclaró. “En acuerdo con la Intendencia, no podemos hacer competencia desleal, y en realidad lo que nosotros brindamos es calidad también, así que tenemos que tener precios acordes a lo que es Punta del Este y a lo que es el servicio que se les brinda acá en el parador”.

Temáticos

Durante los fines de semana de invierno, una vez al mes, en el parador de la escuela se realizan eventos especiales. “Como solo abrimos sábado y domingo, una vez al mes tomamos el fin de semana para hacerlo, por ejemplo, dedicado a España, homenaje a Italia, homenaje a Colombia, que es lo que hicimos el año pasado y que pensamos seguir trabajando de la misma forma, porque de esta manera también los estudiantes aprenden”, dijo. Es una forma en la que los estudiantes que hacen la pasantía todo el año aprendan de la cocina de otros países, “que si bien ellos algo vieron en los cursos, el restaurante también les sirve para que esos conocimientos sean mejores”.

La formación es integral, no se limita solamente a lo que pasa dentro de la cocina o en el servicio, también se busca fomentar el emprendedurismo. “A los chicos se les explica absolutamente todo lo que pasa en un restaurante. Las compras, por ejemplo, las hacen con los referentes, entonces sí, ellos también tienen un manejo de la parte de gestión, aparte de que es una asignatura que la tienen tanto en bachillerato como en la tecnicatura”, indicó Giménez. “La formación que reciben los estudiantes, que además son bastantes, es mucho más completa. Y en general también lo que tratamos es fomentar en los chicos, es el emprendimiento, que ellos piensen que a futuro son capaces de tener su propio emprendimiento”, agregó. Como parte de la formación también participan en eventos. “Es súper importante, porque llevan como una certificación de que participaron en eventos tan importantes, y a la hora de presentar un currículum por supuesto que suma”, destacó la directora. La experiencia en el sector gastronómico es muy importante y la directora considera que de esta escuela “salen muy bien preparados”.

Formación

El año pasado por la escuela pasaron 213 estudiantes. Todavía están en proceso las inscripciones para este año, que comenzaron en diciembre y van a continuar ahora en febrero. “Todavía nos quedan algunos cupos para bachillerato y también para la tecnicatura de Gastronomía. En 2023 recomenzamos el curso de Organización de eventos”. Pero además, durante el año lectivo, la escuela también ofrece algunas capacitaciones abiertas al público en general, a las que concurren además, por supuesto, los mismos estudiantes. “Son como cursos cortos, como Parrilla gourmet, Barista, Pastelería, Cafetería, que los estudiantes aprovechan porque es como una especialización dentro de lo que es un servicio o dentro de lo que es la cocina”, dijo. Para acceder a estas capacitaciones solo se requiere tener primaria completa. “Salvo la de Barista; para la de Barista necesitan 18 años cumplidos, porque si bien se trabaja con café, que es la base, se trabaja también con bebidas alcohólicas”. La duración varía según la capacitación: duran entre 8 y 12 semanas, 15 semanas la de Parrilla gourmet y la de Pastelería, que es dos veces a la semana, dura todo el año.

Aunque no es obligatorio siempre se anima a los estudiantes a sumarse a esas capacitaciones, “porque es una forma que los estudiantes y que los jóvenes sigan estudiando y sigan capacitándose. Cuantas más herramientas se lleven de UTU, mejor”, dijo Giménez. Depende de que tengan tiempo para cumplir con todo, “porque eso es fundamental: que hagan el curso que les corresponda, ya sea bachillerato, ya sea tecnicatura, que aprovechen las capacitaciones. Y después tenemos egresados que están en el departamento o personas que simplemente les interesa por ejemplo la Parrilla gourmet y vienen y hacen una capacitación”.

Al tanto

La escuela, tanto como el parador, requieren estar muy al tanto de las tendencias, “y tenemos que formar a los chicos en esto específico”. En este sentido la directora señaló que está teniendo mucho auge la capacitación de Barista, “tuvimos un amplio público para esa capacitación”. → Leer más

Quinto Día

Sobrevivió a la pandemia y vive feliz sus 106 años

Por Mercedes Notaro-Francesco

La noche de reyes, en el espectáculo de danzas de Verónica Samurio, en el marco de la Fiesta de la Prensa, llegó a Casa de Cultura una señora mayor apoyada en bastón caminando rápido junto a Liliana Innella. Sorprendida me acerqué para preguntar si era su mamá, Diva Cora de Innella, a quien yo había acompañado en su gran fiesta de 100, donde ella elaboró el cotillón cosiendo a máquina todos los creativos sombreros.
Y es la misma señora Diva, ahora con 106 años, pero como antes, coqueta, muy vivaz actualizada con una vida plena que la mantiene alerta a los sucesos de nuestra ciudad, el país y el mundo pasando horas de TV atendiendo programas informativos. La pone muy mal ver los accidentes en calles y rutas y el avance de la droga.

Doña Diva tiene una excelente salud con sus 106 años como consecuencia de no dejarse estar físicamente haciendo varios minutos de bicicleta fija todos los días, llegando a ella con pasos largos y andador, trepa y da pedal. Camina cuatro cuadras por día y sigue una dieta saludable con desayuno de yogurt con frutas o café con leche con tostadas y mermelada, almuerzo liviano de tartas de verduras, ensaladas, pollo, milanesas al horno, banana o arroz con leche, de postre. No le gustan ni el pescado ni los mariscos. Le gustan mucho los licuados de frutas, los helados y las cosas dulces. Es muy noctámbula porque le gusta ver televisión hasta la medianoche, sobre todo películas policiales.
Con muchos almanaques sobre su espalda, es dueña de un carácter positivo y alegre. Hace poco fue operada de cataratas y lee el diario EL TELEGRAFO todos los días y luego hace sus palabras cruzadas.

Los protocolos durante la pandemia la afectaron mucho al no ser visitada por sus hijos, nietos y bisnietos que la rodean siempre. “Por el bien de todos, evitamos romper la burbuja, gracias a Dios, ya se ha superado, pero yo igual me cuido mucho”, apuntó.
“De mañana tengo la compañía de Marlene con quien me llevo muy bien y de tarde estoy acompañada por Rosa, consuegra de mi hija, que también me trata con cariño, igual que mi hija Liliana y su esposo Sergio. Ellos nos invitaron, junto con hijos, nietos, bisnietos y la madre de Tefi, la esposa de mi nieto Manuel, a esperar el fin de año embarcados en un Crucero de 8 días en viaje a Río de Janeiro que disfruté muchísimo, tanto del ambiente festivo, el teatro, las comidas, las salidas a cubierta a ver el mar y los fuegos artificiales en Copacabana. Éramos catorce. Bajé en Buenos Aires en silla de ruedas recorriendo la zona de Puerto Madero. En Río de Janeiro hicimos un tour recorriendo el sambódromo, el Maracaná, la Catedral y la escalera de Selaron, con azulejos coloridos pintados a mano. Algunos del grupo bajaron a las playas y recorrida por otros lugares, pero yo quedé en el barco. Es un magnífico regalo de fin de año con toda la familia”, contó.

Su historia personal

Diva es la menor de 10 hermanos, 2 varones y 8 mujeres. Hijos de Federico Cora y Angela Ferro. De ellos solo 3 se casaron y sólo dos tuvieron hijos.
Vivió su infancia en el Hotel Central, en el actual Salón parroquial de nuestra Basílica, alquilado por su padre en 1910 donde en el primer piso hacía consultas médicas el Dr. Alberto Langón, guardando Diva como recuerdo piezas de porcelana de Bavaria y cubiertos de alpaca con membrete del Hotel.
Su habitación en el segundo piso miraba a la plaza Constitución y se recreaba con el famoso “paseo del perro: las damas caminaban hacia la izquierda y los varones a la derecha, recibiendo piropos el encontrarse. Allí conoció Diva a su esposo, Ricardo Innella con quién celebró sus 43 años de matrimonio, formando su hogar con dos hijos, Ricardo y Liliana, que les dieron 4 nietos y 8 bisnietos. Falleciendo su esposo en 1988, fue a vivir con su hija Liliana desde esa fecha. Muy prudente y educada, sabe ocupar su lugar sin molestar al matrimonio que la cuida y respeta mucho.
De niña le gustaba cruzar a la plaza y jugar con los altos chorros de aguas danzantes de diferentes colores que subían y bajaban al son de la música. Desde su balcón también veía la puesta del sol porque los plátanos de la plaza eran muy pequeños aún. Solo queda el recuerdo de aquel maravilloso lugar visitado por gente de campo y turistas como gran novedad. Su ausencia aún se siente, al igual que las retretas de la orquesta municipal dirigida por el maestro Eric Simons, poseedor de un “oído total”.

Cruzaba la plaza en diagonal para ir al Instituto Normal a estudiar Magisterio. Al recibirse fue a trabajar a la escuela de Guichón, a la que viajaba en tren de carga en el vagón de los troperos. Después a la Escuela de Lorenzo Geyres, con su pequeño “Yayo”, y finalmente a la Escuela No. 42, de donde se jubiló.
Fue seleccionada para un libro llamado “Uruguayos centenarios”. Diva no ha perdido la lectura clara y precisa de su profesión, siendo un placer escucharla, con voz segura y sin titubear. No usa audífono, lentes sólo para leer, bastón y/o andador por seguridad. Si, son 106 años muy bien vividos. → Leer más

Quinto Día

Entre Cuba y Uruguay, caminos llenos de música

Por Eduardo Lemes
Fotos: Milton Cabrera/ Gentileza

Desde La Perla del Norte

Nació en 1985 en Cárdenas, “ciudad a la que llaman La Perla del Norte”, en la provincia de Matanzas. “Es una ciudad muy especial, que no solamente es lindera con el mar, sino que tiene una zona de muchas ciénagas. Hay muchos cangrejos, y entonces le llaman también la ciudad de los cangrejos. O la ciudad de los coches, por esos coches tradicionales, tirados por caballos, que tienen esa capucha atrás, por así decirlo, y son parte del transporte del cardenense promedio”. Es además “una ciudad muy ecléctica. Si bien tiene una parte muy antigua, del siglo pasado, arriba de esta misma parte antigua se ha generado una nueva ciudad, con una nueva mirada con respecto a lo que es la construcción. Y bueno: el cardenense desde hace añares protesta por todo. Más allá de que el cubano siempre es reaccionario, el cardenense protesta por cualquier cosa. Ve una calle sucia, y protesta, ve cualquier cosa y protesta”. Pero Cárdenas, dice, “tiene esa magia de ser y de crear”, con espacios como “El Patio de los Cangrejos”, “un lugar artístico muy interesante, muy lindo”.

Graduado en la Escuela de Instructores de Arte (EIA) de Matanzas, en su país trabajó como docente. Luego pasó a tocar en Mestizaje, una agrupación de latin jazz, dirigida por Miguel Ángel Rodríguez Zulueta, “Miguelón”, e integrada por músicos de primera línea, de Cárdenas, “con una mirada muy interesante con respecto al arte”. Allí comenzó a desarrollar todo lo que venía aprendiendo en el bajo desde hacía 6 años con otro maestro, Luis Gustavo Martel, “Gustavito”.
Unos años después abandonó aquella banda para irse a trabajar a Varadero, “un pueblo turístico con una península muy linda, con playas increíbles”. Allí tocó con diferentes bandas de música tradicional cubana, y luego formó parte de Rice and Beans (Arroz con frijoles, en español), “una orquesta de rock and roll, donde me seguí desarrollando. Y adquirí mis papeles como músico profesional dentro de la empresa nacional de la música matancera”.
Con Rice and Beans tocó en diferentes festivales, “con giras por todo el país, y obviamente dentro de Varadero, haciendo covers, trabajando con todo lo que es la música para el turismo. Estuve con ellos hasta que me vine a Uruguay, con mi señora”.

Loco de amor

Al narrar las circunstancias que lo trajeron a Uruguay, dice que se vino “por el amor. O por la locura. Ya no sé por cuál de las dos”. Después de 3 años de relación con quien es hoy su esposa —la sanducera Micaela Innamorato, quien se encontraba en Cuba estudiando medicina—, se le dio la posibilidad de viajar a Uruguay a conocer a la familia de ella y al país. “Ya había conocido el mate, la música, la cultura uruguaya. Y dije ‘bueno, ta, vamos a conocer ese hermoso país’”. Quiso el destino que el mismo mes que tomaron la decisión de viajar, Lucas recibió “la propuesta que todo músico cubano más ansía en la faz de la Tierra: un contrato en el extranjero, con una agrupación musical en la cual te vas a desarrollar tocando fuera del país, durante tres años”. Confiesa que elegir entre las dos opciones fue una de las decisiones más difíciles de su vida. “O seguía mi sueño como músico, desarrollándome, visionando mi carrera artística, o seguía el amor y la locura que tenía con Micaela. Y bueno, acá estamos. Seguimos haciendo música, seguimos generando, seguimos creando”.

Al llegar a Uruguay se instalaron en Bella Unión. “Fue donde primero mi esposa tuvo trabajo, y dije ‘bueno, vamos a donde sea’. Yo no conocía nada”. Durante 6 meses, en una situación que recuerda como “bastante dura”, no pudo conseguir trabajo. “Pero —repito—, como el amor nos guiaba, no importaba lo que comiéramos, o como fuera todo. ¡Va pa’ lante el carro! Teníamos en ese entonces una motito, y nos montábamos con todas las cosas y nos íbamos a sentar en la orilla del río —con unos mates, obviamente—, allá en Los Pinos, un lugar espectacular de Bella Unión. Y era como que todo se diluía. El río, como dice Aníbal Sampayo, ayudaba a llevar la historia”.

De un país a otro

El cambio de un país a otro “fue bastante fuerte”. Donde más notó la diferencia fue en el baile. “En Cuba, con mi esposa, nos íbamos de baile. Siempre íbamos a una discoteca y bailábamos canciones de salsa, a la manera de nosotros. Y acá bueno… es diferente la música, la forma del bailador, por así decirlo… Muy diferente”. Le ha pasado, sin embargo, que algunas de las amistades que ha hecho en distintos puntos del país lo han llamado para avisarle que en alguna radio uruguaya están pasando música cubana bailable. “Y ahí nos conectamos. La Charanga Habanera, David Calzado, Los Van Van… Fa, que bien: salsa y timba, a través de las radios. ¡Qué genial!”, celebra, al recordar el momento.

“Resulta que sí, me costó mucho trabajo adaptarme a lo que es el ambiente y aprender las costumbres de Uruguay”, continúa. “Yo realmente venía con una mirada un poco más desenfadada, en cuanto al trato, al mismo ser y estar, por cómo somos los cubanos. Acá es como que las personas son un poquito más recatadas”. Al tiempo de llegar, el padre de su novia le explicó lo que significa en esta parte del mundo la frase “pagar derecho de piso. Fui cayendo, y aprendiendo una realidad que hoy ya la tengo mucho más incorporada. Después de 7 años, de a poquito, he aprendido a funcionar como uruguayo, sin perder esta parte cubana que me identifica”.

De sus primeros tiempos en Uruguay recuerda una anécdota. “El frío, ese primer año, me atacó mal. En Cuba el clima es muy diferente. Yo no sabía lo que era el frío. Resulta que llegamos a casa de unas amistades, y tenían una estufa. ¿Y qué hizo el cubano? Irse al lado del fuego. Luego de un rato, cuando ya estaba calentito, agarré un palito, y empecé a andar con el palito en el fuego”. Recuerda que en un momento se produjo una llamarada, y escuchó una voz que lo reprendió diciendo: ¡No se toca el fuego de un uruguayo! Fue un momento de mucha tensión, que se disipó al ver las risas divertidas que todos quienes se hallaban en el lugar. “Ahí aprendí que no se toca ni el asado, ni el mate… no se toca nada. Usted disfruta, pero no se toca. Cosas del uruguayo, que he aprendido. Todos se reían, pero el susto, no sabes lo que fue. Pero estuvo genial, porque ayudó a descontracturar todo”.

Música y poesía, de Bella Unión a Paysandú

En Bella Unión, después de aquellos meses sin trabajo, encontró a quienes lo ayudaron “a poder entender la música uruguaya. Y cómo poder mezclarla y vincularla con la musicalidad que yo traía de Cuba”. Primero surgió un proyecto compartido “con varios músicos de varias agrupaciones de Bella Unión: Juan Manuel Silva, J.J. Sorofani, Anderson Maciel, muchachos de 16, 17 años, con quienes pudimos tomar canciones y arreglos musicales que traía yo de Cuba, y otras canciones uruguayas, para descontracturarlas y hacerlas a la manera rocanrol que nosotros queríamos”. Luego sumaron al proyecto a Martín D’alto, “un promotor cultural, artista y escritor, que nos empezó a dar una mano”.

De aquella experiencia surgió una banda, Desenlace, “que tuvo una implicancia muy interesante. Fueron los primeros muchachos de Bella Unión que hicieron un concierto en la sala Zitarrosa, en Montevideo. Pudimos generar esto, y que el MEC nos incluyera en la agenda cultural. Fue interesante, para gurises que solo tocaban para reunirse, generar un concierto así”. Algunos de ellos luego continuaron estudiando música y desarrollando una carrera, “y tienen una mirada musical diferente, después de aquella experiencia”.

El siguiente proyecto del cual participó en Bella Unión fue Ocupas, un trío de poesía performática que formó junto a Martín D’alto y el guitarrista Facundo Iribarren. “Como su nombre lo dice, el grupo ocupa canciones, o algunas ideas de canciones, y las vuelca en la poesía de Martín. Que es una poesía muy interesante, muy contestataria, muy de Bella Unión, una poesía que lo identifica, y que identifica a esa mirada que él tiene sobre la sociedad y sobre lo que va pasando”.

Ocupas ha ofrecido conciertos dentro y fuera del país. “Hemos ido a Argentina, a Brasil…
“En 2017 estuvimos en Montevideo, en el Mundial Poético, donde tuvimos la posibilidad de compartir con poetas de Alemania y otros países”. El trío continúa en actividad, integrado actualmente por Lucas, Dalto y Ralf Mill, percusionista sanducero que sorprendió gratamente a Lucas por su profundo conocimiento de la música cubana. A fines de 2022 culminaron la grabación de su primer disco, Tentadero. Grabado en forma independiente en Paysandú por Bernardo Ilamas, se basa mayormente en ritmos latinoamericanos y afrocubanos. Contiene además un candombe, del cual participó como invitado el guitarrista Caco Pauletti, “con la impresionante destreza de su ejecución”.

Mestizo Encanto

Otra formación musical que comparten Lucas y Ralf Mill es Mestizo Encanto, trío que tiene como cantante y guitarrista al bellaunionense Sebastián Gómez Barboza, actualmente radicado en Paysandú. “Él se mudó a Paysandú por la insistencia y la influencia de este cubano, que le dijo: ¡venite pa Paysandú! Y por trabajo también, obviamente”, dice Lucas. “Con él formamos un grupo en Bella Unión y tocábamos allá, con una mirada muy profesional y una economía resultante de ese trabajo. Luego él se fue a Salto, a estudiar profesorado de biología y a trabajar, y nos separamos. Hace unos años empezó a trabajar acá en Paysandú, nos empezamos a comunicar, y empezamos a ensayar”.

Retomaron los temas de aquella primera época en Bella Unión, compuestos por Gómez Barboza, y sumaron algunos covers, “ya desde una mirada un poquito más profesional, para lo que son pubs, festivales, presentaciones personales de la banda”. A la hora de elegir un nombre al grupo, manejaron más de 100, asegura. “Nos pareció interesante que está Seba, un uruguayo de la frontera; Ralf, sanducero con ascendientes alemanes; y yo, cubano. Lo que estaba pasando era un mestizaje. Y quedó Mestizo Encanto”.

Memorias del agua

Desde el año pasado también integra un grupo de música popular latinoamericana, “Memorias del Agua”, junto a Hugo Rodríguez (piano, guitarra, voz) y Giovanna Brum (voz, guitarra, accesorios). “Al maestro Hugo tuve el placer de conocerlo a principios de 2022. Y realmente me ha mostrado cómo funciona la música litoraleña.
He aprendido cómo se manejan las líneas melódicas de bajo dentro de estos géneros, donde las notas no son tan vivas, tan picadas, sino que es algo más llevadero, un poco más abierto, acompañando todo lo que se va diciendo y el sentimiento de cada canción”, dice. Recuerda que muchas veces, al estar tocando una chamarrita o una milonga, escuchaba a Rodríguez diciéndole: “Así no cubano, así no cubano”. Hasta que un día, al tocar un ritmo cubano, era él quién le decía: “Así no, Hugo”. “Y me dice ‘Ah, bueno’… Hacemos canción latinoamericana, con temas de Aníbal Sampayo, Zitarrosa, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, entre otros. Incluso tenemos dos candombes”.

Destaca el potencial como cantante de Giovanna Brum, “que tiene un vozarrón impresionante. Me consta que viene de la mirada musical de la murga, y se ha mimetizado con el grupo de manera increíble. Y el compromiso que tiene con el proyecto es muy interesante”.

En las aulas

En Uruguay, ha vuelto a cursar los estudios para ser docente de Música. “Tenía la posibilidad, y bueno, ajusté los horarios de los trabajos, y volví a hacer la carrera. El año que viene me gradúo en el Instituto de Formación Docente, en la carrera de Educación Sonora Musical”.
Desde que llegó a Paysandú, también se ha desempeñado como profesor de bajo en la Academia Musical Rubiolo. “He dado algunas clases particulares, pero me gusta más manejarme con la academia. Me gusta mucho el sistema que tiene, las instalaciones, como se desarrolla todo”. Para 2023 prepara un curso especial para todos aquellos músicos que quieran conocer de primera mano cómo se tocan en el bajo los ritmos cubanos. En enero de 2022, en la sala 1º de Julio de EL TELEGRAFO, ya había ofrecido una clínica sobre este tema, en el marco de la Fiesta de la Prensa.

A todo esto se suma el trabajo que ha llevado adelante como docente en el Colegio Máster y en el Jardín Creciendo, del Colegio del Rosario, “con talleres de música, en los que busco llevar al niño una propuesta diferente, y que ellos puedan expresarse a través de la música”. Tiene en desarrollo un proyecto educativo llamado La comarca de la diversión, en el que utiliza títeres, y que ha comprobado despierta un gran interés en sus pequeños alumnos. En Cuba, en Uruguay, en todas partes, la música sigue, está siempre presente, y para ella no existen fronteras. → Leer más