Opinión

Los desafíos de Europa

Según el académico argentino Juan Gabriel Tokatlian, “En la política mundial en general y en las relaciones económicas internacionales en particular, la integración regional es concebida como un fenómeno promisorio y productivo. La integración entre países apunta simultáneamente al desarrollo, a la autonomía y a la identidad. Eso significa que la integración no es apenas una propuesta comercial, sino básicamente un designio estratégico. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la primera década del Siglo XXI, el modelo europeo –primero la Comunidad Económica Europea y después la Unión Europea (UE)– fue el ejemplo emblemático de integración que se pensaba debía ser emulado urbi et orbi”.
Sin embargo, el transcurso del tiempo y los cambios dramáticos que ha experimentado el mundo durante los últimos años, ponen en tela de juicio la forma en que ese continente podrá enfrentar las próximas décadas. En efecto, el “Libro Blanco sobre el Futuro de Europa” publicado por la Unión Europea en el año 2017 contiene algunos datos inquietantes que constituyen un llamado de atención no sólo para los europeos sino también para aquellos países que, como Uruguay, mantienen fuertes lazos culturales, económicos y comerciales con ese continente: “La posición de Europa en el mundo se está debilitando, a medida que crecen otras partes del mundo. En 1900, Europa representaba alrededor del 25% de la población mundial. En 2060, representará menos del 5%, entonces, ningún Estado miembro tendrá más del 1% de la población mundial (…) El poder económico de Europa también se espera que disminuya en términos relativos, pasando a representar mucho menos del 20% del Producto Bruto Interno (PBI) mundial en 2030, frente a aproximadamente el 22% actual. El rápido aumento de la influencia de las economías emergentes acentúa la necesidad de que Europa hable con una sola voz y actúe con el peso colectivo de sus componentes individuales. (…) Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, existe un riesgo real de que la actual generación de jóvenes adultos acabe teniendo unas condiciones de vida peores que las de sus padres. (…) Europa está envejeciendo rápidamente, y la esperanza de vida está alcanzando niveles sin precedentes. Europa será la región ‘más vieja’ del mundo en 2030, con una media de edad de 45 años. Las nuevas estructuras familiares, los cambios demográficos, la urbanización y la mayor diversidad de las vidas laborales están afectando a la forma en que se construye la cohesión social. En el transcurso de una generación, el trabajador europeo medio ha pasado de tener un empleo para toda la vida a tener más de diez a lo largo de su carrera profesional. Hay más mujeres trabajando que nunca, pero para lograr una verdadera igualdad de género, habrá que eliminar las barreras que aún persisten. En un momento en el que la población en edad de trabajar está disminuyendo en Europa, hay que aprovechar todo el potencial de su talento”.
Adicionalmente, el proceso integracionista europeo enfrenta hoy uno de los mayores desafíos desde su inicio: la salida del Reino Unido y en especial cómo eso afectará la vida de millones de europeos y las intensas relaciones políticas comerciales y geopolíticas de región. Sin lugar a dudas el llamado “Brexit”, cuyo plan de instrumentación fue aprobado el mes pasado por los 27 jefes de Gobierno de los Estados miembro de la Unión Europea (UE), debe pasar todavía por la tramitación parlamentaria en Londres y en la Eurocámara antes de la salida efectiva de Reino Unido, el 29 de marzo de 2019.
A pesar de que la Primera Ministra Theresa May es partidaria de que el Reino Unido se mantenga en la UE, la política británica ha sido clara al expresar que “el Brexit significa Brexit”, manifestando que el mismo deberá cumplirse contra viento y marea y de la mejor forma para los intereses de sus gobernados. A pesar de que nadie lo expresa en voz alta, existe en la UE el temor que la salida del Reino Unido pueda transformarse en un pésimo ejemplo para otros países europeos, en muchos de los cuales se escuchan voces muy críticas a la institucionalidad que ha construido ese continente luego de un largo proceso con altibajos. Parafraseando el filósofo Carlos Marx se podría firmar que en la actualidad “un fantasma recorre Europa: el nacionalismo”. No importa si se trata del intento catalán de separarse de España o del nuevo impulso que ha tomado entre los belgas las disputas entre la población flamenca (de origen holandés) y valona (de origen francés), las cuales resultan atizadas por los miembros del partido independentista flamenco NVA que cuenta actualmente con el 20,3% de los votos: el nacionalismo ha plantado bandera a las estructuras y discursos de la UE y se presenta como la opción para alcanzar utopías de cuño antidemocrático cuyas consecuencias pueden ser catastróficas.
A esto debe sumarse la crisis del Estado de Bienestar diseñado por los países europeos a partir de la Constitución Weimar de 1919 la cual, siguiendo el ejemplo de la Constitución de México de 1917 fue uno de los pilares del llamado “constitucionalismo social” que reconoció diversos derechos a los trabajadores alemanes. Uno de los casos paradójicos de esas conquistas sociales está constituido por la reforma de los sistemas previsionales de muchos países, los cuales han elevado la edad mínima de jubilación a 67 años. El retroceso de la actividad industrial frente al crecimiento de China y las tensiones sociales, políticas, económicas y religiosas potencian la percepción de que Europa se encuentra en una encrucijada de indudable complejidad y trascendencia.
Es importante tener en cuenta que varios países europeos vivirán durante el año 2019 importantes instancias electorales que se traducirán en la renovación de altos cargos en un escenario de fragmentación política por el crecimiento de diversos partidos de extrema derecha. Como si fuera poco a todo esto se suma, en palabras del español Bernardo de Miguel, “Un Parlamento Europeo donde un tercio de los escaños podría prestarse a ser el caballo de Troya del antieuropeísmo. Un Consejo Europeo donde casi la mitad de los países tienen un Gobierno minoritario. Una Comisión Europea maniatada durante el primer trimestre por las elecciones al Parlamento Europeo (26 de mayo). Y unos presupuestos comunitarios previsiblemente empantanados y sin visos de ser rematados a tiempo”. Las recientes revueltas de los “chalecos amarillos” en Francia, la anunciada renuncia del Primer Ministro de Bélgica Charles Michel, el retiro político de la Canciller alemana Angela Merkel, el crecimiento del partido político español Vox y del Frente Nacional de la francesa Marine Le Pen o la debilidad política de la Primera Ministra del Reino Unido, Theresa May, agregan mayor incertidumbre y preocupación a un panorama sin dudas complicado.
El escritor y filósofo francés Bernard-Henri Lévy sostuvo en cierta ocasión que “Europa no es un lugar, sino una idea”. Queda claro que los europeos tienen por delante enormes desafíos para lograr que esa idea permanezca vigente y pueda ser eficazmente llevada a la práctica como forma de contribuir a la construcción de mayor bienestar y justicia no solo para Europa, sino también para toda la comunidad internacional. → Leer más

Opinión

Muy pocas todavía

La programación informática es un campo en el que predominan los hombres y aunque muchas empresas plantean su interés en contratar mujeres, en el mercado laboral hay pocas. No es un fenómeno que ocurra solamente en Uruguay sino en otros países de la región como Argentina y Brasil y también en Estados Unidos y países de Europa.
Mujeres como Ada Lovelace (nacida en 1815 y célebre sobre todo por su trabajo acerca de la calculadora de uso general de Charles Babbage, denominada máquina analítica, en cuyas notas se encuentra lo que se reconoce hoy como el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina), Margaret Hamilton (directora de ingeniería de software del proyecto que escribió el código de la Guía de Apollo Computer, el primer computador portátil, que fue desarrollado en el Laboratorio de Instrumentación del MIT para la misión Apolo 11 y permitió el primer alunizaje) o las mujeres de la ENIAC (un grupo de seis mujeres jóvenes que desarrollaron el primer ordenador programable totalmente electrónico como parte del programa militar de la Segunda Guerra Mundial del ejército de Estados Unidos, las cuales obviamente no tuvieron ningún reconocimiento en su tiempo) entre otras siempre escasas, fueron pioneras en el trabajo en tecnologías. No obstante, desde aquellos días éste sigue siendo un campo de claro predominio masculino.
En Estados Unidos el 73% de los trabajadores del rubro son hombres. Según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa en España (2017), de los analistas y diseñadores de software y multimedia trabajando, sólo un 22,56% son mujeres. Los especialistas en bases de datos y redes informáticas solo cuentan con un 18,18% de mujeres en actividad, y solo hay un 13% de mujeres programadoras informáticas.
Una mirada a la región muestra que en Argentina entre 2010 y 2015 se registraron 102.800 nuevas inscripciones en carreras relacionadas con programación. De este total el 16,02% corresponden a ingresos de mujeres y 83,98% a varones, según datos del Ministerio de Educación del vecino país.
La conclusión es clara: en todo el mundo las mujeres están infrarrepresentadas en las carreras de tecnologías de información y comunicación y, según el informe Cracking the Code publicado por Unesco, alcanzan apenas al 3% de los graduados del mundo.
El referido informe coincide en sus conclusiones con muchos estudios sobre aprendizaje y cerebro que indica que no se observan diferencias en el mecanismo neurológico por sexo para el aprendizaje tecnológico y en principio tanto niños como niñas tienen similar interés por estos temas, aunque ellas parecen perderlo en la adolescencia, lo que impacta directamente en la elección de carreras o formaciones profesionales.
En Uruguay, las adolescentes y jóvenes mayoritariamente no estudian ni trabajan en tecnología y solo un 22% de los que ingresantes a estudiar carreras de tecnológicas son mujeres. La información aportada por la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI) se puede comprobar en los centros de estudio donde los estudiantes de estas carreras son predominantemente varones y lo mismo pasa si recorremos los departamentos de tecnología de las empresas.
Resulta llamativo que esto ocurra en un país en el que hace al menos 15 años el sector de las TIC no ha dejado de crecer, siendo además un sector con cero desempleo y en el que las empresas tienen dificultades para conseguir personal capacitado. Aun cuando las chicas utilizan ordenadores e Internet tanto como los varones, la probabilidad de que aquéllas consideren la posibilidad de estudiar una carrera relacionada con la tecnología es cinco veces menor.
Desde hace ya algunos años la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) ha dispuesto la celebración en el mes de abril del Día Internacional de las Niñas en las TIC, que representa un llamado a los ministerios de comunicación, educación, los organismos reguladores nacionales, las empresas del sector privado, instituciones docentes y oenegés a organizar eventos locales o dirigidos a las adolescentes y las estudiantes universitarias a fin de que conozcan las oportunidades que ofrece el sector de las TIC para su futuro pero no se habían desarrollado estrategias formales de más largo alcance para incorporar mujeres.
Ahora “Jóvenes a Programar”, un plan de formación en programación y testing cuyo objetivo es brindar una preparación de nueve meses para poder insertarse laboralmente en empresas de tecnologías de la información, estará dirigido exclusivamente a mujeres de entre 18 y 30 años que tengan el ciclo básico de educación media aprobado, disponiendo para ello de 500 plazas.
El programa, impulsado desde el Plan Ceibal –con el apoyo de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI), BID Lab, el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) y las principales empresas del sector– está apostando a campaña digital y charlas informativas en Montevideo e Interior para captar a las jóvenes, dado que en ediciones anteriores apenas se llegaba al 30% de mujeres inscriptas y ahora se pretende “acortar la brecha” de género.
Los cursos se pueden hacer en todo el país: en Montevideo tienen una carga semanal de diez horas, de las que cinco son cursos que se dictan en escuelas técnicas o liceos a través de videoconferencia.
En el Interior tienen encuentros quincenales de cuatro horas, y el resto lo pueden hacer por conexión remota.
“Es difícil que rompan esa barrera de pensar que la tecnología es sólo para personas de la NASA, esto lo que requiere es práctica”, dijo la directora del programa, Carina Bálsamo, quien destacó que la propuesta apunta a insertar a las jóvenes en una industria “con alta demanda de recursos calificados, una industria dinámica, con cambio continuo y que está en crecimiento”.
También en Uruguay la economía está en transformación y se vuelve cada vez más automatizada, lo que traerá la desaparición de empleos de escasa cualificación –en los que muchas veces las mujeres se encuentran ampliamente representadas– que pueden ser realizados por una máquina.
Paralelamente, las empresas tecnológicas no tienen suficiente personal para cubrir sus vacantes y el sector está comenzando a reclamar diversidad para generar un producto que va dirigido precisamente a una sociedad diversa.
Para que esas dos realidades se encuentren con efecto positivo se requieren más mujeres formadas en especializaciones y carreras tecnológicas y para que esto ocurra habrá que hacer frente a algunos aspectos culturales, estereotipos o falta de información. → Leer más