Edadismo y reforma

Uruguay es un país envejecido, de los más envejecidos en América Latina y el Caribe y debido a ello afronta desafíos en varios frentes, pero especialmente en el sistema de salud y la seguridad social, que por estos días está proyectando una debatida reforma con la que se pretende dar respuesta a este problema.
Según los datos oficiales, en las últimas décadas la expectativa de vida se incrementó diez años. Esto implica un sobreenvejecimiento de la población. Aumentó la cantidad de octogenarios y la de personas con más de 100 años se estima que pasó de unos 500 en 2004, a más de 1.300. Las perspectivas indican que para el 2050 el 22% de la población serán personas mayores y superarán a los menores de 15 años. Con estos datos sobre la mesa los programas de Actividad Física y Salud y Adulto Mayor del Ministerio de Salud Pública están impulsando una campaña con el objetivo de “concientizar respecto de la discriminación por edad instalada en la sociedad –conocida con el término ‘edadismo’– a efectos de concientizar y visibilizar el valor de las personas mayores en la sociedad y resaltar el valor social agregado de las relaciones intergeneracionales, además del impulso de distintas estrategias que vinculan el ejercicio físico, los hábitos de vida saludables y el envejecimiento activo”.

El término viene de los años ‘60, lo creó en Estados Unidos el gerontólogo estadounidense Robert Butler, que lo definió en función de los parámetros del estereotipo, el prejuicio y la discriminación: “el estereotipo es la idea preconcebida y sesgada que se le asigna a una persona o un grupo étnico o social; el prejuicio se relaciona con cómo nos sentimos respecto de la persona o el grupo que encarna la condición, y la discriminación se trata de cómo actuamos frente a las personas en función de su edad, raza o género”.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el edadismo es la forma de discriminación más común, universal y banalizada que carece de normativa sancionante. La mitad de las personas tiene comportamientos edadistas hacia las personas mayores.
Pero por supuesto que esto no viene solo. Expertos en el tema consideran que la concepción edadista “se inicia en la infancia y se refuerza con el tiempo en el sistema educativo, en los medios de comunicación y en los ámbitos laborales y académicos” y puede manifestarse de múltiples maneras, desde el lenguaje despectivo y peyorativo, hasta vulneración de derechos. Este tipo de discriminación impacta de varias maneras, ya que se genera una autopercepción de minusvalía, hay un aumento de la sensación de soledad y se produce un aislamiento social de las personas mayores, a la vez que aumenta el riesgo de padecer situaciones de violencia y abuso. Por eso resulta tan importante esta campaña, la primera en su tipo, que busca combatir este tipo de discriminación a través del llamado envejecimiento activo, un concepto generado desde la OMS que “permite a las personas desarrollar su potencial de bienestar físico, social y mental a lo largo de todo su ciclo vital y participar en la sociedad de acuerdo a sus necesidades, deseos y capacidades mientras se les proporciona protección, seguridad y cuidados”.
Desde esta campaña el MSP busca poner en agenda el concepto de edadismo para promover la reflexión sobre este tipo de discriminación y los prejuicios y creencias asociados para, a partir de allí, desarrollar estrategias para cambiar hacia una perspectiva positiva sobre el rol que ocupan las personas mayores y el valor que aportan a la sociedad.

Pero el enfoque de la OMS va bastante más allá, porque en un artículo publicado en su página oficial titulado “El edadismo es un problema mundial” da cuenta sobre cómo la respuesta a la COVID-19 evidenció comportamientos edadistas a la hora de determinar quiénes accedían de forma prioritaria a la atención médica, en épocas de escasez de recursos.
“En el discurso público y en las redes sociales se han estereotipado a las personas mayores y a los jóvenes (sí, la discriminación hacia los jóvenes también es edadismo). En algunos contextos, la edad se ha utilizado como único criterio en el acceso a la atención médica y a terapias que salvan vidas y en el ordenamiento de confinamientos. (…) En una revisión sistemática de 2020 se concluía que en el 85% de los 149 estudios revisados, la edad determinaba quién recibía determinados procedimientos o tratamientos médicos”, plantea.
Pero también señala la OMS otro impacto significativo de este tipo de discriminación, y es que “las personas adultas más mayores y más jóvenes se ven a menudo desfavorecidas en el lugar de trabajo, y el acceso a una educación y formación especializada se reduce significativamente con la edad”.
Se calcula que 6,3 millones de casos de depresión en todo el mundo son atribuibles al edadismo y que el problema se combina –y se potencia– con otras formas de prejuicios, como los relacionados con el género, la raza y la discapacidad.

El edadismo laboral debiera ser en específico un tema a trabajar en el marco del debate de una reforma que va a introducir cambios importantes al extender cinco años la edad mínima para jubilarse. Esto puede tener dos efectos, el primero y evidente es que las personas van a permanecer más años en sus puestos de trabajo, pero a la vez esto provocará que esos puestos de trabajo demoren más en volver a estar vacantes para ser ocupados por población más joven.
Según publicó el Instituto Nacional de Estadística (INE), en su informe de setiembre, hoy el desempleo es mucho mayor en la población juvenil que en los adultos mayores. La tasa de desempleo es de 26,4% en la franja de 14 a 24 años, mientras que en las dos últimas franjas, de 55 a 64 años y de 65 o más años, se mantiene en 3,7%, extremadamente bajo en relación al promedio, pero bajan las tasas de actividad y empleo por efecto de las jubilaciones. El doble desafío será el de generar más empleo para esos jóvenes y el de valorizar efectivamente a las personas mayores dentro de las estructuras para sigan teniendo protagonismo y se mantengan actualizados en un mundo que cambia permanentemente.