El anunciante argentino y el doble discurso

Días pasados, un anuncio en nuestras páginas y que fuera divulgado a través de nuestras redes sociales tuvo un impacto inusitado, potenciado por cientos de comentarios y reacciones de los lectores en la publicación en Facebook e Instagram, principalmente.
Por este motivo el anuncio alcanzó en pocas horas decenas de miles de vistas, un alcance inesperado incluso para el anunciante, que se vio sorprendido por la respuesta de su publicidad.
¿Cuál fue la causa de tantas reacciones? Pues que el comercio que publicitaba en nuestras páginas está en Colón.
Esto ciertamente causó malestar en muchos comerciantes locales, sorpresa en algunos lectores que conocen la prédica del EL TELEGRAFO respecto a las políticas de frontera que se llevan a cabo y una gran satisfacción por parte de la gran mayoría de nuestros lectores –y otro tanto que no lo son, pero vieron las publicaciones–, al descubrir a través del anuncio que muchos productos que acostumbraban a comprar en comercios próximos al puente, estaban mucho más en cuenta en este supermercado del centro colonense.
Desde hace más de un año, desde estas páginas hemos insistido en que la diferencia cambiaria con Argentina es tan grande que llevaría a que los sanduceros se volcaran en masa a comprar en la vecina orilla y que, de no implementarse una medida restrictiva en el puente para evitar el trasiego de mercadería, Paysandú se vería fuertemente afectada. Y el tiempo nos dio la razón.
No así el sistema político, ni el Centro Comercial e Industrial de Paysandú, que por diversas razones entendieron que había que aplicar otras medidas compensatorias, pero no prohibir completamente el ingreso de mercadería a quienes van a comprar a Colón.
Al respecto, en nota editorial publicada el pasado 31 de julio, titulada “Integración sí, desintegración, no”, consignábamos: “La sangría es abundante e imparable, de la misma forma que son imparables las consecuencias, que incluyen envíos a seguro de paro, despidos o crecimiento de la informalidad empresarial. Inexorablemente Paysandú camina a paso largo a una larga noche de crisis, porque mientras el dinero en efectivo se gasta en la vecina orilla, de este lado crecen las deudas en tarjetas de crédito, la libreta del almacén donde se compra lo que no se trae del otro lado, los préstamos contraídos para pagar el día a día, entre un largo etcétera. (…) ¿Cómo es posible que ante esta situación el gobierno nacional no tome cartas en el asunto? Existen dos caminos bien claros: o se vuelve al ‘cero kilo’ de la era Mujica (…) con excelentes resultados, o se destinan cuantiosos fondos públicos para tratar de conservar los puestos de trabajo que aún existen y recuperar los que se han perdido. Esta última opción parece menos efectiva”.
En otra nota de opinión titulada “La distorsión argentina que nos condiciona”, el 21 de agosto, advertíamos que “la crisis en Paysandú derivada del libre trasiego de mercaderías sin dudas tendrá además duras consecuencias políticas para el actual gobierno, tanto local como nacional, porque cuando la plata se termine, las empresas hayan cerrado y se haya perdido la fuente laboral, nadie va a reconocer que a diferencia del gobierno de Mujica –que en su momento impuso el “cero kilo” a rajatabla–, el Partido Nacional fue tan ‘bueno’ que permitió esta sangría hasta desahuciar al comercio y la micro empresa sanducera”.
También publicamos notas advirtiendo la noche que se aproximaba. El 23 de agosto el título destacado fue “Vamos a perder entre 5.000 y 7.000 puestos de trabajo de acá a fin de año”.
En todos los casos –y en varias notas más–, los comentarios en las redes fueron muy críticos contra EL TELEGRAFO; ni siquiera los comerciantes afectados parecían respaldar nuestra posición y, en el caso de las notas informativas –por ejemplo cuando presentamos datos de tránsito mensual en el puente General Artigas–, se nos criticó duramente por “querer cerrar el puente”.
La realidad es que hay consenso en el sistema político, en consonancia con el Centro Comercial de Paysandú en que permitir el trasiego de una cantidad limitada de mercadería cada 15 días –en este caso, 5 kilos–, no solo “está bien” sino que además ayuda a las familias sanduceras fuertemente afectadas por la crisis económica actual. El propio intendente departamental, Nicolás Olivera, lo dejó en claro en nota a EL TELEGRAFO del 23 de agosto cuando expresó que “el ‘cero kilo’ no lo veo como una solución; no lo digo yo, en realidad es lo que piensa el propio Centro Comercial en tantas charlas que tuvimos cuando aun el puente estaba cerrado”.
A su vez, el encargado de política fronteriza del Centro Comercial, Juan Martín Della Corte, dijo que “nosotros seguimos aferrados a la idea de que hay que buscar una solución de fondo (…) Es cierto que el cero kilo se ha implementado anteriormente, ha tenido sus efectos deseados, que es proteger el empleo local, pero también es cierto que no se ha logrado sostener en el tiempo, porque es una medida antipática”.
También en los partidos de oposición consideran que el cero kilo no es la solución. La diputada frenteamplista Cecilia Bottino dijo a este medio que “sinceramente en materia de Aduanas no hay otra posibilidad”, y reclamó que “planteamos que se establezca una declaración jurada de ingresos para tomar medidas diferenciales entre las personas que cruzan por necesidad, por que el sueldo no les alcanza, con aquel que cruza teniendo ingresos muy importantes”.
¿Cambiamos nosotros entonces de forma de pensar ante la oposición las fuerzas vivas locales y los referentes políticos, que son quienes deberían priorizar la defensa los bolsillos de todos los sanduceros, en lugar de mirar el costo político que tendría aplicar las medidas que hay que implementar para evitar la catástrofe? No, para nada. Seguimos pensando igual. Pero como están planteadas las cosas, la realidad es que cada mes más de 40.000 sanduceros cruzan al menos una vez a Colón a comprar o para disfrutar de los innumerables atractivos de la ciudad turística vecina.
Y no nos engañemos: de igual forma se ven muchos reconocidos comerciantes de Paysandú de paseo en Colón y aledaños, en parte porque también tienen un doble discurso en el que –con razón– sostienen que son libres de gastar su dinero donde más les guste. Incluso hay grupos de Telegram y WhatsApp específicos con miles de participantes que se comunican cómo está funcionando el puente y la Aduana, en los cuales sorprendentemente se encuentran reconocidos políticos y empresarios locales, que no están de acuerdo con el cero kilo o las demoras en el Área de Control Integrado, que operan como medidas disuasorias para el tránsito vecinal.
Y todo eso no ocurre “por culpa” de un aviso en el diario.
Por el contrario, de funcionar las cosas tan bien como aseguran las autoridades, el anuncio –el cual no fuimos a buscar, sino que llegó al mostrador de nuestra Administración– en definitiva está ayudando a la economía sanducera, porque esos 5 kilos permitidos que compra cada sanducero que va a Colón para aliviar su canasta familiar significarán menos pesos gastados del otro lado en adquirirlos. Por lo tanto, al comprador le sobrará dinero que eventualmente volcará al mercado local.
Entonces, ¿por qué negarnos a publicarlo? La publicidad es una fuente de ingresos importante para los medios, y no significa estar de acuerdo con lo que se anuncia. De hecho, en los medios sanduceros conviven desde siempre –y aún hoy– publicidades de Colón con anuncios de empresas sanduceras, sin causar alarma alguna. Y eso es saludable. Pero si las medidas defendidas por el gobierno, la oposición y el Centro Comercial no funcionan, las baterías deberían apuntar en esa dirección y exigir un golpe de timón a los representantes políticos y a la gremial comercial. Que busquen otra alternativa, porque mantenerse en la simpática medida de los 5 kilos no estaría dando resultados. Y eso tampoco es culpa del diario.