Los datos preliminares del censo de población 2023 no dan lugar a sorpresas, teniendo en cuenta la estabilidad de las tendencias que se han manifestado en los últimos años, aunque las cifras dan para algunas reflexiones que no son antojadizas ni muchos menos. En resumen, en Uruguay habitan 3.444.263 personas, bastante menos que lo estimado, si se tiene en cuenta que las proyecciones de población previas del Instituto Nacional de Estadística (INE) apuntaban a que en Uruguay debería haber unas 3.566.550 personas.
El número es inferior en unas 122.000 personas, es decir una diferencia del 3,4 por ciento, con la salvedad de que ha habido una inmigración de más de 60.000 personas en el período intercensal, lo que indica que por más de una década la población de uruguayos ha permanecido básicamente estancada.
Es una tendencia demográfica que prácticamente coincide con la de los países desarrollados, e implica además que con baja tasa de nacimientos estamos ante un progresivo envejecimiento poblacional, al que nuestro país debe hacer frente con estructuras y recursos que ni se aproximan a los de las naciones del Primer Mundo, por lo que el desafío que se afronta es doblemente mayor.
Una población menor a la estimada implica –desde ya– que las proyecciones en varios planos (entre ellos el de la seguridad social) quedan más exigidas que lo previsto, en tanto este envejecimiento poblacional indica que crece la proporción de adultos y adultos mayores, en parte por una baja en la proporción de las generaciones jóvenes, con una fuerte caída en el número anual de nacimientos, que pasó de un promedio de algo más de 47.000 hacia el año 2015, a poco más de 32.000 en el año 2022.
Como decíamos, esta tendencia de menos nacimientos y mayor esperanza de vida también se da en economías desarrolladas, pero esos países cuentan con recursos para adaptarse al cambio demográfico, en tanto nuestro país es mucho más vulnerable a las consecuencias de esta realidad que se plantea como irreversible.
Pero hay otro problema demográfico y socioeconómico que se sigue manifestando con crudeza en el país, y lo confirman estos datos preliminares del censo: se sigue vaciando el Interior, más precisamente el interior profundo, el de la gente que vive en campaña, y esta tendencia ha resultado imposible de revertir a lo largo de las décadas.
Es decir, continúa reduciéndose la cantidad de personas que viven por fuera de los centros urbanos en todo el país, sobre todo en el centro del territorio nacional, lo que no solo consolida la tendencia del denominado país cáscara, sino que se está fisurando cada vez más la delicada trama socioeconómica productiva del agro, al continuar la emigración desde el medio rural hacia el cinturón de los centros urbanos.
No es solo una realidad uruguaya, desde que frecuentemente la ONU señala que estamos ante una tendencia inexorable que con matices, se da en todos los países. El organismo internacional da cuenta que en el mundo vive más gente en las ciudades que en el campo, con procesos fuertes de migración campo-ciudad en países de grandes poblaciones, en Asia y África.
En Uruguay, apenas un 4% de su población vive en el medio rural (aproximadamente unas 138.000 personas), con una persistente pérdida de población en el interior profundo, porque incluso muchos de quienes trabajan en establecimientos rurales, residen en pequeñas localidades, donde la vida gira en buena medida en turno a su interrelación con la producción circundante. Es frecuente que el trabajador rural resida en una localidad y se desplace a los establecimientos para desarrollar sus tareas, pero incluso ante esta alternativa los datos confirman que esas pequeñas poblaciones también están reduciendo su número de habitantes.
Hay algunos aspectos positivos, empero, que tienen que ver con un aumento de la productividad y de ingresos en el campo, así como de condiciones laborales, pero estos aspectos no alcanzan a compensar el déficit que se da en una diversidad de áreas y que hace que el interior profundo siga perdiendo habitantes, a muchas familias radicadas en el medio.
La falta de oportunidades, de polos productivos consolidados, influye en esta problemática, y también el envejecimiento poblacional, porque el recambio generacional es mucho más complejo en el medio rural que en las ciudades, y no son pocos los hijos que prefieren otras opciones antes que seguir haciendo lo que hacían sus padres y abuelos.
Otros aspectos en los que no se ha avanzado lo suficiente, pese a que mucho se ha hecho en los últimos años, es el referido a la infraestructura, por ejemplo, la movilidad, el transporte y las comunicaciones, además de la infraestructura vial, clave para el transporte de la producción y la movilidad de las personas.
Los avances que mencionábamos por regla general han sido solo puntuales y no producto de una política de Estado que implique programas sostenidos en el mediano y largo plazo, con inversiones a tono con el desafío de concretar una discriminación positiva, para contener el éxodo rural, de forma de establecer prioridades para volcar eficientemente recursos públicos, con un aporte decisivo de los diferentes niveles de gobierno, incluyendo en este sentido a las intendencias y las alcaldías, complementados con aspectos clave como los servicios de salud y educación, entre otros.
A su vez, a menudo, cuando desde el sistema político, sobre todo los dirigentes políticos capitalinos, se habla del Interior, se soslaya el hecho de que el Interior es mucho más que la división política en departamentos, con zonas que tienen realidades y necesidades diferentes, sino que a la vez en cada departamento, sobre todo al norte del río Negro, existe el Interior más olvidado, el de las zonas rurales que siguen perdiendo población por falta de oportunidades para sus habitantes, y que necesitan que tengan motivación para permanecer en la tierra.
Porque no se trata solo de tener grandes explotaciones para la producción primaria, que evidentemente son muy necesarias y claves para la economía, sino a su vez la radicación de polos productivos que generen fuentes de trabajo, que añadan valor a la materia prima y que se emplee la fuerza de trabajo del Interior profundo, el olvidado incluso en las estadísticas y por muchos de nuestros gobernantes de todos los partidos. → Leer más