La COP28 de Dubái buscaba ayer, en su último día del calendario originalmente previsto, llegar a algún tipo de acuerdo para concretar una declaración de cierre alternativa al borrador que se había presentado inicialmente y que suponía un notorio retroceso en las políticas ambientales globales. Pero más allá de lo que llegue a decir esta declaración —que en momentos en que se escribe esto aún no se conoce— en líneas generales las señales que emergen de este encuentro implican un revés notorio, caminar varios pasos hacia atrás en un tema en el que parecía haber determinado acuerdo implícito, y es que pareciera que de pronto al mundo simplemente dejó de interesarle.
El lunes Al Gore, uno de los principales activistas en cuanto a la materia climática desde hace muchos años, lanzaba una advertencia acerca del rumbo al que se dirigía la instancia. “La COP28 está ahora al borde del completo fracaso”, sentenció. “El mundo necesita desesperadamente eliminar los combustibles fósiles lo más rápido posible, pero este servil borrador se lee como si la OPEP —Organización de los Países Exportadores de Petróleo— lo dictara palabra por palabra”, comentó respecto al primer borrador de declaración que fue rotundamente rechazado, en especial por los pequeños estados insulares, quienes lo consideraron una especie de sentencia de muerte. “Es incluso peor de lo que muchos temían. Es ‘de los petroestados, por los petroestados y para los petroestados’. Es profundamente ofensivo para todos los que se han tomado en serio este proceso”, agregó Gore, haciendo un último llamado a cambiar el rumbo. “Quedan 24 horas para mostrar de qué lado está el mundo: del lado que quiere proteger el futuro de la humanidad iniciando la eliminación gradual de los combustibles fósiles o del lado de los petroestados y los líderes de las compañías de petróleo y gas que están alimentando la catástrofe climática histórica”.
El riesgo, planteó, es que la COP28 “sea el fracaso más vergonzoso y funesto en 28 años de negociaciones internacionales sobre el clima” y, para evitarlo, dijo, “el texto final debe incluir un lenguaje claro sobre la eliminación gradual de los combustibles fósiles. Cualquier otra cosa es un enorme paso atrás respecto de dónde debe estar el mundo para abordar verdaderamente la crisis climática y garantizar que el objetivo de 1,5°C no muera en Dubái”.
Pero detrás de este tema, que es como el gran elefante en la sala, hay otros aspectos preocupantes que han quedado escondidos, como los que puso de manifiesto en su intervención el ministro de Ambiente de nuestro país, Robert Bouvier, que destacó las acciones que lleva adelante el país, pero que además reclamó de parte del mundo desarrollado que se honren los compromisos asumidos.
Cabe recordar que la lógica de estos compromisos es la que asume que los países desarrollados lograron ese estatus a costa de un perjuicio general que ocasionó el cambio climático, y que el mundo no podría permitirse que los estados en vías de desarrollo sigan el mismo camino. De allí la lógica de esta suerte de “compensación” desde el mundo desarrollado para evitar mayores problemas y, a su vez, aliviar las secuelas adversas de todo este proceso en los países más expuestos a sufrirlas, lo que se conoce como mecanismos de mitigación.
En Uruguay, planteó, “se han realizado grandes esfuerzos de planificación, a la fecha contamos con tres planes nacionales de adaptación al cambio climático: sector agropecuario, ciudades, de infraestructura, y zona costera. Todos ellos alineados a la Política Nacional de Cambio Climático”. Y mencionó entre las acciones que se han llevado a cabo el plan de saneamiento en el Interior y la emisión del Bono soberano asociado a indicadores ambientales, que “alinea las estrategias de financiamiento público con compromisos climáticos nacionales”.
Bouvier reclamó que hay “promesas que deben ser cumplidas, particularmente para los países en desarrollo; continuamos preocupados por la falta de implementación de las metas financieras de los países desarrollados, según la convención y el acuerdo de París”. Estos incumplimientos, dijo, generan “un impacto negativo en la capacidad de los países de desarrollo de implementar sus políticas y planes nacionales de cambio climático”. Recordó que mientras la meta fijada para este año en el fondo de adaptación era de 300 millones de dólares “hoy se han comprometido un poco menos de 160 millones, estamos muy por debajo”, por lo que hizo “un llamado a los países donantes para comprometer más recursos al Fondo de Adaptación, que cumple una tarea crítica para nuestros países en la arquitectura financiera”.
Entonces, a la postre, entre países que en defensa de sus intereses económicos nunca han estado de acuerdo con la causa climática, estados que muestran poca vocación por cumplir con los compromisos asumidos, mercados que —como hemos comentado anteriormente— dan señales contradictorias y una opinión pública en la que las posturas negacionistas cobran fuerza al calor de los discursos poco prudentes de algunos líderes, da la impresión que sí, que como dice Gore, está en riesgo el esfuerzo de estos 28 años buscando acuerdos. → Leer más