Un ejercicio muy duro, aunque no lo parezca

¿Pesas? ¿Algún deporte extremo? ¿Un arte marcial? Bueno, claro, todos esos ejercicios son duros y pueden ser lo más infernal que se pueda suponer si se hacen de manera exclusiva. Pero para los que entrenan simplemente para mantener el cuerpo en forma hay también otro ejercicio que no tiene “fama” de duro que, sin embargo, lo es como el que más.

Ya se han hecho virales varios videos de famosos que son arrastrados por sus parejas mujeres a una clase de Pilates. Y se han hecho tan populares porque la reacción del cuerpo masculino ante un ejercicio así es, realmente, para matarse de risa. Tiemblan como gelatina y, por supuesto, no pueden terminar de hacer la rutina que sus parejas femeninas hacen con mucha más facilidad. ¿Qué conclusión se puede sacar? Pues que estamos ante un ejercicio muy duro al contrario de lo que, de forma bastante machista, se puede pensar.

Aunque hablamos de una disciplina popularizada de forma abrumadora por mujeres desde sus primeros días, el Pilates lo fundó en realidad un hombre. El gimnasta y culturista alemán Joseph Pilates empezó a perfeccionar su técnica de contrología durante la Primera Guerra Mundial. Confinado en la Isla de Man junto a otros alemanes, comenzó a entrenar a sus compañeros reclusos en sus métodos de ejercicios de fortalecimiento muscular. Más tarde, patentó el modelo de su máquina reformadora (un artilugio compuesto por una base similar a una cama y un carro deslizante conectado a muelles y poleas), aunque defendía que la contrología era una práctica que se podía realizar sin ningún equipamiento adicional, más allá de quizá una esterilla. En la década de 1920, Pilates trasladó sus enseñanzas a Estados Unidos, y bailarines como George Balanchine (cofundador del New York City Ballet) y Martha Graham adoptaron rápidamente su entrenamiento homónimo. Dicho sea de paso, el ballet también es un ejercicio de una intensidad suprema y de una rigurosidad tremenda. En cuanto se corrió la voz, las mujeres adineradas de Manhattan acudieron en masa, contribuyendo a cimentar la moderna reputación de este deporte como un entrenamiento para mujeres.

EL CAMBIO

Pero eso cambió, como tantas otras cosas debido a la pandemia. Muchas celebridades masculinas aparecieron en el salón de sus casas haciendo Pilates.
A medida que los gimnasios y estudios se han ido abriendo de nuevo al mundo, cada vez son más los hombres que acuden a practicar Pilates en persona. Solidcore (una cadena estadounidense que usa reformadoras de estilo Pilates para sus extenuantes entrenamientos de fuerza) explica que el número de hombres que se apuntaron aumentó un 71% entre 2022 y 2023.

Mientras se corre la voz sobre las maravillas del Pilates, quizá uno de los beneficios más desconocidos sea el cambio de perspectiva en la forma en que vemos los éxitos del fitness: “Para mí, lo más importante en una clase de Pilates es que la energía que se respira en la sala tiene menos que ver con los resultados y más con un forma diferente de pensar”, afirma Asad Syrkett, redactor jefe de la revista Elle. O al menos, aclara, se trata de otro tipo de beneficio: “Adquieres conciencia de músculos que quizá no habías utilizado antes de manera deliberada. Adquieres un pensamiento holístico sobre cómo el ejercicio puede ayudarte con las lesiones y a mejorar en términos de fuerza o flexibilidad”.

Así que, si te sientes inspirado para poner a prueba tu temple en el estudio, nunca ha habido mejor momento que este para dar un paso adelante y unirte al club. “Muchos hombres están probando Pilates y lo sienten como un duro desafío”, añade Syrkett.