Escribe Danilo Arbilla: La gran pulseada

Ya se sabe entre quienes será la carrera: Yamandú Orsi y Carolina Cosse. En esencia será entre el MPP y el PCU: tupamaros versus comunistas.
La decisión del PCU fue muy masticada. Sondeos varios y largas discusiones. Se reflexionó mucho en función de las potenciales fuerzas y del tamaño y eficiencia de los respectivos “aparatos”. Guiados siempre por su doctrina y ajustado a como funcionan los partidos comunistas.

Se analizó la propia personalidad de la candidata. Su conducta como política; su transitar como gobernante. Hoy, ya resueltos, le llaman su “don de mando”, pero les preocupa su tendencias autoritaria y personalista. Se resisten al liderazgo individual, a los “hombres fuertes” que estén o se sientan que están por sobre “el Partido” y no se sometan a las reglas y la conducción de “la Nomenklatura”.

Fue una cuestión de oportunidad. Se barajó la alternativa de ir con lista propia, pero se vio que ello viabilizaría la candidatura de Orsi y aumentaría las posibilidades de éste de llegar a la presidencia, lo que se consideró que constituiría un retraso para sus planes de tomar las riendas de la izquierda de forma total. Se entendió que las “internas” son prioritarias: el mejor momento para “adueñarse”.

Vistas las cartas, ahora resta ver lo que dirán las encuestas, hasta hoy muy favorables al hombre del MPP. Ver también cómo incide en ellas si el seregnismo o astorismo va con candidato propio. Esta eventualidad quita votos a Orsi; de hecho sería funcional a Cosse.

“No vio que Fernando Pereira dijo que era bueno que el seregnismo compita y que se amplíe la oferta y todos sabemos para el lado que él juega”, me dijo alguien del MPP. Los expertos y asesores de cada uno de los candidatos ahora tendrán que ponerse las pilas. Con un doble objetivo; cuidar la imagen de su “pollo” para el “después” –para la conquista de los votos flotantes en las elecciones generales– pero sin distraerse con la interna en la que se necesita una mensaje diferente, algo más radical.

Esta etapa, aparentemente, se hace mas fácil para Cosse: del mensaje ortodoxo y radical se ocupa el PCU, al que ayudan algunos grupos menores, mientras ella alimenta su imagen de gobernante de estatura nacional. Gasta mucho y cuenta además con el aparato municipal y medios propios. ¡Bah!, propios no, son públicos, son del Estado, pero ella los maneja como propios.
El problema de Cosse es que a nivel de la población genera más rechazo que Orsi. Puede que no sea tanto en la interna, pero algo también se da. Además comete errores: que es “prescindible” hablar de la prioridad dada al “Antel Arena” por sobre la represa Casupá, cayó muy feo. (A todo esto, ese asunto del AA está en la Justicia, ¿no?; quizás en manos de un fiscal que lee lento). Cae feo también el desprecio por los problemas de los montevideanos, y eso incide. No se trata de repartir bidones, sino de destapar las cloacas y del saneamiento.

Los de Orsi deben afinar la puntería. No basta con Mujica y menos con la bendición de un Papa cada vez más kirchnerista: ésta es una mala junta.
Héctor Rodríguez, entonces mi jefe, me decía, en épocas de la Asamblea Nacional de Sindicatos y de la “Reforma Amarilla”: el problema es que la unidad de la izquierda sin los comunistas es imposible, pero con ellos se va hacia el fracaso.

Para empezar acaban con los sindicatos, me advertía aquel gran dirigente del Congreso Obrero Textil.