
Escribe Danilo Arbilla: Hay lugar a duelos
Cada tanto leo o escucho a gente que lamenta que no haya una ley de duelos y que se haya derogado la que había. Algo así como “agárrenme que lo mato”. Como que se sienten limitados.
Pues que no se sientan así, el que no haya ley de duelos no impide que dos personas puedan batirse; el duelo es una cuestión reservada y entre caballeros. Había duelos en el pasado antes de que hubiera una ley específica.
La ley de duelos del Dr. Juan Andrés Ramírez del año 1920 –derogada en 1992– legalizó y reglamentó la actividad duelística, entonces clandestina pero muy prolífica. La muerte de Washington Beltrán en un duelo con José Batlle y Ordoñez fue el elemento determinante para la aprobación del proyecto de Ramírez, que estuvo algo demorado. Por ella se “reconoció” el duelo pero con ciertas pautas o trabas –pasos o etapas a cumplir– sobre todo para evitar consecuencias trágicas, como la de Beltrán, y a la vez que el duelo sirva tanto pa’ un lavado como pa’ un fregado. Se fijaron requisitos: tribunal de honor con un presidente neutral para definir si “hay lugar a duelo” y ciertas condicionantes para el “lance caballeresco”: armas a utilizar y opciones limitantes –número de disparos, dos o tres a lo sumo–, y en caso de sable, primera sangre o si uno de los batientes no podía defenderse por las heridas sufridas. No contemplaba pactar un duelo a muerte.
Y se estatizó el duelo así como se hizo con el alcohol, el juego, y otras tantas cosas.
Todo el mundo estaba de acuerdo con el proyecto pero ¿por qué se demoró su tratamiento? Fue por cuestiones del momento: el año de 1919, Ramírez y Batlle y Ordoñez fueron a duelo y eso embarulló todo. En el caso no tuvo consecuencias que lamentar salvo que hubo una denuncia sobre su realización y la policía intervino y apresó a protagonistas, –duelistas y “testigos”– “con las armas en la masa”; ya usadas y sin buena puntería. Fueron apresados, pero no tanto: cuatro de los seis gozaban de fueros legislativos y los otros dos, uno de ellos Batlle y Ordoñez, fueron liberados por el camino. ¡Gran escándalo! Lo que hubiera dicho Pereira si hubiera estado.
La ley de duelos, durante su vigencia, llevó a que muchos salieran a “guapear” para tapar alguna falta o para basurear. Como quien hoy presenta una demanda en la fiscalía. Estaban sí los que retaban y los que aceptaban el desafío. E iban a duelo. El expresidente Sanguinetti creo que es el único protagonista de un duelo que vive; fue con su correligionario Manuel Flores Mora. Wilson Ferreira decía que por cuestiones de religión no podía acordar la eventualidad de matar a otro ser humano, pero advertía: yo estoy aquí, en casa o en el despacho, si tiene dudas sobre lo que dije que venga y se lo repito en la cara y si es preciso lo cago a patadas, palabras más palabras menos.
La ley se derogó, pero eso no impide que el que quiera pueda batirse. Como antes pasaba con el duelo, más o menos algo parecido ha sucedido con el aborto, que se realizaban miles y miles antes de legalizarse. Así que es cuestión de llamar a dos amigos, pedir la satisfacción debida o de lo contrario llevar el tema al campo del honor. El retado si acepta, nombra dos amigos, que junto con los otros dos son los testigos impecables para explicar lo qué pasó y cómo paso, en los marcos que más o menos ampara la ley.
Así de sencillo; todo en reserva, por supuesto. No da para baladronadas. → Leer más