Escribe Ernesto Kreimerman: Irán, autocrático y potencia militar

Aunque han pasado muchos años, todavía las imágenes de unos tres millones de iraníes, en las calles, participando de la revuelta de 1979 que acabó con el régimen del shá Rezah Palevi e instaló en el centro de la vida nacional al ayatolá Jomeini. La memoria colectiva recuerda aún un pasado épico de comienzos del siglo XX.
Irán, para mejor ubicarnos en la historia, es heredero de un imperio persa que acumula más de tres mil años de historia. Con el retorno de Jomeini de su exilio parisino, comienza una nueva época, con nuevos desafíos. El primero, producto de las propias turbulencias de aquel año 1979, fue la crisis abierta a partir del secuestro del personal de la embajada de los Estados Unidos, en noviembre de ese año, poniendo de manifiesto su decisión de confrontar con el bloque occidental. La segunda, ya en 1980, la guerra con Irak, que se extendería hasta 1988, donde quedan de manifiesto que las viejas ambiciones de potencia regional resurgían.
En el año 2006 se conoce el informe de Hamilton y Baker sobre Irak (recuerdése, en 2003 había caído el régimen de Saddam Hussein), pero que obviamente dedica un detallado análisis acerca de Irán, y proyecta el rol que podría jugar para dar estabilidad a una política estadounidense en la región. El gobierno iraquí rechazó enfáticamente las conclusiones de aquel documento, especialmente la recomendación al presidente Bush de “intensificar el diálogo con Irán”, lo cual significaba, en aquellos días, excluirlo de “la lista del eje del mal” que tanto promovía la política exterior de EE.UU.
Con una política exterior de enfrentamiento con occidente, especialmente con los Estados Unidos, Irán ensayó una suerte de táctica que parece inspirada en aquella frase popular “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”. Y ese discurso allanó el camino en algunas geografías, en particular en algunos países de nuestra América Latina. Pero como lo ha señalado una y otra vez Amnistía Internacional, “la respuesta del gobierno a las demandas de los trabajadores ha sido brutal: los sindicalistas sufren de manera habitual agresiones, hostigamiento y detención por parte de las autoridades. Algunos cumplen largas penas de cárcel”.
Uno de los informes más recientes de AI recuerda que recientemente (2002) “Irán se vio sacudido por un levantamiento popular sin precedentes contra el sistema de la República Islámica”. La reacción del gobierno fue dura: “Las fuerzas de seguridad dispararon ilegítimamente munición real y perdigones para sofocar las protestas, lo que provocó la muerte de cientos de hombres, mujeres, niños y niñas, así como heridas a miles más. Miles de personas fueron sometidas a detención arbitraria o enjuiciadas injustamente sólo por ejercer de forma pacífica sus derechos humanos”.
Más adelante, y referido a las libertades individuales, AI denuncia que “se intensificó la discriminación y la violencia contra las mujeres, las personas LGBTI y las minorías étnicas y religiosas. Las desapariciones forzadas, la tortura y otros malos tratos, incluida la negación deliberada de atención médica, eran prácticas generalizadas y sistemáticas. Se impusieron y se ejecutaron castigos crueles e inhumanos, como flagelación, amputación y ceguera. Aumentó el uso de la pena de muerte y se reanudaron las ejecuciones públicas. Los juicios siguieron siendo sistemáticamente injustos. Persistió la impunidad sistémica de los crímenes de lesa humanidad que se habían cometido y se seguían cometiendo en relación con las masacres penitenciarias de 1988 y otros crímenes de derecho internacional”.
AI en ese mismo informe no olvida que “Irán siguió proporcionando apoyo militar a las fuerzas gubernamentales en el conflicto armado de Siria…(que) apoyó la invasión de Ucrania llevada a cabo por el gobierno ruso suministrando drones Shahed 136, que se utilizaron para atacar y destruir infraestructuras civiles”. También que “la Guardia Revolucionaria Iraní atacó a grupos de oposición kurdos en la región del Kurdistán de Irak, causando la muerte de más de una decena de personas, entre ellas una mujer embarazada”.
Como resumen, dice el informe de AI, “las autoridades (iraníes) dieron sistemáticamente una respuesta militarizada tanto a las protestas de ámbito local como a las de ámbito nacional”.

La construcción de poder

Irán, de habla persa y de mayoría chiíta, contenida a fuerza de sanciones, fue acumulando un importante poderío militar, similar al de Egipto y Arabia Saudita. En la Franja de Gaza, las organizaciones que Irán respalda desde hace 4 décadas tienen coincidentes objetivos: doblegar el poder israelí y desafiar a la mayor potencia militar global y aliada de Israel, Estados Unidos.
En las últimas semanas, Israel e Irán se midieron directamente cuando Israel arremetió contra un anexo de la embajada iraní en Siria. Allí murieron siete comandantes iraníes. De inmediato, Irán anunció acciones. Pero después de varias amenazas y especulaciones, actuó prudentemente para evitar una guerra que pusiera en riesgo la propia supervivencia del régimen. En defensa de Israel se alinearon no solo EE.UU., Inglaterra y Francia, también varios países del mundo árabe.
Actualmente, Irán apoya a más de 20 grupos en Oriente Medio. Colabora con una combinación de armas, entrenamiento y colaboración financiera. Casi todos ellos fueron categorizados como organizaciones terroristas.
Aunque comparten una amplia plataforma, el odio a Israel es la primera coincidencia. Hamás, Hezbolá, los hutíes, grupos armados iraquíes y sirios, forman parte de esos grupos apadrinados por Irán.
Pero, en general, son grupos que se nuclean al amparo iraní, pero éste tiene dificultades para acotar sus acciones.

Hamás

Es la organización que asume, incluso hasta por cercanía geográfica, el choque directo con Israel, y controla Gaza desde el 2007. Fue Hamás quién lanzó la sangrienta jornada del 7 de octubre, donde asesinaron unos 1.400 israelíes, y tomaron de rehenes a otros 200. Aún siguen secuestrados 136.
Muchas veces, Hamas lanza sus ataques contra Israel en colaboración con la Yihad Islámica Palestina, otro grupo proiraní. Solamente en el 2021, los dos grupos dispararon 4.000 cohetes contra Israel en un período de 11 días.
Irán contribuye con más de 100 millones de dólares de manera directa con estos dos grupos. En el 2022, Ismail Haniyeh declaraba que ese año habían recibido más de 70 millones.
Lo colaboración iraní incluye apoyo para la fabricación de armas.

Hezbolá

Hezbolá es una fuerza regular de 30.000 soldados y 20.000 reservistas, muy importante en el Líbano: Ha sumado acciones de apoyo, lanzando ataques fronterizos. La guerra más dura entre Hezbolá e Israel tuvo lugar en el 2006.
Hezbolá ha recibido un muy fuerte apoyo financiero de parte de Irán. Incluso en el 2018 se estimaba en unos 700 millones de dólares. Pero esas cifras, que son estimaciones, se vieron reducidas, sustituidas por transferencia de tecnología, e incluso, para producción de armas a nivel local.

Los Hutíes

Los hutíes se hicieron del gobierno de Yemen tras controlar la capital en 2014. Los hutíes se solidarizaron con los palestinos de Gaza, lanzando más de 60 ataques con misiles y drones contra barcos que transitan por el Mar Rojo y el Golfo de Adén. rán apoya también a grupos armados en Irak y en Siria.

Irán

Pese a todas las restricciones de los últimos años, Irán sigue siendo una potencia militar, autocrática. No hay ninguna libertad sindical ni política. Y las mujeres siguen llevando la peor parte. Trabajadores y trabajadoras, docentes, todos ellos detenidos por ejercer el derecho de huelga. Incluso por participar del acto del Día internacional del Trabajo.
Eso es Irán.

 

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